¿Por qué se usa en el Islam la palabra Allah para referirse a “Dios”?
El nombre Allah no refiere a ningún objeto definible por la mente humana, sino a la Realidad Suma que el ser humano intuye como Principio Absoluto de todas las cosas. Ese Nombre deriva de la conjunción del artículo “Al” y de la palabra “Iláh”, Divinidad, Al-Iláh, que se contrae en la palabra Allah. Se sostiene que esa palabra no tiene género, y que su significado es “el Amado o Adorado”. En el Sagrado Corán “Allah” figura 2697 veces, Ilah, figura 80 veces, y la forma Allahumma figura 5 veces, siendo en total la palabra más utilizada por el Sagrado Corán.
El Nombre Allah no es posible expresarlo como tal en otras lenguas. Los Profetas de la tradición de Abraham (P) usaron siempre un vocablo de la misma raíz “Il”, “Eloh”, “Elohim”, “Eli”, “Ili”. Ello permite acceder a la concepción que tiene de la realidad el Islam, mientras que cualquier otra palabra transmite una concepción distinta. El término “Dios” es comprensible y sin objeción, deriva del sánscrito, y significaría “Luz” (lo mismo que el término «día»), término que también existe en el Sagrado Corán, como “Nur”.
El Imam Ya’far Al-Sadiq (P) expresó: “El Nombre Allah es distinto a Allah. Toda cosa sobre la cual recaiga el nombre de una cosa, es algo creado, excepto Allah. En cuanto a lo que expresan las lenguas, o hacen las manos todo ello es creado. Allah es la Meta del que lo tiene a Él por Meta, aunque la meta es algo descriptible («con atributos»), y todo poseedor de atributos es algo hecho (creado). Pero el Hacedor de las cosas es imposible que sea descrito con alguna definición expresable”.
El Nombre «Allah» tiene como símbolo la pronunciación de la A, una pronunciación de la boca abierta. La A es la primera expresión que profiere el hombre al nacer, un sonido que es como si saliera de su cabeza, de su interior, y que constituye físicamente como una vibración de todo el cráneo. Cuando se pronuncia como corresponde, el cráneo y el pecho, el centro del cuerpo y su miembro más elevado, vibran al unísono. Así la A, como pronunciación, es el símbolo del Principio de todas las cosas, y de Su Presencia en todas ellas (o más bien, de ellas en Él), gracias a lo cual existen. La A representa el ser y la exhalación el no-ser, lo que hay más allá del ser. Y las L, bien pronunciadas, representan el símbolo de las jerarquías, de los planos, de los niveles, de los mundos que han sido creados en escalas superpuestas.
La invocación (dhikr) de Allah es la principal práctica del Islam, porque está presente en la oración, la súplica, al recitar el Sagrado Corán donde se Le invoca continuamente, en el saludo, porque la palabra Salam o Paz es un Atributo que se remite a Allah, y otras expresiones de cortesía y de buena salud, como para ampararse en situaciones extremas, o en cualquier práctica de la vida diaria que sea beneficiosa, y en el sufismo como práctica de letanía. El testimonio de fe evidencia la predominancia de la palabra Allah, pues constituye su parte principal: Ash-hadu al-La ilaha illa Allah. Dice el Sagrado Corán: Di [Profeta]: “Invocad a Allah, o invocad al más Misericordioso (Al-Rahmán), cualquiera que invoquéis [por igual] Suyos son los Nombres Más Bellos” (17:110)
Desde el punto de vista de la vida del alma, sin recurrir a ninguna elaboración del pensamiento, el Nombre Allah es la llave de muchos tesoros interiores que Él, exaltado sea, guardó en el hombre. Por eso se dice que Allah es el Primero y el Último, el Manifiesto y el Oculto. Es decir, el Nombre de Allah es el Primero, porque de Él se manifiestan todas las cosas; y el Último, porque Él está más allá de todas las cosas. El Manifiesto (que en árabe significa también «Elevado»), porque se eleva por encima de todas ellas, y está presente en ellas, o ellas en Él, de un modo que no podemos determinar, ni definir, ni describir, ni pensar, ni comprender; y el Oculto, porque es imposible por completo que Allah tenga relación con ninguna cosa particular, aunque sin dejar de estar presente en ella, o ellas en Él, de un modo totalmente inefable.
El Nombre “Allah” abarca todos los Nombres divinos (noventa y nueve y uno desconocido, según la tradición islámica), siendo todos ellos del Sí Mismo. Sus Nombres y Atributos se manifiestan en el Malakut (mundo de la Manifestación) y en el Mulk (Creación), y se ocultan en el Yabarút (nivel de la Omnipotencia) y en el Lahút (Sí Mismo divino Oculto). Allah es el Nombre Supremo (al-Ismu al-A`zham) de Quien no puede ser nombrado, constituyendo un símbolo que unifica lo Oculto y lo Manifestado.
«El Nombre Supremo» es el significado más grande que se le atribuye a Allah, la realidad de todos Sus Nombres, aquel Nombre que en su inmensidad es inabarcable por nosotros, superior a nuestra comprensión. Y cuando lo invocamos lo hacemos intencionalmente para alcanzar la mayor elevación, la mayor realidad de ese Nombre, que nos abarca y nos excede infinitamente. Esto significa que ese Nombre constituye una pronunciación de nuestras voces, un significado en apariencia conocido, pero una Realidad totalmente desconocida en Sí Misma, en su Grandeza. Aunque ella de alguna manera nos cubre cuando lo invocamos, y nos excede en todo sentido, y por lo mismo nos eleva y nos engrandece. Por eso es muy importante la invocación del Nombre Supremo.
Pero no debemos olvidar que el Nombre Supremo es un símbolo. Esto significa que el Nombre “Allah” no nos da a conocer a Allah en Sí Mismo, sino que sólo constituye el símbolo de Allah. Porque en la medida en que excede nuestra comprensión, en la medida en que no podemos abarcarlo, no podemos tampoco atribuirle nada en absoluto. Él se atribuye a Sí Mismo en el Sagrado Corán un Nombre y numerosos Nombres, y nos los da a conocer por Revelación. Y porque se atribuye el Nombre Allah nosotros lo podemos pronunciar, aunque solamente como un símbolo de Aquél que está por encima de toda posibilidad humana de comprensión.
El Nombre Supremo se identifica con el Poder divino, que realiza lo que su pronunciación permite, y aunque sea un solo signo, transforma todas las cosas creadas. Pero no es un Nombre compuesto, que se deba pronunciar en conjunto, sino que es de las claves de la realidad que Allah permite a Sus siervos conocer, para transmitirles el Poder, la Majestad, el Señorío y la Fuerza, como a Muhammad y a su Descendencia (BP) Tampoco la cantidad de signos es decisiva para el Nombre Supremo, pues él se constituye aún con un solo signo.
Se han propuesto distintos Nombres como el Supremo, como Al-Háiiu –l-Qaiiúm (Viviente, Subsistente), debido a la tradición del Profeta (BPDyC) que dice que en el versículo del Trono se encuentra el Nombre Supremo, o bien se lo ha buscado en las siglas del comienzo de alguna de las suras, etc. En realidad, no es un Nombre en particular, en todo caso, el símbolo de todos los Nombres divinos es el Nombre Allah, que es entonces por su significado el Nombre Supremo. Pero inclusive, aparte de conocer nombres, signos, o letras, está la categoría del siervo a quien Allah dignifica con el Señorío, le transmite Poder y Fuerza. Ese siervo es en sí mismo un factor del Nombre Supremo, y se identifica con lo que Allah Exaltado le dio a conocer de Sí Mismo. No importa qué cantidad de signos recibieron los Profetas (BP), pues fueron dignificados con diferentes modalidades del Sí Mismo divino para que cumplieran su misión. A los guías espirituales el Profeta (BP) les otorga un conocimiento sobre el Tauhíd, y éste conocimiento constituye para ellos el Nombre Supremo, su dignificación.
El Nombre «Allah» es, entonces, al-Ismu al-A`zham, el Nombre Supremo, y es la clave de toda la vida espiritual del creyente. Es el Nombre prometido y pronunciado, el Nombre escondido y manifestado. Por eso se dice en el Sagrado Corán: «Hua Allahu, la Iláha illa Hua», «Él es Allah, no hay Divino sino Él». Y a Él se Le atribuyen todos los Nombres exaltados, aunque todos los Nombres de Allah son exaltados, y todos ellos son Nombres del Sí Mismo divino. Pero como son distintos, no podemos menos que decir que el Nombre Supremo es el Nombre «Allah», cuya pronunciación constituye la clave de toda la vida espiritual, en el Islam, para el creyente.
El nombre Allah y el Profeta (BPDyC)
Dice el Sagrado Corán: Les haremos ver nuestros Signos en los horizontes, y en sí mismos [en sus propias almas], hasta que se les evidencie que es la Verdad [que Allah o la existencia es real] ¿Es que no es suficiente para ellos [los hombres] que tu Señor es Testigo de todo? (32:35) y como Allah da ejemplo de todas las cosas (17:89) es necesario que en el plano del mundo haya un ejemplo de lo Absoluto o Perfecto, como testimonio de que eso es real, y ese ejemplo constituye la plenitud de lo creado y el modelo a seguir. Y respecto del Profeta (BPDyC), como ejemplo perfecto y modelo, dice: Por cierto que tú eres sin duda de una naturaleza extraordinaria (68:4) Y: Tenéis por cierto en el Mensajero de Allah un modelo bonísimo (33:21)
En la fuente sunnita Perlas esparcidas, se registra: “Dijo el Mensajero de Allah (BPDyC): ‘El ejemplo de aquello con lo que fui enviado por Allah, en cuanto a la buena Guía y el Conocimiento, es como el de la lluvia abundante que alcanzó una tierra en la cual había un resto [de simiente], y el agua la regó, entonces germinaron profusamente el pasto y la vegetación. Y había en ella arideces que retuvieron el agua, con lo que Allah benefició a la gente que bebieron de allí, regaron, y sembraron. Pero cayó en otro pedazo de ella que sólo era un bajo fondo que no retuvo el agua, ni germinó en pasturas. Este es el ejemplo del que estudió el Din de Allah, y al que aprovechó aquello con lo que fui enviado, y entonces conoció y enseñó; y el ejemplo del que nunca elevó la cabeza en ello, ni aceptó la buena Guía de Allah con la que fui enviado’” (T, VIII, pp. 172-173).
La criatura elegida, Muhammad, con él sean la Bendición y la Paz, es el que sintetiza en su plenitud los Atributos de Allah, exaltado sea, y entonces es el primero entre las criaturas manifestadas por Allah, y el último como sello de la Profecía; el manifestado al mundo como el Muhammad que conocemos históricamente (BPDyC), y el oculto a aquél bajo la forma metafísica del Muhammad que es glorificado en el cielo como Ahmad (BPDyC). Y en tanto que él asume y sintetiza a la perfección los Atributos divinos en su máxima plenitud, ¿acaso la palabra Allah no encierra el secreto del Profeta?.
El Sagrado Corán presenta al Profeta como su “alter ego” en el plano de la creación cuando dice: Di [Profeta]: “Si amáis a Allah, ¡seguidme!, Allah os amará” (3:31) Y también: Por cierto que el Profeta es preferible para los creyentes a sus propias almas (33:6) Allah ama que Sus siervos se revistan de las cualidades nobles que Él manifestó en el Profeta (BPDyC), razón ineludible de Su amor hacia ellos, como la virtud, la justicia, la rectitud, la veracidad, el conocimiento y sabiduría, el cumplimiento, la firmeza, la entrega sincera, la fe, el arrepentimiento, el perdón, el esfuerzo, etc. Abdallah Ibn Omar es citado en Perlas esparcidas relatando lo siguiente: «Estábamos en lo del Mensajero de Allah (BPDyC) entre un grupo de sus compañeros, y él preguntó: “¡[Escuchad] vosotros!, ¿no sabéis que soy el Mensajero de Allah para vosotros?” Respondieron: “¡Claro que sí!” Él prosiguió: “¿No sabéis que Allah reveló en Su Escritura [el Sagrado Corán] que el que me obedece ha obedecido pues a Allah?” Respondieron: “¡Claro que sí!, ¡testimoniamos que el que te obedece ha obedecido a Allah y que parte de la obediencia a Él es la obediencia a ti!” Prosiguió: “Así pues, parte de la obediencia a Él es que me obedezcáis, y parte de la obediencia a mí es que obedezcáis a vuestros imames [guías espirituales], y aun cuando ellos rezaran sentados [sin ejecutar los movimientos impuestos para la oración], ¡rezad sentados todos vosotros!”»
Basado en textos del Sheij Alí Al Husainí recopilados por Aiman Fradkin y Hasan Gómez, editados por Bashir Gómez.