Los Nombres divinos y su ejemplo en el Profeta (BPD)
Siendo el Profeta (BPD) el Hombre Perfecto, el alabadísimo, la Palabra completa (al-kalímatu –t-támmah), el mejor ejemplo de los Atributos divinos perfectos en el plano de la creación (al-asmá`u–l-húsna), nos propusimos seleccionar tradiciones auténticas (hadices) en las que se narran detalles, o se aluden a circunstancias de su vida y carácter para relacionarlos con todos los Nombres divinos, bajo la guía del Sagrado Corán. Desconocemos si se ha hecho un intento equivalente en lengua castellana en el pasado, pero haremos lo posible para completar nuestra tarea.
“Toda cosa es manifestación de Allah, y Allah es manifestación de lo que está en Su Sí Mismo. No hay Nombre en Él, ni distinción en Su Sí Mismo. Lo Nombran las lenguas, Le atribuyen [calificativos] los intelectos, pero no Lo conocen sino los corazones. Aprende del que es el mejor ejemplo, en lo que cada cosa encuentra su fundamento, el Intelecto Primero de la Creación, la Obra Perfecta, el Hombre Perfecto, la Manifestación de las Luces, el Prisma Cristalino. Si todo lo ves en él, comprenderás la incalculable Sabiduría de lo manifestado, y percibirás en tu corazón la Infinitud del Sí Mismo.” (Teología islámica, L1, I:23). “Intelecto Primero de la Creación”, simboliza al Soplo divino, por el cual la materialidad del mundo espacio-temporal, representado por el Adán biológico, cobró vida. “La Obra Perfecta” pues en la sucesión adámica él (BPD) constituye la cúspide o culminación de la misma, gracias a quien fue hecho todo. “El Hombre Perfecto” significa la perfección de los grados espirituales como Fin de la vida espiritual, síntesis de todos los grados, y dación bellísima de Allah al hombre. “La Manifestación de las Luces”, nos devuelve al mundo metafísico puro, como la Primera Manifestación. Y por fin, el “Prisma Cristalino”, como fundamento de todos los seres.
Es necesario que en el plano del mundo haya un ejemplo de lo Absoluto o Perfecto, como testimonio de que eso es real, y ese ejemplo constituye la plenitud de lo creado y el modelo a seguir. Allah Exaltado dice: Y hemos por cierto expuesto en este Corán todo ejemplo para la humanidad (17:89) Y respecto del Profeta (BPD), como ejemplo perfecto y modelo, dice: Por cierto que tú eres sin duda de una naturaleza extraordinaria (68:4) Y: Tenéis por cierto en el Mensajero de Allah un modelo bonísimo (33:21)
Los Profetas (P) con sus apelativos constituyen una síntesis de lo Oculto y de lo Manifestado, y el Profeta Muhámmad (BPD), “el Sello de la Profecía”, es el que asume la síntesis de las síntesis. Aparecen en él (BPD) todos los aspectos que se manifestaron en los anteriores Mensajeros y Profetas (P), como un sello simboliza a su dueño, rúbrica de su persona y marca de su autoridad. Del mismo modo, el Profeta (BPD) constituye el símbolo del Sí Mismo divino manifestado, y la marca de la máxima autoridad, como síntesis perfecta de los Atributos divinos. Pero esto, no se comprende por la razón sino “como iluminación de parte del Iluminador de los corazones” (Teología islámica, L1, I:5)
En definitiva, los Profetas (P) son los arquetipos de los Atributos divinos, y algunos lo serán de aquellos Atributos que pertenecen a la Creación, otros de los que pertenecen a la Manifestación, y por fin, otros de los que pertenecen al Sí Mismo Oculto. El Profeta (BPD) no se presenta, en principio, como un particular más dentro de la Manifestación sino como el sustento de todos los particulares que en ella son manifestados, su esencia. En un sentido histórico (en la Creación) se dice que es el primero y el último, o el alfa y el omega (en árabe el álif y la ia), que por él fue creado lo que es, y que él mismo se manifiesta como culminación de lo creado.
Tenemos una idea de los Atributos de Allah, exaltado sea, como de un rayo de luz que atraviesa un prisma, y se divide en sus componentes, que estaban presentes ya en esa luz, que sin embargo aparece única, y nunca deja de ser única, a pesar de que manifiesta la multiplicidad. Esto es básico en el Tauhid, conocer que los Atributos de Allah son símbolos de Allah, y aunque los mencionemos, los concebimos como nosotros los podemos conocer y los podemos experimentar, en nuestras vidas, no como son en Allah Mismo. Tampoco lo multiplican a Él, por más que pensemos en numerosos Atributos y Nombres a Su respecto, Él no es multiplicado por esos aspectos, son perspectivas que nosotros tenemos para conocerlo. Él está en Si Mismo, no se reparte, ni disminuye, ni aumenta, ni se ausenta de una parte para estar presente en otra. Exaltado sea Allah, que es de un modo que nosotros no podemos imaginar.
Luego esos Atributos no son más que los que tenemos nosotros, los más bellos atributos: Al-Máliku, Al-Quddúsu, As-salámu, Al-múminu, Al-muhaiminu, Al-´Azízu, Al-Yabbáru, Al-Mutakabbir. Subhana Allahi ‘amma iasifun. Todos son atributos que podemos alcanzar nosotros, excepto algunos que no nos podemos atribuir lisa y llanamente. Y todos los Atributos de Allah forman la Realidad de todas las cosas, como un entramado que permite que cada una de ellas tengan lugar gracias a esos Atributos, en los puntos de intersección de ese entramado. Cada punto de este forma un ente, como una voluta de aire, y cada ente, por lo menos los humanos, tienen tres atributos predominantes, como formando una pirámide o un triángulo, uno superior, al vértice, y dos inferiores, y así conforman un todo armónico. Quien descubra sus propios atributos, provenientes de Allah, pero presentes en su persona, alcanza el conocimiento de sí mismo, y actúa armónicamente con todas las cosas.
Los mismos Profetas (P) tienen esta trilogía de atributos en sí mismos. Y también los miembros de una comunidad cuando avanzan en su camino espiritual, quedan bajo el dominio (se dice “bajo el pie”) de alguno de los Profetas o Imames, y a veces de más de uno. Y entonces reflejan los atributos de esas personas perfectas, los Profetas e Imames. Y este es el objetivo de la existencia de una Yama´ah, que cada uno conozca de sí aquellos atributos que lo definen, y conozca con quien está vinculado, y cuál es su fin en este mundo, y su meta en el más allá.
© Textos del Sheij Alí Al-Husainí recopilados por Aiman Fradkin y Hasan Gomez, editados por Bashir Gomez