Jáliq Creador *Bári`u Sustentador, Hacedor *Musauuir Formador, Efundente

Dice el Sagrado Corán: Él es Allah, Quien no hay Divino sino Él, Conocedor de lo Oculto y de lo Manifiesto, Él es el Más Misericordioso, Misericordiosísimo… Él es Allah: Creador (Jaliq), Hacedor (Sustentador – Bari), Formador (Efundente – Musáuuir), Suyos son los Nombres Perfectos (Más Bellos). Le Glorifica cuanto hay en los cielos y en la tierra, siendo Él Poderosísimo, Sapientísimo (59:22 y 24). “Creador”, se refiere a la aparición de cada plano con sus propias leyes, de los múltiples planos posibles. En ellos los entes metafísicos se realizan como seres individuales o particulares. 

La palabra Jálaqa se traduce ordinariamente como “crear”, aunque etimológicamente significa “ordenar”, “establecer una disposición armónica”, lo que implica la preexistencia de los entes que van a ser ordenados o armonizados. Por eso dice el Sagrado Corán: Luego se estableció en el cielo, siendo él una humareda, y le ordenó a él y a la tierra: «¡Venid a Mí ambos voluntaria o forzosamente [para la creación de los seres]!» Respondieron ambos: «¡Venimos a Ti sumisamente!» ​​ (41:9) 

Bari (“Sustentador, Hacedor”) es correlativo a la Voluntad absoluta (al-Irádah) del Sí Mismo divino, que no tiene límite alguno en Su Querer (al-Mashí’ah). El Querer divino es metafísico, y dispone en el orden metafísico el destino de todas las cosas; mientras que la Voluntad (al-Irádah) se refiere exclusivamente a la concreción de cada ser individual en su plano respectivo. El nombre Bári´u (بارء), Hacedor, Sustentador, es sinónimo del nombre Badí´u, Principiador (que desarrollamos previamente junto al nombre Ásl), excepto que tiene un sentido finalista, es decir, que lo que aparece tiene una función determinada. Todo evoluciona según las leyes establecidas por el Creador: Y Él no tiene en absoluto asociado a Su Poder, y creó todas las cosas y las determinó en medida (25:2); y a cada cielo le infundió su orden [las leyes propias de cada plano] (41:9); y Él es Quien creó la noche y el día, el sol y la luna, todos trasladándose en una constelación (21:33); y determinó en medida el sustento [para los seres] en ella [la tierra] (41:9)

Musáuuir (“Formador, Efundente”), significa literalmente en árabe “el dador de la forma”, y se refiere, antes que nada, al grado o jerarquía de ser que cada cosa adquiere. La Efusión es el desborde del Sí Mismo divino, cuya “substancia” es el Amor, y cuya forma está dada por el Conocimiento. La Efusión manifiesta todas las cosas manifestadas, y oculta el vínculo secreto. Amor y Conocimiento van siempre juntos, pues todo fue constituido por ambos, el Amor como algo informal, como una masa de agua, por ejemplo, y el Conocimiento como el que da forma a cada cosa, tal como en el mar cada gota tiene una existencia particular y específica, no parecida a ninguna otra. Esto es obra del Conocimiento.

Todos los seres, todos los particulares, están constituidos por el Conocimiento, pero su sustancia es el Amor. La efusión derrama de la superabundancia de la Realidad divina, y la forma proviene de la efusión a través del Conocimiento.

La Creación se caracteriza por la generación, y la Manifestación por la esencialidad del ente metafísico, es decir, que éste no tiene un origen temporal, ni tampoco desaparece, y por lo tanto es absoluto. Mientras que, por su parte, el ser creado es “en grado de la automanifestación”, desde el mundo de las esencias puras, o mundo metafísico, de determinadas realidades particulares, que se concretan en los existentes o seres creados, siendo éstos últimos los particulares de los múltiples planos de la Creación. Nosotros concebimos la Creación en un sentido sutil, más allá de la idea de que una “persona” realiza una obra. Los actos divinos constituyen un actuar totalmente heterogéneo al pensamiento humano, de modo que es imposible que el hombre conozca su motivación última, el porqué de dicho actuar. Podemos captar sólo lo que cae bajo nuestro entendimiento, pero no podemos inclusive comprender la proyección total de estos actos. Ello es tan enigmático como descubrir la Realidad divina tal cual es, lo cual es imposible para el hombre.

La Manifestación es un nivel sutil pero necesario de la realidad. Para dar una idea elemental de la Manifestación, ésta es como el proyecto de un edificio, algo simplemente teórico, ideal. Pero una vez construido el edificio resultará ser en el mundo de las existencias la proyección de aquella idea. Y la Manifestación es heterogénea a lo que deriva de ella. Llamamos, entonces, “mundo de la Manifestación” a la realidad sutil superior, objeto de la metafísica, aunque el objeto propio de la metafísica es lo Absoluto mismo, que está más-allá-del-ser. La Manifestación está en el ser. 

Cada ser particular tiene una forma prístina y arquetípica en el Conocimiento divino, forma que constituye la esencia de cada uno, su ente metafísico previo, individual, del cual su ser en este mundo es un reflejo. Y es gracias a su forma metafísica primordial que cada ser en la Creación adquiere su particular, no idéntico a ningún otro, de lo que deriva la multiplicidad espacio-temporal de este plano.

Todo lo que hay es como un ser individual: espíritu, alma y cuerpo, es decir, Ocultación, Manifestación y Creación. La Ocultación constituye la Infinitud secreta de la Realidad divina. Y así como un ser está rodeado de todo lo que no es él, del mismo modo el Ser total está «rodeado» por el Oculto y de Él depende.

Todo lo que existe, también, se escalona en tres grados sucesivos: Ser (puro); Manifestación, que corresponde al orden metafísico puro; y por último, la Orden divina (Kun), que corresponde a la Creación. «Creación» es el plano en el que se producen ciertas posibilidades y no otras, como es el caso de nuestro plano espacio-temporal. El espacio y el tiempo determinan que existan ciertas realidades, mientras que, si supusiéramos una variación de estos dos parámetros sería posible la existencia de realidades totalmente distintas, sin que nunca dejen de haber necesariamente ciertos límites o parámetros, cualquiera sea el plano de que se trate.

Cuando decimos “Creación espacio-temporal” nos referimos a la discontinuidad, frente a la continuidad de la Realidad divina. Todo lo que sea Creación es formal y múltiple, pero lo Divino es Informal y Único.

Una segunda característica de la Creación es el desarrollo, es decir el proceso por el cual alcanza o no el cúmulo de sus posibilidades. «Se genera a partir de sí mismo en otro», procrea de sí mismo otro igual.

La tercera característica de la Creación es su homogeneidad y analogía, por lo cual sus partes se identifican entre sí y reproducen siempre el mismo proceso. Por ejemplo, la organización de lo ínfimamente pequeño es igual a la de los grandes cuerpos, y reitera idéntico proceso. Esto determina que haya unidad en toda la Creación, en todas sus partes y aspectos, y que siempre ella se reproduzca a sí misma íntegramente, como los latidos del corazón se siguen unos a otros. «No hay cambio esencial ni aparente», pues si hubiera cambio esencial desaparecería un universo para aparecer otro nuevo, y esto en forma continua, lo cual constituye el caos. Ni hay cambio aparente a pesar de lo que observamos, porque todo cambio es sólo la reiteración de la identidad consigo misma de la Creación, en definitiva, nada cambia, “Él estaba solo y permanece solo”.

Por lo tanto, contemplar el cambio es una ilusión que se produce por nuestra limitación y perspectiva parcial del todo. Así, por ejemplo, no podemos observar directamente ni la organización de los átomos, ni la de los astros. En definitiva, todo procede de la automanifestación del Sí Mismo divino, Uno en el Origen, y Uno en el Fin, y lo Absoluto está presente en todas las cosas.

Hay una correspondencia entre Musáuuir, Bari y Jáliq con Subhana Allah, Al-Hamdu lil-Lah, y la Ilaha illa-Lah respectivamente. Musáuuir se relaciona con el Sí Mismo divino informal, Bari con la Misericordia divina y el Primer manifestado, Jáliq con la multiplicidad a través del Vínculo. A esto sumamos la cuarta frase de la Realidad “Allahu Akbar”, el Retorno.  

El Profeta testimonia que su Luz es lo primero creado, y establecido en la primera y máxima categoría, la Proximidad. El más cercano a Allah es el Profeta Muhammad (BPD) y, en ese sentido, en este plano espacio temporal, es el Sustentador por excelencia. En la fuente imamita Sahíh Al-Káfi, de parte del Imam Muhámmad Al-Báqir (P), se narra que dijo: “Cuando Allah creó al intelecto lo hizo proferir (le dio la facultad de expresarse), y luego le ordenó: ‘¡Adelántate!’, y el intelecto se adelantó. Luego le ordenó: ‘¡Vuélvete atrás!’, y el intelecto retrocedió. Luego exclamó: ‘¡Por mi Poder y mi Majestad!: No he creado ninguna criatura más amada para Mí que tú, ni te perfeccionaré excepto en aquel que amo. He aquí que Yo, sin duda, debido a ti ordenaré, y debido a ti vedaré, castigaré y recompensaré’” El ´aql o intelecto es lo más amado para Allah entre todo lo que ha creado, y por eso se lo identifica metafísicamente con el Profeta Muhammad (BPD). En cuanto al Muhammad histórico, reflejo del Muhammad metafísico, simboliza a todos los Profetas, y vemos cómo su influencia histórica se extiende hasta el presente y es reconocida inclusive en fuentes occidentales.

La vida espiritual tiene por origen y sustentador a ‘Alí (BP) como testimonian las vías espirituales del Islam que lo tienen como su iniciador. “En el plano de la Creación (el Vínculo) está presente en dos órdenes, el de la substancia, que crea el medio para el desarrollo del particular, y en el interior recóndito del particular del cual es un aspecto oculto, generador, y que lo llevará a través de todo su desarrollo natural y espiritual hasta alcanzar la meta y el Retorno” (TI LIII:1) Dijo el Profeta: “¡Os dejo, con anticipación, pero vosotros me seguiréis!, y estáis cerca de venir a beber de mi Fuente. Entonces os preguntaré, cuando me encontréis, acerca de mi joya (la Descendencia). En verdad, Allah es mi interrogador y yo lo soy de vosotros. ¿Qué responderéis?”. Esta es la fuente del Profeta (BPDyC) en el más allá, Al-Háud Al-Maurúd, de la que él dará de beber para la vida perfecta, y no beberán sino los justos, cuyas copas servirá Alí Ibn Abi Tálib (P). Y en este sentido también dijo “​​Yo soy la ciudad de la Sabiduría y `Ali es su puerta: quien procure la Sabiduría, venga por la puerta.

© Textos del Sheij Alí Al-Husainí recopilados por Aiman Fradkin y Hasan Gomez, editados por Bashir Gomez

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