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LOS SIGNOS DIVINOS SOBRE LOS ACONTECIMIENTOS FUTUROS

Los hadices (tradiciones) recopilados sobre Al-Mahdí (P) llegan a más de 6.000, según afirma el sabio contemporáneo Imam Muhámmad Báqir Al-Sadr, mártir de la persecución antislámica en Irak (en su obra Estudios en torno de Al-Mahdí, p. 64, citado en URE , p. 21) No existen en el Islam tantas tradiciones dedicadas sólo a un mismo tema en particular. Pero ello no significa que todas las tradiciones sean ciertas, exentas de agregados o distorsiones, como tendremos ocasión de señalar en su lugar. Muchas de las informaciones sobre Al-Mahdí (P) se atribuyen a los Imames Muhámmad Al-Báqir y Yá’far As-Sádiq (P), pero también son numerosas las que se remontan al Profeta (BPD).
Ahora bien, para alcanzar una comprensión del tema es muy importante tener una idea lo más exacta posible sobre qué significan los signos que Allah Exaltado utiliza para guiar a Sus siervos, porque los hadices o tradiciones sobre Al-Mahdí (P) se basan bastante en ellos. Los problemas principales que presentan los signos residen en lo siguiente: 1) Es necesario reconocerlos con exactitud; 2) se debe conocer su jerarquía o la importancia relativa entre ellos; 3) si se concretaron o están pendientes en el tiempo; 4) si la interpretación que se les dio en el pasado todavía es válida, o bien si actualmente deben interpretarse de modo distinto.
El ejemplo de la importancia de los signos en la vida del Profeta (BPD) se evidenció, por ejemplo, cuando hacían el foso para la defensa de Medina y a él (BPD) se le cayó una herramienta sobre una piedra y ésta sacó chispas. Entonces el Profeta (BPD) sonrió y expresó: ¡Por cierto que veo desplomarse los palacios de Cosroes [emperador de Persia] y del César [emperador de Bizancio]! O bien cuando en cierta ocasión, estando en marcha hacia la batalla de Ohod, el Profeta (BPD) observó que una yegua golpeó con su cola una espada y ésta se inclinó hacia abajo. Entonces aconsejó el Mensajero de Allah (BPD) al que le había sucedido eso: “Desenvaina pues creo que las espadas deber ser desenvainadas hoy”, anunciando así que ese día se decidiría la batalla.
Se deben distinguir, por otra parte, entre los signos concretos, como acontecimientos históricos, personas, fenómenos particulares de la naturaleza, etc., respecto de otros signos que representan estados generales en los que regularmente se encuentra la humanidad, como los crímenes, la corrupción, las injusticias, la ignorancia, etc.
Tafsír (interpretación) y Ta’uíl (cumplimiento)
Por otra parte, todo signo tiene dos modos de ser conocido: 1°) El Tafsír o interpretación, gracias al cual se reconoce a un hecho o a una cosa como signo de algo que está todavía por acontecer, y se los interpreta de acuerdo al momento, y al conocimiento que tenga el intérprete; y 2°) por otra parte está el Ta’uíl o cumplimiento, en el que se identifica la concreción de un signo cualquiera al verificarse lo que él indicaba. El problema es que resulta posible que el Tafsír difiera del Ta’uíl (o cumplimiento), porque al momento de interpretar el signo todavía no existían suficientes indicios que permitieran explicarlo correctamente, ello sin contar, además, con la incapacidad o el error por parte del intérprete. Por ejemplo, muchos versículos del Sagrado Corán indican acontecimientos del Fin de los Tiempos, es decir, de nuestra época, que eran explicados antiguamente en forma incorrecta, pues solamente los referían al Día Final o Día del Juicio, debido a que no existían todavía ciertos antecedentes que hoy conocemos (como el smog, o la nube atómica, o la imprenta, o las telecomunicaciones, o los diarios, etc.). Esto sucede, por ejemplo, con lo que anuncia la surah (capítulo) 81 del Sagrado Corán (llamada El repliegue del sol, versículos 1-11), y con muchos de los hadices o tradiciones del Profeta (BPD). Pero debemos también aclarar que el hecho de que un acontecimiento pertenezca al Fin de los Tiempos no es incompatible con que se refiera asimismo al Día Final, porque todos los acontecimientos se dirigen hacia ese Día último.
Entonces, todo anuncio divino tiene dos instancias a fin de ser conocido: Tafsír o interpretación, y Ta’uíl o cumplimiento. El primero no tiene sentido sin el segundo. El Tafsír va de lo más literal a lo más profundo, pero por más que profundice estará sujeto siempre a que el hecho o la cosa anunciada se verifique. Un anuncio cuya interpretación se formule pero que nunca a pesar de ello se cumpla, no tiene ningún sentido, pues sólo su cumplimiento demostrará el acierto o el error de la interpretación.
Para que ese anuncio se concrete deben existir ciertas condiciones que él mismo expresa, y a tales condiciones llamamos “signos”. Al respecto dice el Sagrado Corán: ¿Es que esperan acaso otra cosa sino que la Hora les llegue por sorpresa?: He aquí que [entonces] se habrán consumado sus condiciones [signos] ¿Qué será de ellos cuando les llegue su advertencia [se vayan concretando con anterioridad sus signos, sin que ellos los entiendan]? (47:18). Esto significa que la sorpresa es para los que no entienden los signos, pues ellos y no otros son los que ignoran la cercana concreción del acontecimiento señalado por aquellos. Esto mismo lo observamos reiteradamente en el Sagrado Corán, cuando menciona que los Profetas (P) y quienes estaban con ellos conocían los signos y la cercanía de los acontecimientos por ellos anunciados, como, por ejemplo, los conoció Noé (P), o Jesús (P) (este último respecto de lo que dicen los Evangelios sobre la destrucción de Jerusalén), pero que los ignorantes o los impíos se burlaban de los anuncios de los Profetas (P) y de sus interpretaciones de los signos.
Características de los signos de índole sagrada
Los signos son del Poder exclusivo de Allah y sólo El puede concretarlos. Nunca Satanás el maldito lo podría porque: 1) Lo que éste promete es engaño y artificio, por lo cual es imposible que lo cumpla. 2) No domina el futuro y por lo tanto no puede establecer condiciones futuras para que se cumplan, siendo dichas condiciones los signos en sí mismos. 3) No tiene poder sobre los creyentes y no puede engañar a éstos ni prometerles nada.
Acerca de estos tres primeros puntos, debemos saber que Allah Exaltado promete y cumple, y utiliza los signos como indicios, mojones para la realización de Su promesa, condiciones de futuro que cuando se cumplen indican la realización de algún acontecimiento o la aparición de algo que aquellos signos anunciaban. Son como señales en el camino, igual a lo que cuenta el Sagrado Corán en el relato sobre Musa y Al-Jadr (P) en el que hay signos, como el del pez que retorna al agua.
Allah no equipara a Satanás el maldito ni aún con el creyente, quien si lo es de verdad tiene más poder que aquél. Pero el mismo creyente por más fe que tenga nunca puede darle a nadie signos inventados por él, sino que sólo puede comunicar aquellos signos que Allah le inspire anunciar, si es que se lo inspira. Mucho menos Satanás el maldito puede realizar anuncios sobre la base de signos, porque como dijimos le es imposible determinar el futuro. El actúa y aprovecha para dañar sólo en presente, tanto como lo hace el hombre impío. Puede inducir el mal actual, puede engañar, pero no conocer lo oculto.
Por último, 4) Le es imposible a Satanás anunciar castigos. Por el contrario, el maldito ilusiona, promete goces falsos, pero no le compete y está fuera de su poder el anuncio de castigos. Lo único que puede hacer es amenazar al hombre con la miseria para alejarlo del bien.
El desconocimiento del momento de un acontecimiento
El hecho de que un acontecimiento futuro no pueda ser determinado con precisión en el tiempo, como por ejemplo el surgimiento del Imam Al-Mahdí (P), o la funesta aparición del falso mesías, etc., se debe a que la Voluntad de Allah todavía puede adelantarlo o atrasarlo, según cuál sea la actuación del hombre. Si este último actúa negativamente se aceleran los acontecimientos por venir que fueran para su castigo, y si actúa benignamente se retardan. Esto surge del Sagrado Corán que dice: Y tu Señor es el Indulgente, el de la Misericordia. Si los castigara por lo que realizaron [los hombres] seguramente apresuraría el castigo de ellos. Pero sin embargo tienen un término final contra el cual no encontrarán amparo alguno (18:58); y dice: Si Allah apresurara el mal de la humanidad tanto como ellos se precipitan hacia el beneficio, sin duda hubiese determinado el fin de ellos (10:11); y dice: Ha venido el Mandato de Allah [el castigo para el Fin de los Tiempos] ¡no lo apresuréis pues! (16:1).
En el mismo sentido debe interpretarse la expresión del Sagrado Corán sobre que la Hora Final gravita entre el cielo y la tierra: Te preguntarán [Profeta] acerca de la Hora [Final]: “¿Cuándo arribará?” Responde: “Su conocimiento solamente está en lo de mi Señor, sólo Él la manifestará en su momento: Gravita en los cielos y en la tierra, no os vendrá sino sorpresivamente” (7:187). Cuando dice que sólo Él la puede manifestar, esto significa que solamente Allah puede fijar su momento exacto, y que cuando ello se produzca la mayoría de la gente lo recibirá de golpe. Antes de que Allah fije su momento es imposible a través de la interpretación de los signos descubrirlo, cualquiera sea el recurso a que se apele para ello, aunque los signos están en realidad sólo para indicar ese momento. Pero después de decretado el acontecimiento prometido algunos lo podrán saber, pero sólo aquellos a quienes Allah quiera revelárselo. Si antes de que Allah decretara un acontecimiento prometido pudiera alguien descubrirlo, esta persona sería más sabio que Allah y su voluntad superior a la divina, lo cual es imposible.
Pero, por otra parte, el conocimiento por parte de toda la humanidad de que un acontecimiento final está cercano anularía la prueba del mundo, el premio y el castigo, la libertad humana. Por ejemplo, si alguien conociera el día de su muerte sólo se ocuparía de eso, y no de las cosas que lo ponen a prueba en el mundo, como trabajar, realizar proyectos para el futuro, casarse, tener hijos, estudiar, adquirir propiedades, acumular dinero o valores, empeñarse en mejorar la sociedad humana, etc. Es decir, abandonaría todo lo que se vincula con la sociedad y se dedicaría, por el contrario, sólo a su interés personal, inclusive apartado del mundo si ello fuera necesario. Al respecto dice el Sagrado Corán: Si yo conociera lo oculto seguramente sólo aumentaría en lo que beneficia y no me afectaría el mal (7:188).
En conclusión, los signos indican la cercanía o la lejanía de un acontecimiento que está oculto en el conocimiento divino, como las señales de una ruta indican la proximidad o la distancia de un lugar. Pero debemos saber que esos signos son sólo conocidos de verdad por los que más profundizan en el conocimiento, por lo cual la mayoría no se percatará de la proximidad del acontecimiento anunciado, y por eso este último les caerá de golpe.
Y es muy importante tener en cuenta que cuando el acontecimiento es decretado por la Voluntad divina ya no hay adelanto ni retraso. Tal es el Ta’uíl, el cumplimiento, y desde entonces el hecho ya existe virtualmente, aunque no se haya concretado materialmente. Además de ello, puede también estar desde entonces en el conocimiento de pocos, como sucedió con los Profetas (P).
La posibilidad de conocer lo oculto
Respecto del conocimiento de lo oculto, Allah Exaltado se lo reserva en su completitud para Sí Mismo, pero ello no significa que Él no le revele a nadie nada acerca de ello. El caso es igual al del Poder o la Providencia divinos, Su riqueza, que Él, exaltado sea, se la reserva para Sí completamente pero que los concede a quien Él quiere de entre Sus siervos. Esto está confirmado por el Sagrado Corán reiteradamente en cuanto al Poder y la Riqueza o Providencia divinos, pero no deja de decirlo respecto del conocimiento de lo oculto: Él es Conocedor de lo oculto y nadie puede contemplar Su secreto, excepto que algún Profeta sea de los complacidos [en contemplar lo secreto], por lo cual Él rodea [a ese Profeta] de guardianes [angelicales] por delante y por detrás [para que ningún Satanás distorsione lo que se le reveló]. Para que [Allah] conozca que [Sus Mensajeros] han transmitido [sin cambios] los Mensajes de su Señor. Y [Allah] abarca todo cuanto ellos poseen [de conocimiento y sabiduría] y Él encierra todas las cosas según número [las tiene a todas ellas computadas] (72:26-28). De allí que al menos, según afirman estos versículos, los Profetas (P) reciben revelación acerca de lo oculto.
Pero el simple creyente también la recibe a través de los Profetas (P), porque, por ejemplo, el Sagrado Corán narra muchos hechos ocultos al conocimiento del hombre sobre el Día Final, o la Resurrección y el Juicio, o la existencia de los yinn, o la situación del alma después de la muerte, etc. Y por otro lado, las tradiciones del Profeta (BPD) aumentan notablemente toda esa información del Sagrado Corán sobre lo oculto. Esto se vincula con el tema del conocimiento según lo expone el Sagrado Corán, que dice: Y te preguntarán [Muhámmad] acerca del espíritu. Responde: “El espíritu es de los asuntos de mi Señor, y vosotros no habéis recibido sino poco conocimiento” (17:85). Es decir, teniendo en que cuenta el hombre fue distinguido con el soplo del espíritu cuando fue creado por Allah, y que esa distinción corresponde al intelecto, porque gracias a éste es superior al resto de los animales, Allah afirma que así y todo, es poco lo que sabe sobre lo que concierne a su propio espíritu o intelecto, lo cual incluye lógicamente el conocimiento de lo oculto. Pero el versículo no afirma que es imposible que lo conozca, o que no se le dio ningún conocimiento al respecto, o que nunca lo sabrá, o que no hay nadie que lo sepa, o que el Profeta (BPD) está incluido en esa escasez de conocimiento sobre lo oculto. Si bien él (BPD) recibe la pregunta que menciona el versículo, y también a él se le dicta la respuesta, no queda incluido dentro de los comprendidos por esta última, porque no dice como en otros versículos “responde: `no conozco nada sobre ello’“, o “no tengo dominio al respecto”. Sobre la Hora Final, cuando toda vuelva a Allah Exaltado, como Principio y Fin de todo lo que existe, dice el Sagrado Corán: Te preguntarán [Profeta] por la Hora [Final]: “¿Cuándo se establecerá?”. Responde: “Su conocimiento es exclusivo de mi Señor…” (7:187), y repite por dos veces en el mismo versículo, que su conocimiento es exclusivo de Allah, lo cual significa que el Profeta (BPD) nada sabe al respecto, aunque sea una creencia indubitable. Pero no afirma lo mismo sobre el Profeta (BPD) cuando lo interrogan sobre el espíritu. Dice otro versículo: Y no conoces tú [Profeta] si acaso la Hora [Final] está cercana (42:17). Y dice: Di [Profeta]: “No domino para mí mismo ni beneficio ni perjuicio algunos, excepto lo que Allah quiera” (10:49).
En definitiva, entre los Profetas Muhámmad (BPD) es el más conocedor de lo oculto, sin duda, quien recibió la plenitud de la Sabiduría, y es posible entonces afirmar que en virtud del Profeta (BPD) el creyente de elevada categoría en el Islam reciba esos conocimientos, en su medida, sea para beneficio personal o de un grupo, porque como dijo además el Profeta (BPD) refiriéndose a los justos: “Los creyentes de mi comunidad tienen la categoría de los Profetas descendientes de Israel”, es decir de Jacob (P), o bien dijo: “Una categoría superior a la de los Profetas de Israel”.
En conclusión, en todo aquello que les pueda concernir y que no sea una proclama general como la Revelación a los Profetas (P), es posible que el creyente del Islam de elevada categoría reciba conocimiento de lo oculto, sea en beneficio propio o ajeno. Esta es una de las funciones que le competen a Al-Jadr (P), es decir conocer la serie de las causas y de los efectos, y conocer así lo porvenir. Y como es sabido, Al-Jadr (P) otorga conocimiento a los elegidos.

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