Báiz Resurrector

La palabra Bá’iz procede de una raíz verbal árabe que significa “resurgir”, “erigirse”, “mandar” o “enviar”. Se usa también en diplomacia para designar a la delegación de un país, inclusive, aunque sea deportiva. El Sagrado Corán dice: La humanidad era una sola comunidad, y luego Allah envió (ba´aza) a los Profetas, como albriciadores y como advertidores, y reveló con ellos la Escritura con la Verdad, para juzgar entre la gente en lo que ésta discrepaba… (2:213) Él [Allah] es Quien suscitó (ba´aza) entre los iletrados [sin Escritura sagrada anterior] un Mensajero de sí mismos, para que les transmitiera Sus signos y los purificara, les enseñara la Escritura [el Sagrado Corán] y la Sabiduría, aun cuando antes de ello estaban en un error manifiesto (62:2) Tal es porque Allah es la Verdad y Realidad (Al-Haqq) y porque Él resucita (iab´azu) a los que están en las tumbas, y porque Él es Todopoderoso (22:6).

Con algunas variantes Al-Bá´zu o Resurrección es sinónimo de “el más allá” (al-Ájirah), y el Día de la Resurrección (al-Qiiámah), el Juicio (al-Hisáb), la Reunión o Junta (al-Hashr), la Hora (al-Sá`ah) o el Día Final (Iámu -l-Ájirah) Todas las expresiones citadas se sintetizan en la expresión liqá’u Allah, “el encuentro con Allah”: Han perdido quienes desmintieron el encuentro con Allah [la Resurrección y el Juicio] (6:31)

El punto esencial de la “Resurrección y el Juicio” es que la vida no cesa sino que se transforma. Debemos hacer una distinción entre “vida” y “existencia”, siendo la vida una condición permanente, que no puede desaparecer, mientras que la existencia es un estado entre otros de la vida presente, condicionado por el plano donde se encuentre el individuo. Este último tomará las formas correspondientes a su plano, en el nuestro espacio-temporal, son condición la existencia física, el espacio, el tiempo, y aquellas condiciones mencionadas en el Sagrado Corán como propias de la prueba a que estamos sometidos: Y en verdad os hemos creado [vuestra materia] y luego os configuramos [vuestra forma y esencia], después ordenamos a los ángeles: “¡Prosternaos ante Adán!”, y se prosternaron excepto Iblís que nunca fue de los prosternados. Le preguntó [Allah]: “¿Qué te impidió que no te prosternaras, desde que te lo ordené?” Respondió: “Yo soy mejor que él, me creaste de fuego, y lo creaste de barro” Ordenó [Allah]: “¡Desciende pues de aquí! No te es dado ensoberbecerte en esta [elevada categoría] ¡Sal, pues, eres de los degradados!” Exclamó: “¡Aplázame hasta el Día en que sean resucitados!” Respondió: “Por cierto que eres de los aplazados” Exclamó: “¡Entonces, por haberme Tú descarriado les asecharé [a los hombres] en Tu Camino Recto! Luego los acometeré desde sus delanteras, y desde sus dorsos, y por sus derechas, y por sus izquierdas, y no encontrarás a la mayoría de ellos agradecidos” Ordenó: “¡Sal de aquí, vituperado, repulsado! ¡Con los que de ellos te sigan repletaré sin duda el Ardentísimo de todos vosotros!” (…) Entonces Satanás susurró a ambos para que se les mostrara lo que a ambos les estaba oculto de sus intimidades [que no distinguían en sí mismos, ni en el otro], diciendo: “Vuestro Señor sólo os vedó a los dos de este árbol para que no seáis dos ángeles, o seáis los dos de los que se perpetúan” Y les juró tajantemente a ambos: “Yo por cierto soy para vosotros dos sin duda un buen consejero” Así envileció a ambos con engaño, y cuando los dos probaron del árbol surgieron las pudendas de cada uno al otro, y ambos comenzaron a recubrirlas con hojas del Jardín. Entonces su Señor invocó a los dos: “¿Es que nunca os vedé de aquel árbol, y previne a los dos que Satanás es realmente un enemigo manifiesto de ambos?” Respondieron: “¡Señor nuestro, envilecimos nuestras almas, y si Tú no nos perdonaras y nos hicieras Misericordia seremos seguramente de los perdidos!” Ordenó: “¡Descended! Seréis unos enemigos de otros, y tendréis en la tierra estancia y goce hasta un término” Dijo: “En ella viviréis, y en ella moriréis, y de ella resurgiréis [para la Resurrección y el Juicio]”. (7:11-25)

El tipo de lenguaje con el cual el Sagrado Corán narra los sucesos originales de la humanidad es simbólico, accesible a toda persona por mínimo conocimiento que pueda tener, como se explica a un niño asuntos que están más allá de su comprensión racional. Ello no significa que no sea concreto y verdadero lo que dice, por el contrario si no lo fuera no podría haber sido simplificado hasta ese punto. Luego, existe una comprensión más profunda que pudiera tener cada persona, porque esos símbolos son polisignificativos.

Sobre la muerte expresa el Profeta  (B.P.D.) en un hadiz: «Como vivís habréis de morir, y como muráis habréis de resucitar» (T, III, p. 111). Algunas veces se cuestiona la existencia de un Juicio universal suponiéndolo un mero examen de los actos individuales exclusivamente, lo que no deja de serlo, aunque tiene un significado más profundo. La instauración de la prueba, como el modo de la existencia en el mundo, determina que el ser no se encuentre completo, que deba alcanzar los objetivos para los que fue destinado. Así pues, la existencia en nuestro plano es un estado transitorio y no definitivo, como cuando un producto es elaborado y todavía no alcanzó su completamiento. Por eso es necesaria una evaluación final, que corresponde a la Gracia divina a que están destinadas todas las cosas, sin excepción. La Resurrección (ba´azah) confirma la continuidad de la Vida, mientras que el Juicio (Hisab) constituye una Misericordia predestinada eternamente para todos los seres.

En Al-Káfi de parte de Alí (P), se trae la siguiente tradición: “Por cierto que Allah expresa en su Libro: y aun cuando fuera un Corán que desplazara las montañas… [13:31], y hemos heredado nosotros [los Imames] este Corán en el que existe lo que hace que las montañas se desplacen, y sean hendidas las regiones, y sean resucitados los muertos” (T, XI, p. 370) El Poder divino es la total posibilidad, la Omnipotencia, y cuando el hombre se somete al Poder divino Allah le otorga la mayor libertad y posibilidad de actuar.

Los Profetas principales (P) alcanzaron la máxima libertad y posibilidad entre los humanos, y entonces Moisés (P) pudo decir, con el consentimiento de Allah: “¡Ábranse las aguas!”, o Jesús (P): “¡Levántate Lázaro!”, e hizo resucitar a otros varios, como lo hicieron también Elías (P) Y Muhámmad. El Mensajero de Allah (BPDyC), ordenó cierta vez a Alí (BP): “¡Ve y dile a los muertos que hablen con los vivos!”, y los muertos lo hicieron, e hizo retroceder el sol para que Alí (P) cumpliera con la oración dentro de su momento, y abriendo las manos partió la luna en el cielo, y extendió los dedos de su mano y salieron chorros de agua de entre ellos para que bebieran sus seguidores.

© Textos del Sheij Alí Al-Husainí recopilados por Aiman Fradkin y Hasan Gomez, editados por Bashir Gomez

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