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Muyíb El que responde las súplicas Complaciente

El término ayaba significa responder, y la palabra derivada iastayíbu se utiliza en dos sentidos, pedir una respuesta o bien recibirla. Si se trata de preguntar se utiliza el primer sentido, el segundo sentido si se espera como devolución la respuesta, pero en ambos casos se utiliza el mismo término. Es un término múltiple, que también significa “adquirir”, pues el que solicita respuesta la adquiere o asimila cuando le es dada. Por eso tiene que ver con el ruego (du’a´

Si Mis siervos te preguntaran por Mí que sin duda estoy muy próximo, respondo (Uyíbu) al ruego del que implora cuando Me invoca: ¡Que Me obedezcan, pues, y que crean en Mí para ser bien guiados! (2:186)

Allah Exaltado se dirige al Profeta (BPDyC) al decir “si Mis siervos te preguntaran” aludiendo directamente a todos los hombres, sin diferenciar entre creyentes e impíos, pues llama a todos Mis siervos. Responde luego por ellos a la pregunta que Él mismo sugirió, contestando: Que sin duda estoy muy próximo, y menciona enseguida la súplica, el vínculo más importante entre Allah y Sus siervos: Respondo al ruego del que implora cuando me invoca.

La única restricción a Su Generosidad, exaltado sea, es que se lo invoque a conciencia, porque “cuando Me invoca” significa a conciencia, y agrega otra condición ¡que Me obedezcan…! Esa restricción no está dirigida a limitarlo a Él, no es que Su Generosidad sea imposible si no somos conscientes de la súplica, no, sino que la súplica inconsciente o vana, maligna o hipócrita, no Le invoca a Él verdaderamente, aunque parezca estar a Él dirigida. El que asocia a su súplica una intención defectuosa, como cuando desconfía de lograr lo pedido, o pide lo indebido, invoca a otro que a Allah, aún cuando creyera que Le invoca a Él, porque no es digno que se desconfíe de Su Poder, ni Él es un injusto o un ignorante para que se le pida lo indebido. La súplica a conciencia es la súplica sincera, que sale del corazón, y que Allah conoce porque Él está más cerca de nosotros que nuestra yugular.

El Sagrado Corán nos enseña que todas las cosas dependen en absoluto de Allah: ¡Humanidad!, vosotros sois los indigentes de Allah, y Allah es Opulentísimo, Alabadísimo. (35:15) Y dice: Le suplican todo lo que hay en los Cielos y en la tierra. Cada momento Él está ocupado en algo [que le piden Sus siervos] (55:29) Esto significa que Él responde a toda súplica cuando es sincera, pues de lo contrario, si Él no proveyera, las cosas dejarían de existir.            

Dice el Sagrado Corán: Invocad a vuestro Señor humilde e íntimamente, por cierto Él no ama a los extralimitados (7:55), no ama a los soberbios, que desean elevarse sin humillarse a Él, sin anhelar su Gracia ni amarlo de corazón. Y por fin: Invocad a Allah rindiéndole una devoción sincera (40:14), con un amor verdadero.

Dice una tradición: “Si conocierais a Allah como debe ser conocido, vuestra súplica movería montañas” (T, II, p. 43), lo cual implica el autoconocimiento, pues “el que a sí mismo se conoce a su Señor conoce”. Y dice vuestro Señor: “¡Invocadme que os responderé! Por cierto que los que se engrandecen contra Mí devoción entrarán humillados en el Ardentísimo” (40:60)

Cuando el Sagrado Corán expresa “respondo al ruego del que implora cuando Me invoca” (2:186) pareciera existir redundancia, pues las palabras ruego, implora e invoca tienen aproximadamente un mismo significado, el de la súplica. Pero todavía en árabe se hace más evidente esta analogía entre las tres palabras, pues se usan para ellas tres variantes del mismo verbo. Esta reiteración señala las tres instancias de la súplica: Primero, el ruego, segundo, el que ruega, tercero, al que le es rogado. Si se cumplen debidamente estas tres instancias, entonces la súplica será eficaz, de lo contrario no.

En cuanto al ruego, debe ser sobre algo lícito, no contener agravios entre parientes (de padres a hijos o viceversa, etc.), no pedir lo imposible (como que nos crezcan en este mundo un par de alas), y debe seguir una modalidad definida, cuya forma óptima es: Primero alabar a Allah Exaltado y bendecir al Profeta (BPDyC), segundo pedir el perdón de las faltas cometidas, tercero agradecer los bienes recibidos, cuarto solicitar lo que se necesita, quinto finalizar alabando y bendiciendo.

En cuanto al que ruega, debe estar convencido del Poder y la Fuerza de Allah Exaltado, que de Él proviene todo bien y solamente el bien, estar arrepentido de sus faltas, estar persuadido que le será respondido, ser plenamente consciente de lo que se solicita, sin confusiones ni ambigüedades, ser constante en el pedido y no decepcionarse por la demora en la respuesta, cumplir con el resto de las devociones (como la oración, el ayuno, etc.)

Respecto de al que le es rogado, Allah Exaltado solamente responde al ruego que en verdad se dirige a Él, y Su respuesta es indefectible, aunque puede no ser inmediata, porque prueba el corazón de los que ruegan hasta que purifiquen su pedido de toda falencia (egoísmo, odio, envidia, rencor, etc.), y perfeccionen su súplica (cumpliendo con lo ya dicho en los dos puntos anteriores) Allah sólo desea responder y conceder en abundancia, no sólo lo pedido sino aún más. Pero los obstáculos a Su respuesta surgen por parte de los peticionantes, debido a sus faltas, la omisión de arrepentirse, las pasiones, el error de pedir lo indebido, etc..

En las tradiciones se dice que los ángeles elevan al Señor el ruego de los hombres, y cuando ellos escuchan una voz que sólo ruega en la desesperación, ante la desgracia inevitable, pero nunca reza, ni suplica el perdón de sus faltas, los ángeles rechazan entonces el pedido de esa persona diciendo: “Esta es una voz desconocida” 

También las tradiciones afirman que cuanto Allah ama más a un siervo, más demora Su respuesta, porque quiere escuchar su súplica, como el amante desea escuchar la voz de su amado. Y por fin, lo más importante es el amor al Profeta (BPDyC) para que la súplica sea respondida, y pedir su intercesión para ella.

De parte del Profeta (BPDyC) se registra una tradición sacra que expresa: “Dice Allah: ‘No hay criatura que se ampare en otra criatura fuera de Mí sin que corte de él los recursos de los cielos y los recursos de la tierra, vedados de él, y si Me pidiera no le daría, y si Me suplicara no le respondería. Y no habrá criatura que se ampare en Mí fuera de Mis criaturas sin que los cielos y de la tierra le aseguren su sustento, y si Me implora le respondo, y si Me pide le doy, y si Me ruega Indulgencia lo perdono’” (T, II, pp. 35-36)

En  ‘Uddatu Al-Dá‘i se menciona que el Profeta (BPDyC) dijo aconsejando a Abu Dharr Al-Guifári, con él sea la Complacencia divina: “¡Abu Dharr! ¿No te enseñaré algunas palabras con las que Allah, Poderoso y Majestuoso, te beneficiará?” Respondí –cuenta Abu Dharr-: “¡Claro que sí, Mensajero de Allah!” Él (BPDyC) prosiguió: “¡Ten presente a Allah, Allah te preservará! ¡Preserva a Allah, lo encontrarás ante ti! ¡Reconoce a Allah en la holgura, que Él te reconocerá en la dificultad! Y si tú pides algo, pídelo de Allah, y si requieres auxilio, requiérelo de Allah. Pues la pluma [del acontecer] ha escrito todo lo que será hasta el Día de la Resurrección, y si todas las criaturas pugnaran por beneficiarte con aquello que Allah no estableció para ti, no podrían hacerlo” 

Un seguidor del Imam Yá`far Al-Sádiq (P) le preguntó: “¿Qué es lo propio del ruego?” Respondió: “Comienzas alabando a Allah y exaltándolo, y mencionas sus mercedes contigo, y Le agradeces. Luego bendices a Muhámmad y a su Descendencia, y recuerdas tus faltas reconociéndolas, y entonces pides perdón por ellas. Esto es lo propio del ruego [después peticionas para ti]”. 

En la obra Makárim Al-Ajláq (Las noblezas del carácter), de parte del Imam Yá`far Al-Sádiq (P), se trae: “No deja la súplica de estar bloqueada hasta que se bendice a Muhámmad y a la Descendencia de Muhámmad” (T, II, p. 42) siendo el Profeta (BPDyC) el intercesor por excelencia. 

La intercesión del Profeta (BPD) para el logro espiritual máximo de la persona se cita de este modo en el Sagrado Corán: Realmente os ha llegado [humanidad] un Mensajero de vosotros mismos, a quien apena vuestra rebeldía, quien es vuestro custodio, con los creyentes compasivo misericordiosísimo. Y si te diesen la espalda, di: “¡Me es suficiente Allah! No hay Divino sino Él. A Él me encomiendo, siendo el Señor del Trono extraordinario (’azhim) (9:128-129)

© Textos del Sheij Alí Al-Husainí recopilados por Aiman Fradkin y Hasan Gomez, editados por Bashir Gomez

 

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