La mejor conversación que tuve con el Sheij Alí Al Husainí (7)
– Salamu aleikum Sidi, no puede haber contradicción entre el Sagrado Corán, el siguiente hadiz del Profeta (BPDyC): “Era (estaba) Allah y no había nada con Él, y Él estaba solo y permanece solo”, y lo que expresa (BPDyC) en el Texto: “Se automanifestó el Sí Mismo divino, sin dejar de ser Uno y Único”. Entonces ¿Cómo es posible el surgimiento del plano de la manifestación y la multiplicidad de entes manifestados?
Cuándo Ud. hace esta pregunta probablemente tenga alguna reminiscencia de la frase de Leibnitz “¿Por qué existe algo más bien que nada siendo la nada más simple y fácil que el algo?”.
La Posibilidad de lo Uno y de lo múltiple se manifiesta desde el Sí Mismo Oculto para constituir la Manifestación y los planos de la Creación, y pertenece exclusivamente a la automanifestación del Sí Mismo Oculto, y abarca universalmente a todo lo constituido, y se manifiesta particularmente en los entes y en los seres a los que otorga particularidad (esencia propia).
Los Atributos divinos que manifiestan todas las cosas son múltiples, pero solamente desde la perspectiva de la Manifestación y de la Creación, pues en el Sí Mismo no existe multiplicidad alguna. El Sí Mismo no posee esos Atributos como participando de ellos, pues en tal caso Él tendría semejantes, sino como “irradiándolos” de Sí como particulares. La multiplicidad de los Atributos manifestados y creados se debe a que la Efusión del Sí Mismo divino se auto limita, no es absoluta, pero Él en Sí Mismo no posee ni multiplicidad, ni limitación alguna.
Los Atributos de Allah son símbolos, y aunque los mencionemos, nosotros los concebimos tanto como podemos conocer y podemos experimentar en nuestra existencia, no como son en Allah en Sí Mismo. Esto es como un rayo de luz que atraviesa un prisma, y se divide en sus componentes, que estaban presentes previamente en esa luz y lo seguirán estando, luz que aparece única, y nunca deja de serlo, a pesar de que manifiesta la multiplicidad.
Esta concepción es exclusivamente metafísica, pero desde la perspectiva psicológica humana es la percepción la que hace aparecer la multiplicidad, en lo que llamamos “apariencia”, lo que nos aparece. Esto no es la realidad-real (metafísica) sino la realidad condicionada a nuestra percepción.
Tampoco los numerosos Atributos y Nombres de Allah lo multiplican, son solo perspectivas restringidas que nosotros tenemos para conocerlo. Él está en Sí Mismo, no se reparte, ni disminuye, ni aumenta, ni se ausenta de una parte para estar presente en otra, exaltado sea que es de un modo que nosotros no podemos imaginar. Inclusive en este sentido predomina nuestra incapacidad para captar la realidad tal cual es, aunque estamos más justificados porque es más “difícil” captar la realidad metafísica que la física, la apariencia.
La Efusión de los Atributos divinos se realiza en un todo único, que los posee completamente y en plenitud, e irradian por automanifestación para constituir los niveles del mundo de la Manifestación y los planos de la Creación. Ese “todo único” es el Origen de la realidad manifestada, y de los seres creados, y a su vez, como particular, es el paradigma de la Realidad, el Primer Manifestado, que en el plano de la Creación es el Profeta Muhammad, el Mensajero de Allah (BPDyC), designado en el Sagrado Corán una Misericordia para los seres (21:107), apodado “el Amado de Allah”, pues por Amor a él Allah realiza todas las cosas.
– Cuando Ud. habla del amor en Allah no creo que se refiera a una situación sentimental… ¿Qué es el amor al que se refiere?
La palabra Amor se dice en árabe Hubb, que comunica la idea de proximidad o intimidad completa, sin ninguna grieta. Indica necesariamente la Unidad absoluta, y constituye una categoría inmediata al Sí Mismo divino.[1] Podemos suponer que mucha gente experimenta el amor en Allah emocionalmente, pero el amor al que me refiero es la fuerza de la Unidad por la que Allah atrae hacia Sí todas las cosas, y atraviesa todo lo que existe, siendo el fondo común de todas las cosas, en el que éstas aparecen.
El Amor es el principio de distinción que particulariza a los entes manifestados, pero las posibilidades que estos entes adquieren proceden del Conocimiento. Mientras que el Amor constituye la Unidad, el Conocimiento constituye la Infinitud. Por eso en el Sagrado Corán al Amor se lo denomina Misericordia, y esta se conjuga con el Conocimiento para constituir todas las cosas: Tú abarcas todas las cosas con Misericordia y Conocimiento (40:7). La Misericordia divina resulta así una forma del Amor, pues ella manifiesta y crea las cosas como si fueran independientes y reales por sí mismas, aunque en realidad son absolutamente indigentes del Único Real.
Las doctrinas que asignan cualidades a Allah, así como la condición de “persona divina”, una o varias, o para peor le asocian cosas del mundo, o peor lo representan en imágenes, o peor lo identifican con cosas mundanas de baja índole, todo eso es abominable y no admitido a partir de Abraham (P) en la adoración divina. La verdadera adoración es lo que enseñó Alí Ibn Abi Tálib (P) cuando dijo que el Tauhíd puro es no atribuir nada a Allah. Cuando Le atribuimos un calificativo determinado, Lo pensamos en forma duplicada: Él y su Atributo. Alí (P) dice: “no refieras a Allah ningún Atributo (cualidad) porque todo Atributo es diferente al Atribuido”, tal es el Tauhíd puro de Abraham (P)
– En una conversación que tuvimos el año 1997 Ud. me enseñó que el Primer Manifestado por necesidad lógica debe automanifestar en sí al Sí Mismo divino, constituyéndose en el modelo y arquetipo de los entes y de los seres. También me enseñó un principio básico y fundamental de lo que llamamos “Manifestación”: “Lo oculto debe manifestarse para permanecer como tal.” Acepto que nosotros como seres contingentes, carentes, estamos llenos de necesidades y obligaciones, pero, ¿Allah está obligado a actuar por alguna necesidad “lógica” o por “deber”? Muchas culturas han imaginado ídolos o dioses antropomórficos. ¿Es posible afirmar que Allah “debe” o “necesita”? ¿No sería menos errado decir que Allah hace las cosas porque Él Quiere?
El Querer divino (Al-Mashí`ah) imaginamos que es como Él, exaltado sea, predetermina la Creación. La Voluntad divina (Al-Irádah) es la concreción de Su Querer, cuando lo que Él quiso se concreta. Esto está señalado en el Sagrado Corán por los verbos “querer” (shá’a) y “consumar” (aráda), “concretar lo querido”, siendo el Querer divino (Al-Mashí`ah) la perpetua presencia en Su Conocimiento de aquello que Él crea, y siendo la Voluntad creadora (Al-Irádah) el cumplimiento o consumación de lo que Él quiso. Esta Voluntad es mencionada como Kun, “Sea”, por el Sagrado Corán: ¡Glorificado sea! Cuando decide un asunto por cierto que solo dice: “¡Sea (Kun)!” y es (19:35) No hay mediación ni necesidad en ese acto, no recurre a nada, es solo Voluntad divina. Él, exaltado sea, no está obligado ni debe nada a la Creación, puesto que, si fuera así, Él sería uno y la Creación otro, un ente fuera de Él, una duplicación. Solo el lenguaje de la metafísica sirve herramienta, aunque restringida, para entender, con nuestra limitada inteligencia humana, la Voluntad divina, el Querer divino.
El Sagrado Corán enseña que el Poder es el primer Atributo de Allah vinculado a la Creación: Y al cielo lo erigimos con potencia, y por cierto que Nosotros somos sin duda realizadores [del cielo o del universo] (51:47) El poder es la capacidad de constituir cualquier cosa que sea, y la fuerza es el medio que utiliza el poder para hacerlo. El obrar divino es de lo más difícil de explicar, si es que fuera posible, aunque el Sagrado Corán nos otorga muchos indicios al respecto.
-Admito que el Sea divino constituyó el plano de la Manifestación. Algunos hablan de Dios como “Arquitecto del Universo”, y entiendo que es una buena metáfora. Por favor, explíqueme este asunto de la manifestación de la manera más sencilla posible.
Para dar una idea elemental de la Manifestación, ésta es como el proyecto de un edificio, algo simplemente teórico, ideal. Pero una vez construido el edificio resultará ser en el mundo de las existencias la proyección de aquella idea. En tanto la idea se mantenga en proyecto, sin concretarse, podemos tener una aproximación al significado de la Manifestación: 1° La idea teórica es necesaria para la concreción de la obra, no superflua, ni aleatoria, ni secundaria. 2° Está en un estado heterogéneo al que después se concretará materialmente. Y 3°, hay un vínculo o referencia necesaria entre el proyecto teórico y la obra concretada.
Ahora voy a complicar un poco más la explicación: El “mundo de la Manifestación” es la realidad sutil superior, que en parte es objeto de la metafísica, pero la meta propia de la metafísica es lo Absoluto mismo, que está más-allá-del-ser, mientras que la Manifestación está en el ser.
La metáfora “Arquitecto del Universo” lo homogeniza con la Creación, anula la idea de Automanifestación, permite que se manipule la idea de Divinidad como se manejan las cosas del mundo, racionaliza lo sagrado y le quita la intuición espiritual que debe captarlo, es en fin una idea racionalista occidental de fines del siglo XVIII, afín a la revolución francesa y el progresismo capitalista.
-No había pensado en ese matiz de la metáfora masónica, mire Usted a qué mundo nos llevó, lamentablemente, el racionalismo y el progresismo capitalista. Volviendo al tema: estaba muy cómodo con lo poco que había estudiado de Platón en la escuela secundaria, acerca del Topos Uranos, o lugar celestial, o mundo de las ideas; me había hecho una imagen sencilla por contraposición a las cosas concretas del plano espacio-temporal, pero Ud. me dijo, luego de unos años, que el mundo de la manifestación es sustancial, que posee cierta “materialidad”. No lo voy a apurar exigiéndole que me revele sus fuentes de información; como si fuera uno de sus alumnos en la secundaria le voy a decir: “No entendí profesor. ¿Me lo puede explicar nuevamente?” ¿Transcurre el tiempo en el Plano de la Manifestación de la misma forma que en el plano de la creación?
Mi fuente de información no se oculta, son los Imames de la Descendencia inmaculada (P) Enseñó el Emir de los creyentes Alí Ibn Abi Talib (P) lo siguiente: “Su Ser precedió al tiempo, y Su Existencia a la nada, y el Principio es Su Eternidad sin comienzo.
Por haber Él establecido los sentidos se sabe que Él no tiene sentidos; y por haber dispuesto Él las esencias (substancias) se sabe que Él no tiene esencia; y por haber opuesto las cosas entre sí, se sabe que Él no tiene opuestos; y por haber unido (juntado) las cosas entre sí, se sabe que Él no tiene adjunto.
Opuso a la luz la oscuridad, y a la sequedad la humedad, y al frío el calor. Reúne entre sí sus aspectos opuestos, y separa entre sí sus aspectos semejantes, señalando con su separación Al que las hace separar, y con su unión Al que las une. A esto se refiere Su Dicho, Poderoso y Majestuoso: Y de todas las cosas Hemos creado dos de a pares, para que os persuadáis. (51:49) Y distinguió en ellas entre antes y después, para que se sepa que Él no tiene antes ni después. Con sus naturalezas (propiedades, las cosas) dan testimonio de que Quien las dotó así no tiene naturaleza; con sus momentos (temporalidad) informan que Quien las «temporalizó» no tiene tiempo”.
De este modo Alí (P) distingue las cosas del mundo respecto de Allah Mismo. Existe cierta asimilación incorrecta entre la Realidad divina y la “materialidad”, pero habría que probar si esa “materialidad” realmente existe. Nosotros la llamamos apariencia. Allah es heterogéneo a su Creación.
En cuanto a su pregunta: ¿Transcurre el tiempo en el Plano de la Manifestación de la misma forma que en el plano de la creación?, un principio de nuestra metafísica es: El ser es idéntico a sí mismo, porque es la posibilidad que se concreta sin antecedente, y en tanto tal, no guarda nada de sí, y se manifiesta como tal. Cada ente dentro del ser, cada existente, necesariamente debe presentar una identidad consigo mismo, pues de lo contrario no podría subsistir.
Por otra parte, este principio indica otro componente esencial del ser, el de la Posibilidad: Mientras que la identidad “fija” al ser, y le da “consistencia”, la posibilidad lo “fluidifica” y le otorga temporalidad. No solamente al ser como totalidad, sino a cada ente en particular. Mientras que la identidad se repite a sí misma, como viniendo del pasado, la posibilidad, en cambio, es siempre nueva. En esto radica la temporalidad, en la novación continua.
Por eso la posibilidad no tiene antecedentes de sí misma. Alguien puede referirla a otra posibilidad, a condiciones antecedentes a ella, a un cúmulo de explicaciones que tratan de justificarla, pero ella siempre es nueva, innova en algo, y en innovar consiste la posibilidad: Si no presentara algo nuevo, se confundiría con la identidad.
La posibilidad es lo que da lugar a la temporalidad. Decimos que el ser, entre ambos aspectos ambivalentes, complementarios y necesarios entre sí (identidad y posibilidad), se desarrolla todo él, no guarda nada de sí. No hay nada más que eso en el ser: Identidad y Posibilidad, y él se manifiesta tal cual es gracias a ambos. La Posibilidad justifica el movimiento y el cambio, que es en definitiva lo único concreto que existe en la Creación.
Las religiones expresan, simbólicamente, que Dios toma la materia, la cual antecede, entonces, en la Creación, y después sopla el espíritu, que es el intelecto. ¿Pensaremos acaso absurdamente que ese intelecto, el espíritu que sopla Dios, no antecedía a la materia?: Cuando hablamos de estas cosas introducimos la variante bastante perturbadora de la temporalidad, pero metafísicamente no hay temporalidad. La precedencia del intelecto, del espíritu, del conocimiento, es lógica y no temporal. Solamente que aparece último en el orden físico o de la apariencia, como una manifestación posterior.
El ser es identidad consigo mismo y posibilidad, es decir continua novación: Todo lo que hay en ella [la existencia] perecerá, y sólo perdurará el Rostro de tu Señor poseedor de la Majestad y la Nobleza (55:26-27) Le suplican todo lo que hay en los Cielos y en la tierra. Cada día [momento] Él está en una [nueva] creación (55:29) Las posibilidades de los seres de cada plano no son fijas, y tienden al infinito. El desarrollo de las posibilidades constituye el despliegue en el tiempo de la generación y del cambio, de la temporalidad. La temporalidad es apariencia, lo que se nos aparece, y el Acontecer es la Presencia divina que otorga realidad a la apariencia. Dice una tradición del Profeta (BPDyC): “¡No injuriéis al Acontecer! Porque el Acontecer es Allah”. Y en otra versión: “Dice Allah Exaltado: ‘Que el hijo de Adán no diga: ¡Qué pésimo es el Acontecer! Porque ciertamente Yo soy el Acontecer, libero la noche y el día, pero si quisiera los retendría [los haría desaparecer]’”. La noche y el día simbolizan la temporalidad.
-¿Habría que diferenciar los conceptos “temporalidad” y “tiempo”?
Son las nueve y veinte. Como dato podría parecer superfluo, pero es muy importante para lo que me pregunta. La hora de reloj que es en este momento, nos da noción de que hay un tiempo completamente convencional. “Medir el tiempo” es un hecho que descubre la futilidad del tiempo, el que constituye el telón de fondo, o la pantalla sobre la cual se proyecta la ilusión, en términos de nuestra metafísica. La ilusión es lo que se vive con los sentidos, con la imaginación mundana o fáctica, gracias a lo cual el hombre es un ego con unas características que él imagina de sí mismo, y también imagina de su mundo ciertas particularidades determinadas. Es esto una fantasía, aunque el procedimiento de concebirse a sí mismo y al mundo es necesario, y constituye una de las condiciones no vanas de la existencia.
Parece necesario concebirse a sí mismo como un personaje que realiza algo, y de acuerdo a lo que uno alcance en su concepción de sí mismo, uno mismo va a ser lo que concibe. Si uno se concibe bailarín, artista, pintor, ama de casa, abogado, o filósofo, lo más probable es que llegue a eso. Quizás haya una intuición que le dice cuál es el modelo que debe desempeñar, pero prefiero atribuirlo más a la voluntad subjetiva, que a determinantes que vayan más allá. Además, el hombre concibe el mundo en el que vive, de acuerdo a determinadas características. José Ortega y Gasset dijo aquello de “yo soy yo y mi circunstancia”, indicando así dos elementos, el yo y el entorno, y considerando las creencias como muy importantes, lo que también planteamos aquí: Concebir de una determinada manera la realidad, para hacer que la realidad sea eso.
¿Por qué ello sucede de esta manera?: Su fundamento, metafísicamente, es que en la realidad se manifiesta lo Absoluto, constituyendo posibilidades abiertas, no indeterminadas, sino abiertas. El número de posibilidades en el plano espacio-temporal es limitado, pero son “abiertas” porque se pueden concretar o no, y se pueden combinar entre sí de modos completamente diferentes, y en número grandísimo, como al calcular todas las combinaciones posibles entre equis cantidad de números.
Desde lo Absoluto se manifiestan múltiples posibilidades en nuestro plano, y se dice que son “infinitas” porque nunca se llegan a agotar. Por ejemplo, si consideramos el amar como una posibilidad de ser en este mundo, y ello como una manifestación de lo Absoluto, y decimos que Éste es Infinito, ninguno de los seres particulares que amen puede agotar la infinitud del amor. Nosotros lo único que hacemos es elegir, tenemos voluntad y libre arbitrio para combinar esas posibilidades, libertad y elección que están condicionadas a muchos factores, muy complejos, como la época, la sociedad, la cultura, la salud, la familia, etc.
En este panorama debemos concebir el tiempo como una pantalla en la que se proyecta la ilusión, la cual no concebimos tan cerradamente como otras corrientes del pensamiento. Por ejemplo, en las expresiones más radicales del pensamiento oriental se concibe la ilusión de este plano como una total vanidad, lo que según nosotros no es correcto. La ilusión es simplemente la proyección de la imaginación, como un proyector de cine sobre una pantalla. La pantalla es el tiempo. La luz es la imaginación. Y lo que se proyecta es el esquema de la realidad que hemos elegido o preferido.
-Si los planos de la manifestación y de la creación están relacionados ¿hay simultaneidad entre ambos?, es decir: ¿Lo que le pasa a uno en el plano de la creación revierte de alguna manera en el otro plano, o viceversa?
Otro principio de nuestra metafísica dice que lo primero en la Manifestación es lo último en la Creación. La Creación, en la que se proyecta la realidad metafísica, es como la inversa del mundo de la Manifestación. Ambos son como dos polos, uno el reflejo del otro, como en un espejo, en el cual vemos en primer plano lo que está más cerca del espejo, y como fondo lo que está más lejos. Del mismo modo se realiza la Creación respecto de la Manifestación. Pensemos que lo que está más lejos del espejo es lo primero manifestado, y que lo que está más cerca, lo último manifestado, que se refleja de tal modo que lo último resulta estar en el primer plano, y lo primero aparece último, al fondo del espejo.
Este principio implica, en primer término, el vínculo necesario entre ambas dimensiones o esferas; en segundo término, una jerarquización de una respecto de la otra, y también cierta jerarquía dentro de cada una; en tercer término, que en los planos de la Creación existe una cierta sucesión, correspondiente a la temporalidad, y en esta, lo máximo en el mundo metafísico, aparece como lo último en el tiempo.
Es correcto no atribuir desarrollo a lo eterno sin cambio, pero en la Creación hay desarrollo. Pues entonces debemos comprender el porqué del tiempo. Este es de los asuntos vinculados entre el Primero y el Último (en la Manifestación), el comienzo y el fin (en la Creación). Entonces, es de la ilusión del creado el comienzo y el fin, por reflejo de la Realidad del Sí Mismo Primero y Último. Se distingue entre Primero y Ultimo, atribuyéndolo a la Manifestación, y comienzo y fin, atribuyéndolo a la Creación.
El desarrollo es en principio cambio, pero también temporalidad. Cuando Allah manifiesta el Acontecer, produce como apariencia la temporalidad. Esta última es como la visión que tenemos de las cosas, siempre parcial y en perspectiva, nunca total y exhaustiva, siendo la temporalidad algo propio de la Creación. Las posibilidades fundamentan la “temporalidad de cada plano”, en lo “Eterno sin cambio” no hay generación que fundamente el desarrollo y el cambio.
– La física cuántica admite la posibilidad de mundos paralelos, el poder y la fuerza de Allah es inconmensurable; una vez, medio en broma deduje y le dije cuando estaba con Ud. y con Aiman, en la época en que lo acompañábamos (no quiero decir ayudábamos porque sería muy pretencioso) mientras hacía el comentario de la “Teología islámica”, que podrían manifestarse varios Hasan en diferentes planos, adecuados a las condiciones de cada uno de ellos, y Ud. se moría de la risa, pero ¿Es una idea descabellada?
Dejo la respuesta a gusto del consumidor, porque no puedo probar el hecho extraordinario de sus existencias paralelas, que deberían implicar las mías también como interlocutor suyo, y todo lo demás de familia, entorno, etc., etc., todo un panorama que supera mi capacidad de explicación…
DEFINICIONES Y ANFIBOLOGÍAS
Primeramente, debemos aclarar que hemos utilizado, reiteradamente, varios términos que tienen cierta relación entre sí: “ente”, “ser”, “particular”, “individualidad”, “existente” y “singular”. Lógicamente que, desde cierto punto de vista, son sinónimos, pero, desde otro punto de vista, no podemos sinonimizarlos. a) En el caso de “ente” indicamos algo constituido por el ser, sea en la Creación o en la Manifestación, sin ninguna distinción particular que lo caracterice. Por ejemplo, si imaginamos un átomo, lo concebimos igual a cualquier otro átomo, sin distinción alguna. “Ente”, por lo tanto, es cualquier singular que pertenezca al ser. b) “Ser”, en un sentido particular (no universal como cuando decimos “todo el ser”), lo atribuimos, más que a una singularidad indiferenciada, a lo que en el lenguaje vulgar se denomina “criatura”. Entonces, el “ser” en un sentido particular está caracterizado por las distinciones propias del plano de la Creación al que pertenece. Es un “ente” dentro de la temporalidad y de la finitud. Mientras que, cuando concebimos a un “ente” en el mundo metafísico, lo hacemos sin las características de la finitud, o de la temporalidad, como si fuera en sí mismo absoluto. c) Con el término “particular” nos referimos a un ser caracterizado por cualidades o atributos específicos, que lo hacen ser tal cual es, no pudiendo ser de otro modo que ese. En tal caso, no diferenciamos entre el mundo metafísico y el plano de la Creación, sino que lo concebimos indiferentemente en uno o en otro. Este “particular”, en el mundo metafísico, es el “ente metafísico” o “manifestado”, que al concretarse en algún plano de la Creación deriva en el “ser creado”, limitado, no absoluto, aunque existe correspondencia entre ambos. d) Luego, hablamos de “individualidad”, término el cual hemos utilizado para referirnos a los tres anteriores, cuando necesitamos explicar algo sin caer en redundancia, ya que con los tres primeros es suficiente para describir un singular. e) Otro término utilizado fue el de “existente”, al que concebimos como sinónimo de “ser”, para evitar redundancia en algunas expresiones. f) Por último, hemos utilizado, a modo de comodín, la palabra “singular”. Hemos visto en los entes dos aspectos complementarios y necesarios para que ellos se manifiesten plenamente, tanto en el plano metafísico, como en el plano de la Creación: La “singularidad” y la “imparidad”. La singularidad corresponde al “uno” del ente, como indicando que es “uno entre otros”, pero a su vez implica la imparidad, aquello que el ente tiene de único, irreductible, propio de él e irrepetible, lo que constituye, prácticamente, su “particularidad”. Advertimos que hablando de metafísica nuestro lenguaje tiene que estar justificado, debemos rendir cuenta de una terminología precisa y significativa, no ambigua.
Apelamos a los conceptos de “tiempo” o “temporalidad”, “cambio” o “generación”, “ser”, “desarrollo” y “Acontecer”: a) “Tiempo” o “temporalidad” concierne exclusivamente a la percepción del sujeto. b) “Cambio” se refiere a la finitud o perecidad de los existentes o seres creados, finitud derivada de las condiciones del plano en que se encuentran, el cual está constituido por posibilidades limitadas. c) La “generación” está implícita en el cambio, en tanto las posibilidades se definen por la novación continua. d) El Ser es identidad consigo mismo y posibilidad, es decir continua novación. e) El “desarrollo” constituye el despliegue en el tiempo de la generación y el cambio. f) El “Acontecer” es la Presencia divina, que otorga realidad a la apariencia.
El Acontecer es la Presencia divina, que otorga realidad a todas las cosas de la apariencia. No es futuro sino perpetuo presente, realidad pura, y no apariencia. El desarrollo del Acontecer es en principio el cambio que se produce en todo lo que existe, manifestando la Realidad. Pero también de ese desarrollo depende la temporalidad, la apariencia, que es como la visión que tenemos de las cosas, siempre parcial y en perspectiva, nunca total y exhaustiva. Y esa temporalidad es propia solamente de la Creación. La temporalidad mundana es entonces una perspectiva distorsionada y parcializada del Acontecer, una captación limitada de la realidad por parte de los seres. Otro término ligado al mismo significado de Acontecer es ad-dáhru, del cual dice el Profeta (BPDyC): “Por cierto que el tiempo (o Acontecer) se ha circuido (ha formado un círculo), como era el día en que Allah creó los cielos y la tierra…”
Los significados de Primero y Último, si bien tienen afinidad con “comienzo” y “fin”, indican realidades totalmente diferentes. “Primero” tiene que ver con “Principio”, algo que está presente en la Creación, pero que no la genera. “Ultimo” es también sinónimo de “Principio”, en el sentido de la realización de lo contenido en el Principio, y por lo tanto, el Principio mismo. Si pensamos que el Principio es el Sí Mismo divino, entonces, lo único que se manifiesta como Primero y Último en cada ente manifestado es el Sí Mismo divino.
Por su parte, “comienzo” y “fin” tienen que ver con la causa que genera un ser, que, por ser dependiente, relativa, finita, comunica perecidad a lo que genera. Mientras que la idea de “principio” es puramente intelectual, la de “causa” se presenta a los sentidos. Por ejemplo, la vida es el principio de todos los existentes, mientras que una semilla es la causa generadora de una planta, la que asume los atributos perecederos de su origen.
“La ilusión del creado” es la temporalidad, el telón de fondo de toda apariencia en los planos de la Creación. Al contraponerla a Primero y Último el texto afirma que en realidad sólo existe la eternidad, pero que la apariencia deriva de ella “por reflejo de la Realidad del Sí Mismo”.
En el mundo metafísico llamamos “entes manifestados” a cada una de las esencias que allí se encuentran, y en el plano de la Creación llamamos “seres creados” a cada uno de los particulares que hay en él. Pero los seres creados ya están originalmente, además, en un nivel metafísico puro. Pensemos, como ejemplo, que cuando alguien desea construir una casa, primero dibuja un plano o proyecto. Sin embargo, ¿la casa misma está en el plano?, y si esto no es así, ¿qué hay entonces en el plano?: Decimos “la casa a construir”, no una ensalada para comer en un rato. ¿Pero ella está concretamente presente allí, como una cosa de la Creación? No, todavía no constituye un ser particular, una cosa concreta dentro de la Creación, está solamente en el proyecto. Del mismo modo, todas las cosas sin excepción están en el mundo metafísico, como si fueran formas de un plano o diseño, pero sumamente reales. ¿Alguien puede quitar realidad a un diseño, plano o proyecto? Tendrá una realidad distinta, abstracta, pero muy “científica”, porque contiene mucho conocimiento, medidas, cálculos, etc., ideas abstractas, pero que tienen que ver con la realidad concreta. Entonces es real, porque se concreta para nosotros en el plano de la Creación (en el plano material), y vamos a poder comprobarla con nuestra percepción. En conclusión, el Ser comprende tanto el mundo metafísico como el plano de la Creación.
Dentro de esta terminología debemos pensar las cosas. Por ejemplo, cuando veo una persona puedo pensar que es una esencia pura en el mundo metafísico, gracias a lo cual es real. Puedo decir de ella: “Es un ser particular verdadero”, o decir: “Es una existencia a prueba entre el nacimiento y la muerte”, a la que le suceden experiencias, cuyo fin será el éxito o el fracaso. Cada uno de nosotros es esas tres cosas. En el Retorno, las condiciones de existencia de cada plano quedan superadas, por lo cual las potestades se vuelven infinitas. De allí que la simple temporalidad del plano mundano queda también superada por la eternidad del particular retornado. Tal es la condición de la existencia eterna plenificada de ese particular.
[1] Las Categorías primeras manifestadas en la Efusión divina son: Proximidad, Amor, Temor, Pudor y Esperanza anhelante. Son modos que rigen la existencia de los seres.