Basír: Videntísimo, Observador
Basír es un calificativo que proviene del verbo básara, ver, mirar, observar y contemplar. Se deriva también de ese significado el término basírah, que significa “visión espiritual”, pero también “observación inteligente”. Se cree que quien posee basírah capta mejor la realidad, y en el sufismo se califica así a la persona visionaria, o que puede preanunciar el futuro. También se dice basír del testigo ocular. Uno de los atributos divinos principales es Basír, Videntísimo, que se replica en el Sagrado Corán treinta y seis veces, y es frecuentemente acompañado por el atributo Sami´, Oyentísimo, que se reitera cuarenta y tres veces.
En el hombre “vidente” hace referencia a la imaginación, y “oyente”, hace referencia a la razón o intelecto. Pero ambos tienen como centro el corazón, de donde parte el conocimiento, gracias al cual somos humanos. Y el corazón alude a la intuición, o captación espiritual de la realidad, sin mediación, por la cual alcanzamos “la realidad tal cual es”. Alguien preguntó al Emir de los creyentes, Alí Ibn Abi Tálib (P): “¿Has visto a tu Señor?”, y él contestó: “¡Pobre de ti! ¡No podría adorar a un Señor que yo no viera!”. Replicó el hombre: “¿Cómo lo has podido ver?”. Respondió: “No lo ven en absoluto los ojos en la contemplación visual, pero lo ven los corazones en la realidad de la Fe”.
En la fuente imamita Al-Isharát (Las alusiones), se dice que el Emir de los creyentes Alí Ibn Abi Tálib (BP) expresó: “Nunca vi ninguna cosa sin ver a Allah junto a ella”. Y dijo: “Jamás adoré a un Señor que nunca vi” (T, VIII, p. 263).
La adoración surge gracias a la visión y la audición, porque éstas representan el conocimiento del corazón, o bien la intuición de la Presencia divina, glorificado sea Allah, Poderoso y Majestuoso. Incluso inconscientemente el hombre adora a Su Señor con su simple existencia y constitución, así como todas las cosas. Es la Presencia de Allah Exaltado la que se manifiesta a Sí Misma ante Sí, pues no hay otra realidad que la Suya. Él no es “neutro” respecto de las cosas, tiene una Presencia real en ellas. Él percibe absolutamente todas las cosas, siendo este el signo de Su Presencia en la Creación.
En una tradición cuenta un discípulo que fue a ver al Imam Ya’far Al-Sadiq (P), y éste le preguntó: “¿Tú calificas (o describes) a Allah?” Respondió el discípulo “sí”. Le pidió el Imam (P): “Dime cómo”. Y dijo el discípulo: “Él es Oyentísimo, Videntísimo”. Respondió el Imam (P): “Estas son cualidades a las que se asocian las criaturas”. Preguntó el discípulo: “¿Cómo Lo calificas tú?”. Dijo: “Él es Luz sin tinieblas, Vida sin muerte, Conocimiento sin ignorancia, Verdad sin falsedad (o Realidad sin vanidad.)”. Y agrega el discípulo: “Salí de lo de él siendo el más sabio de la gente en el Tauhíd”
El Sí Mismo divino se automanifiesta en los seres creados en grado decrecido o velado, pero esos atributos tienen como centro el corazón, de donde parte el conocimiento. Y “corazón” alude a la intuición, o captación espiritual de la realidad. En una tradición de Yá`far Al-Sádiq sobre el Tauhíd dice lo siguiente: “Los Atributos sólo pertenecen a Él, pero sus denominaciones circulan por las criaturas, como Oyentísimo, Videntísimo, Compasivísimo, Misericordiosísimo, y otras parecidas. Y las Cualidades pertenecen al Sí Mismo, no son adecuadas sino a Allah, Bendito y Exaltado”. Se registra del Imam Ali Ar-Rida (P) que dijo: “Dice Allah: ‘¡Hijo de Adán! Por mi Albedrío tú puedes desear (tashá’) para ti mismo aquello que quieres; y por mi Fuerza (qúuati) cumples con las obligaciones hacia Mí; y por mis mercedes (ni’ámati) te eximes de la desobediencia a Mí. Te he hecho oyente (samí´), vidente (basír), fuerte (qauíi). Todo bien que te toca proviene de Allah, y todo mal que te acomete proviene de ti mismo; y por eso es que tengo prioridad por sobre ti en hacerte el bien, y tú tienes prioridad por sobre Mí en hacerte el mal; y es por esto que Yo no soy interrogado por lo que hago y ellos (los hombres) serán interrogados’” (T, V, p. 16)
En la fuente imamita Al-Basá’ir (Las visiones -o contemplaciones-) por parte de los Imames Muhámmad Al-Báqir (P) y Yá’far Al-Sádiq (P) enseñaron: “El Mensajero es a quien se le manifiesta el ángel y le habla, y el Profeta ve en sueños. Pero es posible que la Profecía y ser Mensajero se unifiquen en alguien. Y el inspirado es quien escucha la voz pero no ve la figura” Se le preguntó: “¿Cómo sabrá que lo que ve en sueños es verdadero?” Respondió: “Allah le propicia eso hasta que lo sepa [con evidencia irrefutable] Por cierto que Allah puso sello final a todas las Escrituras con vuestro Libro [el Sagrado Corán], y a todos los Profetas con vuestro Profeta [21:23]” (T, III, p. 186)
La Realidad divina abarca lo Oculto y lo Manifiesto, y el Profeta (BPDyC) recibió daciones del Ser, y del No-Ser u Oculto, pues siendo el Primer Manifestado, su vínculo con lo Oculto o Sí Mismo divino es particular e indescriptible, no equivalente al de ningún otro ente. Así se explica también la ubicuidad del Profeta (BPDyC), “puede estar y no ser”, pues la visión espiritual de él puede presentarse simultáneamente en múltiples lugares y a un mismo tiempo.
Sobre el Profeta (BPDyC) también se registra una tradición de parte del Imam Alí Al-Rída (P), en la obra Al-Tauhíd: “Cuando miraba con su corazón a su Señor [durante su Ascensión] Él lo establecía en una Luz como la de los velos, hasta que le fuera visible lo que había en los velos” (T, VIII, p. 265) En la misma fuente, de parte del mismo Imam (P), se relata que alguien le preguntó: “¿El Mensajero de Allah (BPDyC) vio a su Señor, Poderoso y Majestuoso?” Respondió: “Sí, con su corazón Le vio. ¿Es que no has escuchado a Allah, Poderoso y Majestuoso, decir: El corazón [del Profeta] no falseó lo que vio [53:11]? No Le vio con la visión sensible, sino que Le vio con el corazón” (Id.)
En una tradición se narra: “Fuimos a ver a Abu Al-Hasan Al-Rida (el octavo Imam -P-) y le contamos lo que se decía sobre que el Profeta Muhammad (BPDyC) había visto [durante su Ascensión] a su Señor bajo el aspecto de un joven proporcionado, de una edad de unos treinta años, y que sus piernas [las del Señor] estaban sobre ‘lo verde’. Dijo uno de los visitantes: ‘… dicen que Él está vacío [desde los pies] hasta el ombligo, y que el resto [de su cuerpo] es imperecedero’. Entonces el Imam (P) se prosternó sobre su frente, y así exclamó: ‘¡Glorificado seas! ¡No Te han conocido ni Te han unificado! A causa de esto Te han descripto (calificado) ¡Glorificado seas! Si Te conocieran Te habrían sin duda calificado con lo que Tú te calificas a Ti mismo. ¡Glorificado seas! ¿Cómo sus conciencias les permiten asemejarte a otro? ¡Mi Dios! ¡No Te calificaré sino con lo que Tú te has calificado a Ti Mismo, ni Te asemejaré a Tus criaturas! Tú eres capaz de todo bien, ¡no me hagas, entonces, de la gente inicua!’ Luego se volvió hacia nosotros y nos dijo: ‘Cualquier cosa que imaginéis, imaginad que Allah es otra cosa.
En una tradición que citamos ahora parcialmente dice: “‘¡Infórmame del Ihsan!’ Y le contestó: ‘Es que adores a Allah como si lo vieras, pues si tú no lo ves realmente, Él te ve.”
Un beduino pidió un consejo al Profeta (BPDyC) y éste le recomendó no mentir. El Profeta veía el corazón de las personas, y sabía lo que más le convenía aconsejarles. A otros les recomendó no ser hipócritas, o ser justos con sus familias, etc. El beduino confesó luego que ese consejo le impidió realizar cualquier otra falta, porque cualquier maldad que cometiera y fuera interrogado por ella, él debía reconocerla para no mentir, lo cual le impedía cometerla (T, VI, p. 251)
Dice el Sagrado Corán: Y Allah os extrae del vientre de vuestras madres sin que conozcáis nada, e hizo para vosotros la audición, las visiones [vista, percepción sensorial, e inteligencia], y los corazones [la intuición y los sentimientos] para que quizás agradezcais (16:78). Hay dos tipos de audiciones y dos tipos de visiones, una la sensible y la otra espiritual o intelectual. Puede una de ellas estar sana y la otra estar enferma, como el Sagrado Corán expresa sobre los que pueden oír y ver físicamente, pero cuya visión espiritual es errónea y desvían a la gente: Estos jamás podrán desafiar a Allah en la tierra, ni tendrán protectores en lugar de Allah, y se les duplicará el castigo; por haberse negado a escuchar y ver. Estos son quienes se desmerecieron a sí mismos y cuanto hayan inventado se les esfumará (11:20)
En cuanto a los creyentes, su visión espiritual también es mencionada por el Sagrado Corán y el hadiz: Les mostraremos nuestros signos en los horizontes, y dentro de sí mismos, hasta que vean claramente que [Allah] es la Verdad (41:53) Y dice: Este [Corán] es una [evidencia para la] visión profunda de los hombres, una guía y una misericordia para una gente convencida (46:20) “Cuando Allah quiere el bien de un siervo abre para él los cerrojos de su corazón, y establece en él (en su corazón) la Certidumbre y la Veracidad. Y hace de su corazón perceptivo (consciente) para lo que inspira en él, y hace que su corazón esté en paz (sano), y su lengua sea veraz, y su carácter recto. Y hace que su oído sea atento, y su ojo visionario” (Al-Bujári de parte de Abu Dharr). Se conoce la tradición del Profeta (BPDyC) que dice que el sueño veraz es la cuadragésima sexta parte de la Revelación, y también la que dice que el hombre recibe alguna vez una inspiración divina para guiarse hacia el bien: “Vuestro Señor os da en los días de vuestra existencia inspiraciones ¡Exponeos a ellas para que quizás os toque una de Sus inspiraciones y nunca más os afligiréis!” (islamweb.net/fatwa). El Profeta (BPDyC) dijo: “Quien me ha visto –en el sueño o en la visión contemplativa- me ha visto de verdad, porque Satanás no puede adoptar mi figura” La visión contemplativa no puede ser puesta en duda en el Islam, excepto que es una visión no sensible, sino del corazón.
El corazón es el fundamento de todo lo que el hombre comprende a través de su intelecto, gracias a una intuición directa, pura, anterior al pensamiento. Se puede asimilar a la Fítrah o esencia primordial del ser humano, que contempló las Luces divinas antes de nuestra aparición en este mundo.
En las fuentes imamitas Bihár Al-Anuár (Océanos de las luces), y Al-Irshad (La buenaguía, esta última del autor Al-Dailami), una tradición del Profeta (BPDyC) dice: “El que actúa según Mi Complacencia obtiene tres cualidades: Le daré a conocer un agradecimiento no mezclado con ninguna ignorancia, un recuerdo no confundido con ningún olvido, y un amor al que no incida el de ninguna otra criatura en el amor a Mí. Y cuando él me ame, Yo le amaré, y abriré el ojo de su corazón a mi Majestad, y no le ocultaré a lo selecto [a los seres selectos] de Mi Creación. E intimaré con él (le confidenciaré) en la oscuridad de la noche, o a la luz del día, hasta que su conversación con las criaturas, y su tertulia con ellas, cese. Y le haré oir Mis Palabras y las de Mis ángeles, y le daré a conocer el secreto que Yo velé a Mi Creación (o a Mis criaturas), y lo revestiré de pudor al punto que todas las criaturas tengan pudor ante él. Y marchará por la tierra perdonado de todo, y haré de su corazón perceptible, visionario, y no le ocultaré nada del Paraíso, ni del Fuego. Y le daré a conocer lo que le sucede a la gente de calamidad y sufrimiento en la Resurrección, y lo que Yo sentenciaré al respecto, sean ricos o pobres, ignorantes o sabios. Yo le haré reposar en su tumba, y haré descender a Munkir y a Nakir [los dos ángeles del juicio de la tumba] para que lo interroguen, y no padecerá la angustia de la muerte, ni las tinieblas de la tumba y sepultura, ni el espanto de la resuscitación. Luego le instalaré su balanza, y le expondré sus registros, y tomará luego su libro [de las obras] con la derecha [como los bienaventurados], y lo leerá, siendo [ese libro] exhaustivo. Luego no pondré entre Mí y él ningún intermediario, y tal es la condición de los amados. ¡Ahmad [uno de los nombres del Profeta (BPDyC)]!: ¡Haz de tus preocupaciones una sola [la del más allá], y de tu lengua solamente una [sincera], y haz de tu cuerpo activo [para la devoción y el bien] sin abandonarse nunca! El que de Mí se descuida, Yo no me intereso en qué hondonada se aniquila”. (T, VI, pp. 175-176). Esta última tradición describe la condición del realizado que ha llegado a la visión del ojo del corazón, como allí dice: “Y cuando él me ame, Yo le amaré, y abriré el ojo de su corazón a mi Majestad”.
© Textos del Sheij Alí Al-Husainí recopilados por Aiman Fradkin y Hasan Gomez, editados por Bashir Gomez