Semblanza del Múrshid Sheij Alí Al-Husainí (3)
Antecedentes espirituales internos
Hasta ahora mencionamos en general lo que hace a su actividad externa, a las relaciones o vínculos que mantuvo con distinto tipo de personas. Pero vamos a dar a conocer antecedentes de orden interno que lo impulsaron a la dá‘uah, la prédica y enseñanza islámica, especialmente de la metafísica.
Cabe aclarar a los que lean esta semblanza que componerla no es comparable al trabajo típico de un historiador que compila datos o documentos y recrea cuasi literariamente una secuencia del pasado. Sin desestimar el uso de documentos u otras fuentes históricas, hemos tenido el privilegio de recibir el testimonio en vida de nuestro Múrshid (C) y de sus antiguos discípulos lo que enriquece este trabajo de una manera concreta.(1)
Dijo nuestro Múrshid: «Recuerdo sobre todo un sueño a los diecisiete años donde se presentaba el Profeta (BPDyC), elevado sobre el suelo, como sobre una plataforma, y me decía en árabe que me iba a enriquecer. Fue tan extraordinario el sueño que me desperté, y seguía escuchando despierto la voz resonando en mi cuarto. Claro, la primera interpretación que puede tener un jovencito de diecisiete años, ateniéndose al sentido literal de lo dicho por el Profeta (BPDyC), era que iba a ser rico, a tener muchos bienes, pero luego me fui dando cuenta que eso tenía otra interpretación, espiritual y profunda.
Realmente yo no sabía que era descendiente del Profeta (BPDyC). Se puede decir, en general que lo son muchas de las personas de la región de los alauitas, porque los descendientes del Profeta (BPDyC) se refugiaron allí; aunque la descendencia está repartida también en varias regiones del mundo, incluso en la India, en la China, y otros diversos lugares donde fueron emigrando. Mi padre, según supe con posterioridad a dedicarme a la vida espiritual, desciende del Profeta (BPDyC), y esto fue confirmado a través de mis discípulos. Mi familia ha perdido en parte la transmisión de su genealogía, que se conserva en general en el mundo árabe, en las familias y tribus. Mi familia la perdió fundamentalmente por causa de la ignorancia, por la persecución, por la falta de vida urbana cuando tuvieron que asimilarse al campo. De todas formas, nunca hubiera pretendido para mí esa descendencia sin ningún fundamento o prueba, pero llegué al conocimiento de ello gracias a las jaluas de mis discípulos, antiguos y nuevos.”
El hecho de que una persona descienda del Profeta (BPDyC) no le asegura la purificación, la santidad, la sabiduría, pues éstas son virtudes que debe él debe lograr. Pero más allá de la voluntad personal está la Guía divina, porque Allah no excluye a la descendencia del Profeta (BPDyC) de la expresión «Allah guía hacia Él a quien quiere»; y habrá entonces de su descendencia gente dedicada solamente al mundo, que está en el error, y otra que, por la Guía divina, ha podido quedar al margen de las bajezas. Aunque dentro del Islam la descendencia profética es una dignidad.
(1) Sobre la veracidad del testimonio de los justos, citaremos una anécdota del Profeta (BPDyC). Estando él en Medina vino un beduino a vender una yegua, y el Profeta (BPDyC) se la compró de palabra sin discutir el precio, y le pidió que lo siguiera para darle el importe. Como el Profeta (BPDyC) solía andar rápido, el beduino se fue atrasando, quizás a propósito, y la gente iba admirando la yegua. Entonces el beduino pensó: «Tal vez pueda vendérsela a otro por un precio mayor», y algunos se acercaban a él y le ofrecían más de lo que había convenido con el Profeta (BPDyC). Ante esta situación el beduino voceó al Profeta (BPDyC) que iba delante de él y le dijo: «O me la compras o la vendo a otro», pero Muhammad (BPDyC) respondió: «Ya te la he comprado». El beduino lo negó diciendo: «No, por cierto que no me la has comprado». Y así estuvieron defendiendo cada uno su causa por un rato, mientras la gente se iba reuniendo alrededor de ellos, y algunos le advertían al beduino que no mintiera, porque estaba tratando con el Mensajero de Allah (BPDyC). Hasta que llegó Juzáimah Ibn Zábit Al-Ansári, un gran compañero del Profeta (BPDyC), que no conocía nada de lo que sucedía. Pero al enterarse, se acercó al grupo y escuchó que el beduino decía: «¿Quién es tu testigo de que me la hayas comprado?». Entonces Juzáimah se acercó y dijo: «Yo soy testigo, testimonio que el Mensajero de Allah (BPDyC) ha comprado la yegua al beduino». El Profeta (BPDyC) le preguntó, entonces, delante de todos: «¿Sobre qué base testimonias?», y Juzáimah respondió: «Sobre la base de la veracidad del Mensajero de Allah (BPDyC)». Así el Profeta (BPDyC) designó a Juzáimah el testigo por excelencia de la comunidad de los musulmanes, y su testimonio desde entonces valió por el testimonio de dos hombres (Figura en Mujtásar Ibn Kazí, tº I, p. 255).