Nur Luz divina *Nur Mubín Luz manifiesta, resplandeciente *Núrun Maknún Luz oculta
En árabe luz se dice de dos formas, Nur, como el Corán menciona a Allah, y dáu’, que equivaldría a “irradiación”, luz artificial, si es que así se le puede decir. El sol es dáu’, fuente material de luz. Este término parece tener relación con nuestras palabras “día” y “dios” (término originado en el sánscrito). Por eso es impropio traducir la palabra Allah con el término “dios”.
De la misma raíz verbal se origina la palabra Nar, que significa fuego, que no es lo contrario a Nur porque es frecuente que el Sagrado Corán utilice nar como símbolo sagrado. Así encontramos que a Musa (Moisés BP) se le presenta el fuego ante el trono divino que le habla. Narra el Sagrado Corán: [Profeta:] ¿No es que te llegó noticia de Moisés?: Cuando vio un fuego y dijo a su familia: “¡Permaneced aquí pues distingo un fuego, quizás os traiga de él un ascua, o encuentre gracias al fuego una dirección [para orientarnos]!” Y cuando llegó [a la zarza ardiente] fue alertado: “¡Moisés! Por cierto que Yo soy tu Señor, ¡quítate las sandalias porque estás en el valle sagrado de Túua! Yo te he elegido, escucha pues lo que se revela: Yo soy realmente Allah, no hay Divino sino Yo ¡Adórame pues y eleva oración en Mi Recuerdo! Vemos que Allah es aludido con el fuego, y Moises (BP) tiene a este como símbolo.
“Luz” simboliza una realidad que se funda en sí misma, se manifiesta universalmente, es informal e irrestricta, pero sostiene todas las formas, y establece todas las condiciones de la existencia. Por eso el Sagrado Corán utiliza el término “Luz” como el único símbolo del Sí Mismo divino, o Allah Oculto y Manifiesto: Allah es la Luz de los cielos y de la tierra: El ejemplo de Su Luz es como el de un nicho en el que hay un pabilo… ¡Luz sobre Luz! Allah guía hacia Su Luz a quien Él Quiere (24:35) Todo es Luz de Allah, sin excepción, y es imposible que no haya Luz, cualquiera sea la dimensión, la realidad, el ser, el estado, y la condición, porque las distinciones son solamente grados de la Luz divina.
La Luz es el símbolo más diáfano y adecuado para el ejemplo divino porque no tiene forma definible, ni se puede dividir o parcializar, como el resto de las cosas materiales, y está presente en todo el universo. Es a lo máximo que podemos elevarnos en la concepción de una realidad sutil. Resulta adecuado como ejemplo de Allah, pero así y todo, la Luz no es idéntica a Él en Sí Mismo, como si dijéramos que ella fuera la “substancia divina”, porque no es posible atribuir al Único y Absoluto ni naturaleza, ni substancia, ni forma, ni tiempo, ni espacio, como torpemente proceden los que lo materializan.
La luz procede de una fuente indeterminada e inextinguible, y que se propaga en el cosmos, pues hacia donde nos dirijamos habrá luz. Toma la forma de aquello a lo cual ilumina, pero no se detiene allí, continúa su retorno a su fuente infinita. Cuando ilumina algo lo particulariza, y la luz se evidencia a sí misma, y así es como ella se particulariza en algo particular.
Nur Mubín (Luz Manifiesta) y Nur Maknún (Luz Oculta)
La luz no tiene opuesto, aunque cada vez que se presenta lo hace en grado (no hay un contrario a la luz porque inclusive la oscuridad es un grado de ella) La Presencia divina es Absoluta, no tiene límite, informal e irrestricta, pero se presenta en grados de reflejo y de omisión. Podríamos pensar que la omisión es el grado más decrecido de reflejo, como si la Presencia divina no existiera, lo cual es absurdo. Del mismo modo podríamos pensar que la oscuridad es el grado menor de la luz, como si ella no existiera, lo cual también es imposible.
El ejemplo de Allah es el de la Luz, y aún más allá de esto no hay quien pueda penetrar. La Presencia de Allah en Sí Mismo es Infinita, y las posibilidades son limitativas del Sí Mismo en Sí Mismo. Entonces, donde desaparece la posibilidad, y esto está más allá de la captación humana, es donde surge el mar de Luz Oculta para el entendimiento, Luz que es Presencia pura donde el Infinito pierde su nombre, para ser sólo Allah que abarca todo en Sí Mismo. Y no decimos “todo”, sino a Sí Mismo.
Nur Mubín es el Allah Manifestado, el mayor particular del mundo de la Manifestación, como el Allah Oculto es el Máximo Particular del Sí Mismo divino. El Allah Manifestado refleja al Allah Oculto, como la totalidad del cosmos refleja la luz que lo ilumina, no como un particular que entre otros refleje esa luz. El Allah Manifestado se menciona como Primer Manifestado, cuya esencia es el Manifiesto, a través del cual el Allah Manifestado mantiene dos vínculos, un vínculo único y secreto con el Húa Oculto o Sí Mismo divino, y un vínculo múltiple con los entes manifestados y los seres creados, entes manifestados que tienen como máxima expresión en el Mundo de la Manifestación al Muhámmad Arquetípico, el ente individual que asume la totalidad de los Atributos divinos presentes en el Allah Manifestado.
Una tradición de Yábir Ibn Abdallah Al-Ansári, un compañero del Profeta (BPD), dice: “Pregunté al Mensajero de Allah: ‘¿Cuál fue la primera cosa que Allah creó?’. Respondió: ‘La luz de tu Profeta, Yábir, Allah la creó y de ella creó toda cosa buena”. De la luz primordial Allah creó a los 124.000 Profetas y Mensajeros, con ellos sean la Bendición y la Paz, y los santos, los testigos y los justos, los seres más elevados después de los Mensajeros y Profetas, que son como los respiros de estos últimos. Después de constituir al Primer Manifestado como la única luz o realidad, y aproximarlo a Sí Mismo tanto como Allah quiso, surgen del Primer Manifestado todas las cosas, por lo que es gracias a él que se produce la Creación.
Respecto de la sacralidad de la descendencia del Profeta (BPDyC) una tradición dice: “Yo y Alí somos de una sola planta, y el resto de los seres son de plantas diversas”. Y dice “No insultéis a Alí porque Alí está vinculado con el Sí Mismo de Allah”. Y en este mismo sentido se puede interpretar el versículo del Sagrado Corán que dice Luz sobre Luz (24:35)
Podemos señalar respecto del Profeta y su descendencia signos de su realidad lumínica. Por ejemplo, el natalicio del Profeta (BPD) estuvo señalado por hechos extraordinarios, en los cielos y en la tierra. Su madre relató que cuando lo concibió se le presentó un ángel y le dijo: “Has concebido al señor de este pueblo, y cuando llegue al mundo dí: `¡Suplico para él la protección del Único contra el mal de todo envidioso!’». También narró que al concebirlo vió una luz salir de ella, que alumbró las fortificaciones o castillos de Busra, en tierras de Siria. Dijo Ibn Is-haq: me narró Salih Ibn Ibrahim…de parte de Hasan Ibn Zabit, quien dijo: “¡Por Allah! Era un chiquillo imberbe, de siete u ocho años, que ya comprendía todo lo que escuchaba, cuando oí a un judío gritar con su más fuerte voz, subido a una fortaleza en Iazrib [Medina]: ‘¡gentes de los judíos!’ hasta que se congregaron junto a él y le preguntaron: ‘¡desdichado de ti! ¿Qué es lo que te pasa?’ Respondió: ‘esta noche ha surgido la estrella de Ahmad, en la cual es nacido”. A su vez su hija Fátima (P) era denominada Az Zahra, la resplandeciente, y se cuenta que, después de los acontecimientos de Karbala, la cabeza del Imam Husein (BP) irradiaba luz.
Las investigaciones actuales llegan a la conclusión de que la luz es el fundamento mismo de la existencia, a partir de la cual surgen las distintas formas de lo creado. Por ejemplo, en el aspecto fisiológico nos preguntamos cómo es que la célula adquiere su función específica que determina la aparición de los distintos órganos. Este auténtico milagro es análogo a la aparición de la vida, pero esta tiene una profundidad mayor que la simple función, profundidad que no se capta solamente a partir de la materia sino como obra del espíritu. Todos los particulares contienen un secreto que les permite existir como entes en su plano, y el secreto es el Soplo de Allah en movimiento dentro de los límites del particular.
Uno de los nombres por los cuales los sufis han sido conocidos en el pasado es el de «Nuriiah», «los de la Luz Divina», porque ellos pretenden la categoría espiritual de la plenitud del corazón, de su iluminación por la Luz de Allah. Una tradición de Ibn Abbas dice: «Cierta noche el Mensajero de Allah (BPD) salió de su morada después de haber transcurrido la última tercera parte de la noche, y observó el cielo recitando “Por cierto que en la creación de los cielos y de la tierra y en la alternancia de la noche y el dia hay signos para los dotados de entendimiento…” (3:190) luego exclamó:`¡Allahumma! ¡Haz luz en mi corazón, luz en mi audición, luz en mi visión, a mi derecha, a mi izquierda, delante de mí, detrás de mí, encima de mí, debajo de mí, y engrandece mi luz el Día de la Resurrección!’» (MIK, I, p. 347-348).
La naturaleza espiritual es algo muy elevado, es el conocimiento de la eternidad del ser, es saber que uno está vinculado a Allah de tal manera que no puede diferenciarse de Él en absoluto, que somos una Luz única procedente de Allah Exaltado, y aunque seamos una pequeña Luz, tanto como una chispa, tan pequeños, no dejamos de pertenecer a la Luz de Allah. Tal es el espíritu, que tiene gradaciones. El hombre es consciente de que su ser espiritual tiene esas gradaciones, que constituyen nada más que grados de luz, y que en última instancia tampoco pueden diferenciarse esencialmente entre sí. Los Profetas (P) poseen los grados de luz mayores, máximos, pero entre ellos y el hombre común en este mundo hay una diferencia sólo de grado, no de esencia. También entre el Espíritu Santo (P) y el hombre común existe una diferencia de gradación de luz, y que en última instancia toda luz se remite a Allah Exaltado. Todo lo que el hombre sabe, lo que conoce, lo que percibe o experimenta, en realidad no es más que luz, que él capta a través de su propia luz.
Dice una tradicion: Le preguntó Al-Sabí [al Imam Al Rida]: “Infórmame, ¿[proferimos] el Tauhíd (Unidad) de Allah según realidad [porque Allah realmente es Uno] o como atribución [nuestra a Él, al igual que cuando decimos un hombre siendo que este está compuesto, sin embargo, de diversas partes y facultades]?” Le contestó Al-Rida (P): “La Luz (Nur) que dio Principio único al universo primero (al-káunu -l-áuual), [necesariamente] es Uno, sin asociados, ni compañía. Singular sin segundos, [El] ni es conocido ni desconocido ni expreso ni alegórico, ni recordado ni olvidado, ni es algo a lo cual le corresponde algún nombre de cualquier cosa que exista. El Principio es en Sí Mismo, Luz (Nur) opulenta [absoluta y autosuficiente], independiente de todo otro. No proviene de un tiempo y va hacia otro, ni en nada [fuera de Sí Mismo] se funda. No se encubre [y protege] con ninguna cosa, ni reposa en ninguna. No sabe lo que dice quien se le ocurre pensar en una luz (dáu’) o en una imagen o apariencia, o en una sombra [y piense así de Allah] Todas estas cosas, antes de [su] creación, [estaban] en un estado en el cual nada había, excepto Él, e inclusive el [mismo] estado estaba allí. Por cierto que estas cosas [luz, Imagen, sombra] son atributos creados [contingentes, temporales] y comprensiones del alucinado [de quien vive la ilusión del mundo] para entender. ¿Has entendido ‘Umran?” Contestó: “Si”
© Textos del Sheij Alí Al-Husainí recopilados por Aiman Fradkin y Hasan Gomez, editados por Bashir Gomez