El nombre Allah no refiere a ningún objeto definible por la mente humana, sino a la Realidad Suma que el ser humano intuye como Principio Absoluto de todas las cosas. Ese Nombre deriva de la conjunción del artículo “Al” y de la palabra “Iláh”, Divinidad, Al-Iláh, que se contrae en la palabra Allah. Se sostiene que esa palabra no tiene género, y que su significado es “el Amado o Adorado”. En el Sagrado Corán “Allah” figura 2697 veces, “Ilah”, figura 80 veces, y la forma “Allahumma” (Dios mío o nuestro) figura 5 veces, siendo en total la palabra más utilizada por el Sagrado Corán.
Él es Quien es Divino en el Cielo, y es Divino en la tierra, siendo Él Sapientísimo, Conocentísimo (43:84) “Divinidad”, “Dios” o “Divino”, significan lo Superior, Amable e Imitable, que se sustenta a Sí Mismo, no depende de nada, y que no tiene principio ni fin que Le otorguen existencia, siendo “Perpetuo sin principio” (Ázal), y “Perpetuo sin fin o término” (Ábad), Imperecedero. Es Todopoderoso e Infinito, Absoluto. Cuando decimos “Allah es tal o cual cosa” no significa que lo califiquemos, como podemos definir íntegramente a una cosa del mundo en todos sus aspectos, sino que nos referimos a Él con símbolos entendibles por nosotros. La ciencia o conocimiento de Allah es totalmente abstracta, puramente intelectual, por lo que las palabras son en extremo simbólicas, aluden pero no definen.
El Nombre Allah no es posible expresarlo como tal en otras lenguas. Los Profetas de la tradición de Abraham (P) usaron siempre un vocablo de la misma raíz “Il”, “Eloh”, “Elohim”, “Eli”, “Ili”. Ese vocablo permite acceder a la concepción que tiene de la realidad el Islam, mientras que cualquier otra palabra transmite una concepción distinta. El término “Dios” es comprensible y no tiene objeción, deriva del sánscrito, y significaría “Luz” (lo mismo que el término «día»), y Luz (“Nur”) también en el Sagrado Corán alude a Allah.
El Imam Ya’far Al-Sadiq (P) expresó: “El Nombre Allah es distinto a Allah. Toda cosa sobre la cual recaiga el nombre de una cosa, es algo creado, excepto Allah. En cuanto a lo que expresan las lenguas, o hacen las manos, todo ello es creado. Allah es la Meta del que lo tiene a Él por Meta, aunque la meta es algo descriptible («con atributos»), y todo poseedor de atributos es algo hecho (creado). Pero el Hacedor de las cosas es imposible que sea descrito con alguna definición expresable”. Y en otra tradición, enseñando a un discípulo, expresa: “Si Sus Atributos -exaltada sea Su Alabanza- no Le mencionaran, y Sus Nombres no aludieran a Él, y los Signos de la Creación no alcanzaran Su Significado, la devoción por parte de las criaturas sería a Sus Nombres y Atributos con exclusión de Su Significado (como a los ídolos) , y si esto fuera así el adorado y único sería otro que Allah, exaltado sea, porque Sus Atributos y Nombres son distintos a Él. ¿Has comprendido?” En la fuente imamita Túhaf Al-`Uqúl (Obsequio para los intelectos), también de parte del Imam Yá’far Al-Sádiq (P), dice: “El que pretende conocer a Allah por medio de las imaginaciones de los corazones es idólatra; y el que pretende conocer a Allah por el Nombre, sin el Significado [como en la diversidad de las lenguas], habrá confirmado una injuria, porque el nombre es contingente (accidental) [siendo el significado la realidad de una cosa]; y el que pretenda adorar al Nombre y al Significado [conjuntamente, como en el dualismo y el trinitarismo] ha establecido un asociado a Allah; y el que pretenda adorar por medio de un atributo, no con la comprensión, habrá apuntado a un ausente [como en la adoración a los santos y en la superstición]; y el que pretenda aplicar un calificativo al sujeto habrá empequeñecido al Grandísimo [con una descripción que no Le abarca] Pero no han dimensionado a Allah en Su real dimensión [6:91]”
El Nombre «Allah» tiene como símbolo la pronunciación de la A inicial, una pronunciación de la boca abierta. La A es la primera expresión que profiere el hombre al nacer, un sonido que es como si saliera de su cabeza, de su interior, y que constituye físicamente una vibración de todo el cráneo. Cuando se pronuncia como corresponde, el cráneo y el pecho, el centro del cuerpo y su miembro más elevado, vibran al unísono. Así la A, como pronunciación, es el símbolo del Principio de todas las cosas, y de Su Presencia en todas ellas (o más bien, de ellas en Él), gracias a lo cual existen. La A representa el ser, y la “h” simboliza la exhalación final de quien muere, el no-ser, lo que hay más allá del ser. Y las L mediales, bien pronunciadas, son el símbolo de las jerarquías, de los planos, de los niveles, de los mundos que han sido creados en escalas superpuestas.
La invocación (dhikr) de Allah es la principal práctica del Islam, porque está presente en la oración, la súplica, al recitar el Sagrado Corán donde se Le invoca continuamente, en el saludo “assalamu alaikom”, porque la palabra Salam, Paz, es un Atributo de Allah, y también está presente en otras expresiones de cortesía y de buena salud, como para ampararse de situaciones extremas, y también en cualquier práctica de la vida diaria que sea beneficiosa, y en la mística como práctica de letanía. El testimonio de fe evidencia la predominancia de la palabra Allah, pues constituye su parte principal: Ash-hadu an-La ilaha illa Allah. Dice el Sagrado Corán: Di [Profeta]: “Invocad a Allah, o invocad al más Misericordioso (Al-Rahmán), cualquiera que invoquéis [por igual] Suyos son los Nombres Más Bellos” (17:110) Él es Allah, no hay Divino sino Él, el Más Misericordioso, el Misericordiosísimo. Él es Allah: Soberano, Santísimo, Paz, Firme, Celador, Poderosísimo, Imponente, Grandioso. ¡Glorificado sea Allah por encima de lo que le atribuyen! Él es Allah: Creador, Sustentador, Formador. ¡Suyos son los Nombres más Bellos! Le glorifica cuanto hay en los cielos y en la tierra, siendo Poderosísimo, Sapientísimo (59:22)
Los que invocan a Allah con un significado verbal solamente, como “Creador”, no reconocen de Allah nada más que Sus Actos, y ello escasamente, pues Sus Actos son lo más enigmático e ignoto, como la predestinación, salvo lo que indica el Profeta (BPD): “Conoced a Allah por Su Creación”, los entes mismos creados. Otros invocan a Allah por sus Nombres, con un sentido de sustantivo, al decir “Paz”, “el Más Misericordioso”. Pero la mera invocación sin comprensión, sin captar el significado, tanto como cada cual pueda y sea correcto, no es invocarlo de verdad. Por fin, otros son como si sólo pensaran en los conectores, las circunstancias cambiantes de sus vidas, que si les conviene creen, y si no rechazan. Son los que no pueden entender nada de la Realidad divina. Estas tres son diferencias sutiles que existen entre los invocadores, y las tres constituyen formas de asociación o idolatría (ishrák). Dijo el Profeta (BPD): “Lo que más temo para mi comunidad es la idolatría oculta, que está más escondida que una hormiga negra, sobre una piedra oscura, en una noche tenebrosa”. Únicamente no le asocian a nada los que le mencionan según el significado, pero conociendo que es imposible que nada ni nadie abarque a Allah en Sí Mismo con lo que piensa o imagina.
Desde el punto de vista de la vida del alma, sin recurrir a ninguna especulación, el Nombre Allah es la llave de muchos tesoros interiores que Él, exaltado sea, guardó en el hombre. Por eso se dice que Allah es el Primero y el Último, el Manifiesto y el Oculto. El Nombre de Allah es el Primero, porque de Él se manifiestan todas las cosas; el Último, porque Él está más allá de todas las cosas. El Manifiesto (que en árabe significa también «Elevado» y “Victorioso”), porque se eleva por encima de todas ellas, y está presente en ellas, o ellas en Él, de un modo que no podemos determinar, ni definir, ni describir, ni pensar, ni comprender, solamente intuir; y el Oculto, porque es imposible por completo que Allah tenga relación con ninguna cosa particular, aunque sin dejar de estar presente en ella, o ellas en Él, de un modo totalmente inefable.
Las cuatro expresiones de la Realidad
Dijo el Profeta (BPD): “Las más amadas de las palabras para Allah son cuatro: Subhana –l-Lahi (Glorificado sea Allah), ual Hámdu lil-Lahi (la Alabanza sea con Allah) La Iláha illa –l-Lahu (no hay Divino sino Allah) Allahu Ákbar (Allah es el más Grande), no te perjudicará por cualquiera de ellas que empieces” (Lo transmitió el imam Áhmad Ibn Hanbal)
Todas las cosas han sido constituidas sobre la base de cuatro aspectos, contenidos en tales expresiones. “Glorificado sea Allah” corresponde al Sí Mismo divino, y denota la Trascendencia absoluta y la Ocultación del Sí Mismo en Sí Mismo. Al-Hámdu lil-Láhi simboliza el mundo de la Manifestación, y denota las esencias puras, que llamamos “entes manifestados”, y entre ambas expresiones hay una complementación necesaria, pues es imposible que el Oculto deje de estar Manifestado. Si afirmamos lo contrario duplicaríamos en el Real, pues confrontaríamos entre dos aspectos de Su Realidad como si fueran distintos, más aún, supondríamos posible la desaparición de uno de ellos, lo cual es más grave. El mundo de la Manifestación está implícito en el Primer Manifestado y contenido por él, como el Origen de la Realidad.
En definitiva, Subhána Allahi indica el Principio, el mundo metafísico del cual proceden todas las cosas contenidas en el Conocimiento divino. Al-Hámdu lil-Láhi indica la automanifestación de cada ente metafísico, por la cual adquiere su esencia. La Iláha illa Allahu es la concreción o materialización de cada ente, en un ser determinado, en el plano al cual pertenezca. Alláhu Ákbar simboliza el retorno a la Meta, retorno por el cual se adquiere la plenitud de la automanifestación.
En la experiencia del mundo, o del alma, Subhána Allahi es el recuerdo de Allah en Sí Mismo, que sólo se dirige a Él, exaltado sea, sin referirse a otra cosa. Al-Hámdu lil-Láhi es el reconocimiento de la Realidad, pues toda esencia alaba y da las gracias a Allah Exaltado, y esa realidad particular es un signo de la Realidad divina. Y cuando el Sagrado Corán dice: Solamente son creyentes los que sus corazones se estremecen cuando se recuerda a Allah, y cuando se les recitan Sus signos les acrecientan en fe, y a su Señor se encomiendan (8:2), significa que las esencias expresan o manifiestan por sí mismas esos signos. La Iláha illa Alláhu es el reconocimiento del creado sobre la realidad de la creación, que ella tiene un Principio y una Meta, Allah Exaltado, y que fuera de Él no tiene sentido, y el creado entonces se somete a Él. Y Alláhu Ákbar significa el retorno de todo a Él, el Principio absoluto, pues a Él todo pertenece. Y simboliza Su Victoria en el mundo y en el Más Allá. Por eso el creado dona o entrega todo lo que tiene, ya que no le pertenece, y la muerte es un signo de ello.
Al-Hámdu lil-Láhi y La Iláha illa Allahu están unidos en el significado, como si fueran uno solo, y La Iláha illa Allahu y Alláhu Ákbar son como la puerta y el acceso inmediato (la antesala de entrada), pues la Victoria divina (Alláhu Ákbar) sólo manifestará La Iláha illa Allahu, como el fin de la historia humana, por obra del Imam Al-Mahdí (P). En Al-`Uiún, de parte de Alí (P), se dice que fue interrogado acerca de la interpretación de Al-Hámdu lil-Láhi Rábbil-`Alamín, La Alabanza sea con Allah Señor de los seres, y respondió: “Es que Allah da a conocer a Sus siervos sintéticamente algunos de Sus dones a ellos, porque éstos no son capaces de conocerlos todos en detalle, puesto que son más de los que pueden computar o saber. Entonces [Allah] dice: ‘¡Decid la Alabanza sea con Allah (Al-Hámdu lil-Láhi) por lo que Él nos da en merced!’” (Tabataba´i, I, p. 24).
Dijo el Profeta (BPD): “No hay siervo que diga La Ilaha illa Allahu (no hay Divino más que Allah) y luego muera con ello, que no entre en el Paraíso”. Preguntó Abu Dharr, su interlocutor: “¿Aún cuando hubiese cometido adulterio, o hubiese robado?”, y repitió esta pregunta tres veces, recibiendo cada vez la misma respuesta: “Aún cuando hubiese cometido adulterio, o hubiese robado”. Y a la cuarta vez que le preguntó eso, respondió el Profeta (BPD) lo mismo, agregando lo siguiente: “A pesar del desagrado de Abu Dharr al respecto”. Entonces salió Abu Dharr de donde estaba junto al Profeta (BPD) diciendo: “A pesar del desagrado de Abu Dharr…”. Y cuando narraba esta tradición lo repetía (MIK, I, p. 408).
“Alláhu Ákbar” corresponde a la Restauración de la Paz y la Justicia, con la Victoria de Allah, como también al Retorno final y universal a Allah. Exalta la Grandeza divina y al Mensajero Muhammad (BPD), pues la Grandeza es la Fuente de Muhámmad, su Categoría elevadísima, su intercesión selecta, su Rostro nobilísimo. Allah es Manifiesto (Záhir, que también significa en árabe el Victorioso), así como lo es el Manifestado Primero, Muhámmad. Tal es el significado de “Alláhu Ákbar”. “Subhána Allahi”, glorificado sea Allah, porque Él es Oculto en Su Sí Mismo inconmensurable, que todo lo excede, a pesar de Su Manifestación: No dimensionan a Allah en Su justa medida (6:91) los que ignoran este significado. “Al-Hámdu lil-Láhi”, la Alabanza y las Gracias sean con Allah, manifiesta las esencias de lo Oculto en el perfume de Al-Rahím, el Misericordiosísimo, el éxito pleno de las esencias manifestadas, que se torna agradecimiento y reconocimiento, cuando lo expresa la lengua, y lo confirma el corazón. Y “La Iláha illa Allahu”, no hay Divino más que Allah, es la lucha por la certidumbre en un mundo de pruebas, alternancias, velamientos, vicisitudes, en el que sólo la rectitud del corazón guía al alma por el camino de la perseverancia, la paciencia, la prudencia y la templanza.
El Nombre Supremo
El Nombre “Allah” abarca todos los Nombres divinos, siendo todos ellos del Sí Mismo. Sus Nombres y Atributos se manifiestan en el Malakut (mundo de la Manifestación) y en el Mulk (Creación), y se ocultan en el Yabarút (nivel de la Omnipotencia) y en el Lahút (Sí Mismo divino Oculto). Allah es el Nombre Supremo (al-Ismu al-A`zham) de Quien no puede ser nombrado, constituyendo un símbolo que unifica lo Oculto y lo Manifestado.
«El Nombre Supremo» es el significado más grande que se le atribuye a Allah, la realidad de todos Sus Nombres, aquel Nombre que en su inmensidad es inabarcable por nosotros, superior a nuestra comprensión. Y cuando lo invocamos lo hacemos intencionalmente para alcanzar la mayor elevación, la mayor realidad de ese Nombre, que nos abarca y nos excede infinitamente. Esto significa que ese Nombre constituye una pronunciación de nuestras voces, un significado en apariencia conocido, pero una Realidad totalmente desconocida en Sí Misma, en su Grandeza. Aunque ella de alguna manera nos cubre cuando lo invocamos, y nos excede en todo sentido, y por lo mismo nos eleva y nos engrandece. Por eso es muy importante la invocación del Nombre Supremo.
Pero no debemos olvidar que el Nombre Supremo es un símbolo. Esto significa que el Nombre “Allah” no nos da a conocer a Allah en Sí Mismo, sino que sólo constituye el símbolo de Allah. Porque en la medida en que excede nuestra comprensión, en la medida en que no podemos abarcarlo, no podemos tampoco atribuirle nada en absoluto. Él se atribuye a Sí Mismo en el Sagrado Corán un Nombre y numerosos Nombres, y nos los da a conocer por Revelación. Y porque se atribuye el Nombre Allah nosotros lo podemos pronunciar, aunque solamente como un símbolo de Aquél que está por encima de toda posibilidad humana de comprensión.
De parte del Imam Yá`far Al-Sádiq (P), se registra que dijo: “Por cierto que Allah, Poderoso y Majestuoso, hizo que Su Nombre Supremo estuviera constituido de setenta y tres letras, de los que dio a Adán (P) veinticinco signos, y dio a Noé (P) veinticinco signos de ellos, y dio a Abraham (P) ocho signos de ellos, y a Moisés (P) dio cuatro signos de aquellos, y a Jesús (P) dio dos signos de ellos con los que revivía a los muertos, curaba a los ciegos de nacimiento y a los leprosos. Y dio a Muhammad (BPD) setenta y dos signos, ocultando un signo para que no se sepa que hay en sí mismo, pero él [Muhammad] conozca lo que hay en el alma de otros” (T, VIII, p. 366).
El Nombre Supremo se identifica con el Poder divino, que realiza lo que su pronunciación permite, y aunque sea un solo signo, transforma todas las cosas creadas. Pero no es un Nombre compuesto, que se deba pronunciar en conjunto, sino que es de las claves de la realidad que Allah permite a Sus siervos conocer, para transmitirles el Poder, la Majestad, el Señorío y la Fuerza, como a Muhammad y a su Descendencia (BP) Tampoco la cantidad de signos es decisiva para el Nombre Supremo, pues él se constituye aún con un solo signo.
Se han propuesto distintos Nombres como el Supremo, como Al-Háiiu –l-Qaiiúm (Viviente, Subsistente), debido a la tradición del Profeta (BPD) que dice que en el versículo del Trono se encuentra el Nombre Supremo, o bien se lo ha buscado en las siglas del comienzo de alguna de las suras, etc. En realidad, no es un Nombre en particular, en todo caso, el símbolo de todos los Nombres divinos es el Nombre Allah, que es entonces por su significado el Nombre Supremo. Pero inclusive, aparte de conocer nombres, signos, o letras, está la categoría del siervo a quien Allah dignifica con el Señorío, le transmite Poder y Fuerza. Ese siervo es en sí mismo un factor del Nombre Supremo, y se identifica con lo que Allah Exaltado le dio a conocer de Sí Mismo. No importa qué cantidad de signos recibieron los Profetas (BP), pues fueron dignificados con diferentes modalidades del Sí Mismo divino para que cumplieran su misión. A los guías espirituales el Profeta (BP) les otorga un conocimiento sobre el Tauhíd, y éste conocimiento constituye para ellos el Nombre Supremo, su dignificación.
El Nombre «Allah» es, entonces, al-Ismu al-A`zham, el Nombre Supremo, y es la clave de toda la vida espiritual del creyente. Es el Nombre prometido y pronunciado, el Nombre escondido y manifestado. Por eso se dice en el Sagrado Corán: «Hua Allahu, la Iláha illa Hua», «Él es Allah, no hay Divino sino Él». Y a Él se Le atribuyen todos los Nombres exaltados, aunque todos los Nombres de Allah son exaltados, y todos ellos son Nombres del Sí Mismo divino. Pero como son distintos, no podemos menos que decir que el Nombre Supremo es el Nombre «Allah», cuya pronunciación constituye la clave de toda la vida espiritual, en el Islam, para el creyente.
El nombre Allah y el Profeta (BPD)
Dice el Sagrado Corán: Les haremos ver nuestros Signos en los horizontes, y en sí mismos [en sus propias almas], hasta que se les evidencie que es la Verdad [que Allah o la existencia es real] ¿Es que no es suficiente para ellos [los hombres] que tu Señor es Testigo de todo? (32:35) Y como Allah da ejemplo de todas las cosas (17:89) es necesario que en el plano del mundo haya un ejemplo de lo Absoluto o Perfecto, como testimonio de que eso es real, y ese ejemplo constituye la plenitud de lo creado y el modelo a seguir. Y respecto del Profeta (BPD), como ejemplo perfecto y modelo, dice: Por cierto que tú eres sin duda de una naturaleza extraordinaria (68:4) Y: Tenéis por cierto en el Mensajero de Allah un modelo bonísimo (33:21)
En la fuente sunnita Perlas esparcidas, se registra: “Dijo el Mensajero de Allah (BPD): ‘El ejemplo de aquello con lo que fui enviado por Allah, en cuanto a la buena Guía y el Conocimiento, es como el de la lluvia abundante que alcanzó una tierra en la cual había un resto [de simiente], y el agua la regó, entonces germinaron profusamente el pasto y la vegetación. Y había en ella arideces que retuvieron el agua, con lo que Allah benefició a la gente que bebieron de allí, regaron, y sembraron. Pero cayó en otro pedazo de ella que sólo era un bajo fondo que no retuvo el agua, ni germinó en pasturas. Este es el ejemplo del que estudió el Din de Allah, y al que aprovechó aquello con lo que fui enviado, y entonces conoció y enseñó; y el ejemplo del que nunca elevó la cabeza en ello, ni aceptó la buena Guía de Allah con la que fui enviado»‘ (T, VIII, pp. 172-173).
La criatura elegida, Muhammad, con él sean la Bendición y la Paz, es el que sintetiza en su plenitud los Atributos de Allah, exaltado sea, y entonces es el primero entre las criaturas manifestadas por Allah, y el último como sello de la Profecía; el manifestado al mundo como el Muhammad que conocemos históricamente (BPD), y el oculto a aquél bajo la forma metafísica del Muhammad que es glorificado en el cielo como Ahmad (BPD). Y en tanto que él asume y sintetiza a la perfección los Atributos divinos en su máxima plenitud, ¿acaso la palabra Allah no encierra el secreto del Profeta?
El Sagrado Corán presenta al Profeta como su ejemplo en el plano de la creación cuando dice: Di [Profeta]: “Si amáis a Allah, ¡seguidme!, Allah os amará” (3:31) Y también: Por cierto que el Profeta es preferible para los creyentes a sus propias almas (33:6) Allah ama que Sus siervos se revistan de las cualidades nobles que Él manifestó en el Profeta (BPD), razón ineludible de Su amor hacia ellos, como la virtud, la justicia, la rectitud, la veracidad, el conocimiento y sabiduría, el cumplimiento, la firmeza, la entrega sincera, la fe, el arrepentimiento, el perdón, el esfuerzo, etc. Abdallah Ibn Omar es citado en “Perlas esparcidas” relatando lo siguiente: «Estábamos en lo del Mensajero de Allah (BPD) entre un grupo de sus compañeros, y él preguntó: «¡[Escuchad] vosotros!, ¿no sabéis que soy el Mensajero de Allah para vosotros?» Respondieron: «¡Claro que sí!» Él prosiguió: «¿No sabéis que Allah reveló en Su Escritura [el Sagrado Corán] que el que me obedece ha obedecido pues a Allah?» Respondieron: «¡Claro que sí! ¡Testimoniamos que el que te obedece ha obedecido a Allah, y que parte de la obediencia a Él es la obediencia a ti!» Prosiguió: «Así pues, parte de la obediencia a Él es que me obedezcáis, y parte de la obediencia a mí es que obedezcáis a vuestros imames [guías espirituales], y aun cuando ellos rezaran sentados [sin ejecutar los movimientos impuestos para la oración], ¡rezad sentados todos vosotros!»» (T, V, pp. 17-18).
Pronombres divinos
El Nombre Allah está compuesto por el artículo Al (el), y el sustantivo Iláh, cuya raíz verbal es desconocida. Iláh es la realidad de cada cosa real, siendo Allah en Sí Mismo el Real por excelencia. El artículo indica al particular, y el sustantivo al Real, y por lo tanto la concreción del Iláh en cada uno de los seres creados equivale a alcanzar la particularidad y la mayor realidad posibles. En última instancia, “particularidad” y “realidad” son términos similares, pues indican ambos la concreción de algo distinto en sí mismo, que no se confunde con nada.
Además, el Sagrado Corán menciona varios pronombres de Allah Exaltado, “Yo (Ana), Tú (Anta), Él (Hua) y Nosotros (Nahnu)”, cada uno de los cuales tiene un significado metafísico distinto. “Yo” indica la mayor cercanía a Allah Exaltado, “Tú” es utilizado en el diálogo con Allah, preferentemente para destacar el sometimiento del siervo a su Señor, y para reconocer las falencias del siervo y la Indulgencia del Señor. “Él” menciona el Sí Mismo divino oculto que se automanifiesta en todas las cosas. En cuanto al “Nosotros”, aludiría a los actos divinos que manifiestan la multiplicidad, y en los que intervienen los entes superiores, por ejemplo Gabriel (P). Por otra parte, existen desinencias que indican alguno de los pronombres, como en castellano también las hay. Por ejemplo, Subhanaka “Glorificado Tú”, etc.
Cuando decimos «Hua Allah», «Él es Allah», queremos decir que el Hua, el Sí Mismo divino, está presente en la realidad misma de nosotros (o más bien, que nosotros estamos en Él, y que el sí mismo verdadero de cada cual es uno en Allah. «Hua Allah» y «la iláha illa Hua», «no hay Divino sino Él», expresan que la Divinidad no se encuentra en ninguna forma externa, y que Él no se puede percibir bajo ninguna cosa concreta adorable, ni persona, ni objeto, ni idea. Pero también significan que el sí mismo de cada ser lo manifiesta a Él Mismo. Aunque de aquí se deduce también que es imposible alcanzar en su máxima expresión el sí mismo de cada uno, pues tampoco es abarcable, en tanto Él, exaltado sea, se manifiesta allí: «Las miradas no lo abarcan, pero Él abarca todas las miradas».
Este es el significado del «Hua», que como los significados del «Ana», «Yo», y del «Anta», «Tú», tiene un modo de ser concreto para nosotros, igual que cada Atributo de Él (Misericordioso, Compasivísimo, Conocentísimo, Viviente, Subsistente, Altísimo, etc.), aunque cada uno de esos significados o Atributos sean infinitos, y nosotros seamos seres finitos, limitados.
© Textos del Sheij Alí Al-Husainí recopilados por Aiman Fradkin y Hasan Gomez, editados por Bashir Gomez