Conversaciones con el Sheij Alí Al Husainí (5)

-Salamu aleikum Sidi Murshid, con Aiman lo acompañamos en su actual trabajo, el comentario de “Los Nombres divinos y su ejemplo en el Profeta (BPD)”, todavía en pleno desarrollo. No ha planteado aún el orden de presentación del tema, pero existe un antecedente ineludible en la obra “Teología Islámica”, cuyo capítulo 1 del libro 1 se titulaExaltación de los Nombres Divinos”

-Creo que debemos tomarlo en cuenta. La progresión de los Nombres divinos que allí se mencionan va desde la instauración de las cosas por el Sí Mismo Oculto, mencionado como Húa (Él), a la Creación de los cielos y de la tierra, y a la aparición del Poder Omnipotente de Allah en la constitución de cada cosa, y su orientación de todas ellas con Sabiduría. Menciona a través de los Nombres todos los aspectos en que se manifiestan la Realidad divina en la existencia: En la vida, en el conocimiento, en la intimidad del alma, en la provisión y el otorgamiento de los grados espirituales, en el establecimiento de la justicia y de la paz, en la muerte, el más allá y el Juicio, y por fin, en la aparición del nuevo ciclo.

-Recientemente Ud. ha expresado que solamente la recepción de ese Texto y el tiempo y tranquilidad de las cuales dispuso en San Martín de los Andes para su comentario, justifica su emigración (sin desmedro de las innumerables bendiciones que han recibido todos y cada uno de los discípulos que lo acompañaron en este trayecto). Habiendo publicado muchos libros, realizado el Tafsír o exégesis en español de gran parte del Sagrado Corán, y traducido numerosas obras del árabe que hoy se usan en diferentes ámbitos del mundo hispanoamericano ¿Qué significó para Ud. su último libro publicado “Teología Islámica. Restauración del conocimiento metafísico”?

-La “Teología Islámica”, de la cual no soy el autor sino el comentarista, constituye la culminación de mi tarea en este mundo, por el modo de su recepción, su contenido, el aprendizaje que asimilé a través de ella, el esclarecimiento de asuntos principales de nuestra fe, la proyección que tiene para el futuro en la época de la Restauración, la restauración del conocimiento metafísico universal, tan maltrecho por occidente, el hecho de que sea la primera obra directamente en lengua española sobre ese tema, y la satisfacción que me ha dado personalmente enseñar ese Texto a mis discípulos. Además de todo ello la elaboración de un lenguaje o un sistema de términos nuevos o redefinidos que permiten la expansión del entendimiento, y verdaderos descubrimientos intelectuales totalmente renovadores del conocimiento metafísico.

-He pensado, por mi parte, que su actual trabajo acerca de “Los Nombres divinos y su ejemplo en el Profeta (BPD)”, estaba de algún modo prefijado en la “Teología Islámica” ¿Cabía que el Profeta (BPD) se ensalzara a sí mismo en ese Texto? ¿No corresponde que lo enalteciera, finalmente, aquel en quien “brilla en su corazón el recuerdo de Muhammad”, como dice de Ud. el dú’á de la yamá’ah? 

Ud. ahonda en un asunto emocional y espiritual muy cierto, emocional por el amor que sentimos todos por Muhammad (BPD), y espiritual porque el despliegue de nuestra actual tarea en “Los Nombres divinos”, vinculando esos Nombres a la realidad del Profeta (BPD), a aspectos de su ser, complementan lo que se dice en “Teología”, por lo que no constituye solamente un enaltecimiento y alabanza del Profeta (BPD) sino una extensión de su significado metafísico como el Primer Manifestado, principio y fin de la realidad manifestada, y como dice nuestro dú’á, que Allah Exaltado “en él estableció el comienzo y estableció el retorno”.

-¿Por qué en “Teología islámica” se distingue entre Nombres y Atributos divinos?

En general la teología islámica no utilizó los términos “Nombres” y “Atributos” (asmá´ ua sifát) desde el principio, sino ya avanzado el tiempo, cuando se plantearon naturalmente temas teológicos debido al desarrollo del conocimiento. Aunque el Sagrado Corán usa la expresión “Nombre de Allah” varias veces: A Allah pertenecen los Nombres Más Bellos ¡Invocadlo por ellos y desistid de los que profanan Sus Nombres! (7:180), y también ¡Allah! ¡No hay divino sino Él! Suyos son Nombres más bellos (20:8) Pero el término “atributo” (uásaf) nunca aparece en el Libro con sentido positivo sino con sentido negativo, para rechazar que a Allah Exaltado se Le pueda atribuir cualidades, calificarlo y describirlo: Si hubiera en ambos [los cielos y la tierra] dioses varios, excepto Allah, seguramente se habrían ambos corrompido: ¡Glorificado sea Allah Señor del Trono, por cuanto Le atribuyen! (21:22), Le califican (iasifún).

La teología imamita no hace distinción entre Nombres y Atributos divinos, sino que los asimila, ya que es imposible en Allah distinguir categorías o especies, modos de ser, lo que sería calificar o definir Su “naturaleza”, como lo hace la teología errónea.

Aun así, y sin contradecir al Sagrado Corán, se puede hacer una distinción práctica entre Nombres y Atributos divinos, y es que los primeros aluden con exclusividad a Allah Exaltado, como es el mismo Nombre Allah, o el Más Misericordioso (Al-Rahmán), Creador (Jáliq), y el resto de todos los Nombres divinos que sea imposible aplicarlos directamente a los seres, excepto que le antepongamos el término ´abd, siervo, ´Abdallah, siervo de Allah, por ejemplo. Excepcionalmente algunas personas llevan nombres que coinciden con alguno de los divinos, como Karím, lo que es más frecuente en árabes cristianos.

-Si lo poco de Luz que recibimos no proviene de nosotros, ni de un esfuerzo voluntario ¿De dónde proviene el impulso espiritual, cómo nacen las ideas? ¿El concepto de predestinación espiritual nos conduce, de alguna manera, hacia una postura  fatalista?

Empecemos por lo último. La existencia de la predestinación personal es indudable y de ella tenemos constancia en nuestra existencia, si es que somos sagaces para reconocerla. Confirmando esto dice el Sagrado Corán: Por cierto, que a los que se anticipó el bien de Nuestra parte [la predestinación de lo bueno en este mundo y en el otro], tales serán alejados de él [del Fuego] No oirán su fragor, y ellos se perpetuarán en lo que desean sus almas. No les acongojará el gran espanto [del Día de la Resurrección], y los recibirán los ángeles [diciéndoles]: “¡Este es vuestro Día [de la recompensa], que os había sido prometido!” [21:101-103] Y también dice: [El Sagrado Corán] es sin duda una Advertencia. Así pues, el que quiera se persuadirá con él. Pero no se persuadirán [y quedarán advertidos] excepto que lo quiera Allah [predestinándolos a la fe], siendo Él merecedor de que se le tema, y digno de la Indulgencia [perdonar a Sus siervos e introducirlos en la salvación] (74:53-56)

En árabe el término qadá’ significa predestinación, o predeterminación, y señala la Causa eterna, establecida por Allah, que determina el destino de todas las cosas, no sólo del ser humano. El término qádar indica la realización o concreción del qadá’, el momento y el hecho, la manifestación de lo que está previsto en la Tabla Resguardada. La predestinación es algo oculto que se manifiesta, es la Causa eterna, intemporal, que determina nuestra existencia de un modo o de otro. Se produce temporalmente, aunque ya debía estar inscripta antes en nuestro destino, de acuerdo a cierta razón que se esconde a nosotros, pero que nos afecta directamente de manera sustancial.

La Tabla Resguardada, Al-Lauhu –l-Mahfudh, contiene la totalidad del Acontecer, todo lo que pasó y todo lo que vendrá, en su estado esencial, la totalidad de las posibilidades que se manifiestan, y la exactitud con que ellas han sido vinculadas entre sí. Dice una tradición o hadíz: “Allah Exaltado creó una Tabla Resguardada de perlas blancas, sus páginas son de jacinto rojo, su pencil (con el que es escrita) es de luz, y sus letras son de luz. Allah dirige hacia ella, todo día, trescientas sesenta miradas: Crea y aprovisiona, da muerte y da vida, eleva y degrada, y Él realiza todo cuanto quiere”

Pero la predestinación no anula la libertad para actuar y ser responsables de nuestros actos. Se narra que el Imam Ya´far Al-Sádiq (P) dijo: “La gente está respecto de la predestinación en tres estados, el del individuo que pretende que el asunto [su existencia individual] le está dado a su libre arbitrio, y así rebaja el Poderío de Allah, y por ello está perdido [desviado]; y el del individuo que pretende que Allah Exaltado predestinó fatalmente a los siervos, (aún) para el mal, y les cargó con lo que no pueden soportar, por lo cual injuria a Allah en Su Sabiduría, y por ello está perdido; y el de la persona que sostiene que Allah ha puesto sobre los siervos aquello que éstos pueden soportar, y no los cargó con lo que no soportarían, (esta persona) si hace el bien, alaba a Allah, y si hace el mal pide el perdón de Allah. Este es el musulmán maduro y completo”. El Imam Yá´far Al-Sádiq (P) afirma que quien adopta el fatalismo (yabr), o el libre albedrío absoluto (tafuíd), y se convierte a esas tendencias, “está perdido”.

Además, expresó: “No existe fatalidad (yabr), ni libre albedrío absoluto (tafuíd), sino la posición intermedia (al-manzilah baina al-manzilatain), y ella consiste en: La perfección del estado (la intención buena), la libre disponibilidad (para actuar sin impedimentos), la predisposición para el momento oportuno (suficiente preparación), la provisión de acuerdo a la necesidad (recursos adecuados), y la causa que promueve en el agente la acción”. Estas son las cinco condiciones en las que el Imam (P) resumió la síntesis de “la nobleza”, como la llama, que nosotros concebimos como el buen comportamiento, la personalidad equilibrada y madura. En consecuencia, si al siervo le falta alguna de las cinco condiciones, la acción que él produce sólo responde a su propia ignorancia y a su arbitrio o capricho. Dijo el Profeta (BPD): «¡Obrad, sed sagaces y perfeccionad vuestras obras! Pero sabed que no entraréis en el Paraíso sino por la Misericordia de Allah [no solo por las obras]». Le preguntaron: «¿Y tú Profeta?». Respondió: «Incluso yo, si Allah no me revistiera de su Misericordia». En la Misericordia divina consiste la predestinación.

 El Sagrado Corán ilustra la “posición intermedia” (al-manzilah baina al-manzilatain) en los hechos del comportamiento diciendo: ¡Adopta la disculpa, y ordena el bien, y apártate de los necios! (7:199) Se narra del Imam Al-Sádiq (P) que fue interrogado “¿Allah obliga a Sus siervos (fatalmente a cometer) el mal?” Respondió: “Él es más Justo que (lo que lleva a hacer) eso”. Se le reiteró “¿Acaso les ha dado absoluta libertad y arbitrio?” Respondió: “Él es más Poderoso y Omnipotente sobre ellos que (lo que lleva a hacer) eso”

La predestinación no se extiende a todos los aspectos de la existencia, pues en tal caso no seríamos responsables de nada, y consideraríamos a Allah Exaltado como injusto, pues premiaría y castigaría arbitrariamente, lo cual también anula todo principio moral, y todo concepto de justicia entre los seres.

En síntesis, la vida humana tiene cuatro componentes que pertenecen a la predestinación: Nacimiento, subsistencia mundana, destino espiritual (si alcanzará o no la fe) y muerte. Estos cuatro componentes son mencionados por el Profeta (BPD): “…Ciertamente en la creación de cada uno de vosotros, estáis en el vientre de vuestra madre: durante cuarenta días en forma de germen, luego como un coágulo por un período igual, después como un pedazo de carne por un período igual, y luego se le envía el ángel que sopla el espíritu en él, y se le encomiendan cuatro asuntos [al ángel]: escribir su sustento, el plazo de su vida, sus obras [si serán buenas o malas], y si será feliz o desgraciado…” Es la predestinación personal. (La descripción del Profeta –BPDyC- es plenamente científica y asombra hoy mismo a los especialistas en ginecología y obstetricia).

La predestinación nos enseña a reconocer la Grandeza y Omnipotencia de Allah Exaltado, y Su total dominio de todas las cosas. Pero solo podemos conocer ciertos aspectos de la predestinación: No podemos establecer un sistema para descifrar el destino, ni para profetizar los hechos por venir, a menos que Allah los revele. Sólo nos cabe meditar en el asunto dentro de los límites que expusimos.

          En cuanto al impulso espiritual, y cómo nacen las ideas, asuntos que me pregunta, tendría que desarrollar una biblioteca para responder, pero para evitar semejante despropósito, porque aquí no es su lugar, le diré que el “impulso espiritual” es la hímmah, sobre la cual hemos editado en nuestro sitio de Facebook dos artículos, con el mismo contenido, llamados “anhelar, la hímmah (el anhelo espiritual)” (30.06.17) y “el anhelo (hímmah) y la duda (shakk, irtiáb)” (19.03.19). Por lo cual, y porque el autor es la mayor autoridad que reconozco, reproduzco aquí mismo ese contenido:

“¡Qué puede hacer el siervo sino anhelar! ¿Acaso a él corresponde el mérito de la dación divina? ¿Es él, falente e insensato, el que gobierna todas las cosas? ¿Es por su propia e ilusoria voluntad que obtiene los bienes de este y del otro mundo? En verdad que no hay Voluntad sino la de Allah Exaltado, y nada ocurre sin Su anuencia, y al fin el siervo no habrá hecho más que anhelar Su encuentro.

El que no anhela ha dejado morir su corazón, ya que es el anhelo el que define al hombre, y aquel que lo deja de lado ha descendido al plano donde todo perece, y la Realidad se le oculta, y no halla en ninguna cosa verdadero sentido. La pérdida del anhelo es una de las más duras pruebas que atraviesa el que sigue el camino espiritual, pero no todos son probados con ella. Llega cuando las fuerzas decaen debido a las cosas del mundo y, sin evidenciarse groseramente como cualquier otra enfermedad del alma, entrampa al siervo de a poco, y éste se aferra a su Din con menos firmeza, aunque sigue consciente de que no hay otro sendero mejor para él que el Sendero Recto. El que no anhela ha dejado morir su corazón sin darse cuenta, y de poco le valdrá lo que haya alcanzado, ya que es por el anhelo que el Más Misericordioso premia y recompensa.

En verdad que mi Señor ha creado el anhelo como una fuerza sagrada y pura, que es llave de los dones para el hombre, y ciertamente Él no deja a Su siervo sin respuesta. Mirad a vuestro alrededor y a vosotros mismos: ¿No ha dado Allah a cada quien según su anhelo? Aquel al que siguen (el Múrshid) ha anhelado sin cesar, ni siquiera se ha tomado un mínimo descanso, y por ello Allah lo ha premiado en este mundo con el conocimiento superior, la condición de guía, y el amor incondicional de la mayor parte de quienes lo siguen. Mírate y reflexiona: Según crece y decrece tu anhelo, aquello que recibes de parte de nuestro Señor crece y decrece, y Su Misericordia aumenta para ti ni bien tienes la intención de adorarlo. La luz de Tu Profeta está en todas partes, colma los cielos y la tierra. ¡Anhela pues el Rostro de Allah que no se ocultará en tanto seas sincero!

Allah es tan Sabio y Benevolente que da a todos lo que se le someten según aquello que internamente desean. Y nadie puede oponerse a lo que de Él proviene, porque nadie como Él conoce los corazones, y nadie como Él los sosiega. El que anhela el conocimiento profundo lo obtendrá, pese a la dificultad que revista, y será igual para el que anhele el liderazgo, o el que quiera conocer el alma de la gente, o el que busque ser digno de confianza. Ninguno es decepcionado con aquello que no busca, y aunque deba esperar, obtiene lo que Allah inscribió en su fítrah. Pero no cesa allí la prueba porque debe cuidar lo que ha obtenido, y hacerse digno de ello, y no contaminarlo con lo bajo de su persona.

Hay quien ha dejado de anhelar, y eso no hace más que entristecernos, y hoy se separa de nosotros con el velo de la fatiga. El cansancio de la vida y la competencia de otros que reciben de lo nuestro no deberían ser motivos para cesar en el anhelo. Tenemos más para daros que todo lo que podéis pedir, y os hemos dado suficientes pruebas de esto, porque Allah es el Dador por excelencia, y Lo niega en cierta medida cuando no se anhelan Sus Mercedes más exquisitas. Rogad por recobrar la fuerza que el anhelo necesita para anidar en vuestro corazón nuevamente, rogad por no conformaros con la comodidad del que nada espera, el resto os vendrá por añadidura. Dice el Sagrado Corán: Los que son pacientes por anhelo del Rostro de su Señor, y elevan la oración, y dan caridad de lo que les hemos provisto, tanto en secreto como abiertamente, y responden con el bien al mal: ¡Esos obtendrán el Buen Fin de la Morada! (13:22)”

Lo anterior no es filosofía especulativa, ni razonamiento deductivo, ni una tesis científica, sin embargo, es contundente, porque proviene sin duda de una fuente sagrada ante la cual queda uno empequeñecido. Barakallah Sidi Murshid!

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