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Faiiád Efundente, Dadivosísimo

La Efusión es el desborde de la Realidad divina, la cual no es ni deja de ser ella misma en su Efusión. «Efusión» (Al-Faid) significa, entonces, «desborde», y siempre se usa en un sentido positivo, con referencia, por ejemplo, a la efusión de la lluvia desde el cielo.

         La continuidad y permanencia ininterrumpida del Sí Mismo divino es sinónimo de la Eternidad divina, y de la perecidad de todo lo creado.

         Toda otra realidad, aparte de la Divina, depende absolutamente de ésta última, porque no es sino por un exceso (Efusión) de Su Realidad. Esto es comparable a la reverberación de un objeto luminoso, como una halo de luz a su alrededor, que si bien pertenece a la luz propia del objeto no es la luz misma pero no deja de serlo.

         La Efusión, en definitiva, es como una pulsación de la Luz divina que se produce fuera del tiempo. Por eso Allah es Inmanente y Trascendente en Absoluto, queriendo decir  con “Absoluto” Su Manifestación fuera del tiempo. La Efusión no es necesaria, sino una Gracia o Excedencia: “Era un tesoro escondido y quise manifestarme”. Es el vínculo con Allah tal y cual se manifiesta en uno mismo.

En el Profeta (BPD) se manifestó el vínculo y la categoría del Amor, la máxima categoría posible, pues el Amor manifiesta la Unidad divina, a Allah en Sí Mismo. El Amor engloba todos los Atributos del Sí Mismo, y los establece en el Primer Manifestado. Es gracias al Profeta (BPDyC) que se realiza la Efusión y son manifestados los entes de ese mundo, como también los seres de la Creación. Se identifica así con Allah Manifestado.

Al-Uasílatu -l-Fadílah, el Vínculo Excelentísimo, es el Secreto de la inmediatez del Profeta (BPDyC) a Allah Exaltado, la Efusión del Oculto en el Manifestado, vínculo secreto, único, de la primera Luz manifestada, de la cual derivaron el resto de los entes. Y cuando nos vinculamos a él, nos vinculamos con Allah a través de su vínculo.

En conclusión, la Efusión es el desborde del Sí Mismo divino, cuya “substancia” es el Amor, y cuya forma está dada por el Conocimiento. La Efusión manifiesta todas las cosas manifestadas, y oculta el vínculo secreto

Entre las tradiciones de parte de Yábir Ibn Abdallah Al-Ansári, un gran compañero del Profeta (BPDyC), se dice: “Pregunté al Mensajero de Allah: ‘¿Cuál fue la primera cosa que Allah creó?’. Respondió: ‘La luz de tu Profeta, Yábir, Allah la creó y de ella creó toda cosa buena. Luego la estableció ante Él en la categoría de la Proximidad, tanto como Allah quiso, y luego la determinó en partes, y creó el Trono de una parte, y el Escabel de otra, y a los Portadores del Trono y los Residentes del Escabel de otra, y estableció la parte cuarta en la categoría del Amor, tanto como Allah quiso. Luego la determinó en partes, y creó al Cálamo de una parte, y a la Tabla de otra, y al  Paraíso de otra, y estableció a la parte cuarta en la categoría del Temor tanto como Allah quiso. Luego hizo de ella divisiones, y creó a los ángeles de una parcela, y al sol de otra, y a la luna de otra, y la cuarta parte la estableció en la categoría de la Esperanza (el anhelo expectante) tanto como Allah quiso. Luego hizo de ella divisiones, y creó al intelecto de una parte, y al conocimiento y la templanza de otra, y a la inmunidad (o impecabilidad) y la prosperidad y felicidad de otra, y estableció la cuarta parte en la categoría del Pudor tanto como Allah quiso. Luego la observó con la mirada de la reverencia (la veneración sacra), y esa luz transpiró y goteó de ella 124.000 gotas. Entonces Allah creó de cada gota el espíritu de cada Profeta y Mensajero. Luego las almas de los Profetas respiraron, y Allah creó de sus respiros los espíritus de los santos, los testigos y los justos” (T, I, p. 121).

En Tafsír Al-Qúmmi se trae la tradición de Yá`far Al-Sádiq (P) en que un seguidor de él le pregunta sobre la interpretación del versículo: ¡Nun, por el Cálamo! (68:1) y el Imam respondió: “Por cierto que Allah creó el Cálamo de un árbol en el Paraíso al cual se le llama Al-Juld (la perdurabilidad). Luego ordenó a un río en el Paraíso: ‘¡Se tinta!’, y el río se detuvo, y es más blanco que la nieve y más dulce que néctar. Luego ordenó al Cálamo: ‘¡Escribe!’ Respondió: ‘Señor mío, ¿qué he de escribir?’ Dijo: ‘¡Escribe lo que fue y lo que será hasta el Día de la Resurrección!’ Entonces el Cálamo escribió en una lámina más blanca que la plata, y más pura que el jacinto. Luego [Allah] lo dobló y lo dispuso en el pedestal del Trono, y de seguido selló la boca del Cálamo que no habló desde entonces, y nunca hablará, siendo él el Libro Resguardado [arquetípico, 56:78] del cual derivan todas las copias [modelo de todos los seres]” (T, VIII, pp. 169-170).

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