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El Sufismo para quienes no lo conocen

Con motivo de ataques que recibe frecuentemente la espiritualidad islámica profunda, en especial el sufismo, por parte de ignorantes, el Sheij Alí Al-Husainí publica estas palabras, disculpándose por su extensión pero, lo bueno nunca cansa, y a Allah subhanahu ua Ta’ála ha encomendado su tarea.

¿Quién es el sufi?

Se sostuvo que “los sufís (en árabe se dice: as-sufi`ah) fueron llamados así por la pureza de sus secretos y lo inmaculado de su tradición”. Esta es una descripción del sufí en particular, y lo que prima en ella es la purificación. Igualmente en la siguiente afirmación de Bishr Ibn Al-Háriz, uno de los grandes sufís: “El sufí es aquél al que Allah purificó su corazón”. Otros han dicho: “El sufí es aquél al que Allah purificó sus conocimientos y de allí que gracias a Allah, Poderoso y Majestuoso, obtuvo una acendrada categoría”.

También sostuvieron: “Han sido llamados sufís porque ellos están en la primera jerarquía (saff) ante Allah, Poderoso y Majestuoso, debido a su fervor elevado hacia Él, el dedicar su corazón a Él, y descubrir solamente ante Él su secreto”. Hay una tradición que los vincula con los llamados áhlu -s-súffah, algunos de los primeros compañeros del Profeta (BPDyC) que se destacaban por formar un grupo de ascetas que solamente dependían de él.

Aparte de “sufís” se les han dado diversos nombres en el Islam, por ejemplo, gurabá´, “extranjeros”, “extraños” o “peregrinos”, en el sentido de que siempre eran extraños a la sociedad donde estaban, o a la que pertenecían inclusive por nacimiento, debido a que ellos viajaban continuamente y se mezclaban con todo tipo de comunidades, en todas las latitudes del mundo islámico. Se los veía en el Cáucaso, en España, la frontera extrema del Islam en occidente, también en los límites de Turquía con Europa, en la India, Indonesia, y en las islas de los mares de Asia y África. Por eso también se los llamó “siiahún”, “viandantes”, “viajeros”, otro de los nombres que se les dio aparte de sufís. Se los designó “shaqfatíah”, literalmente “caverneros”, pues uno de los términos con que se designan las cavernas en árabe es sháqfah, y se les aplicó de ese nombre por guarecerse ellos allí en sus viajes. Otra de las designaciones muy conocidas dada a los sufís es el de “pobres”, “fuqará”, por haberse apartado de todo afán de dominio en el mundo, y de toda ambición de poder económico exagerado. Se le preguntó a cierto sufí: “¿Quién es sufí?”, y respondió: “el que no posee ni es poseído”, que coincide con el sentido anterior de fuqará.

Dijo el Profeta (BPDyC): “Cuando la Luz Divina (al-nur) entra en el corazón, (al-qalb), este se expande y se dilata”. Tal es el estado de felicidad, de gozo, de expansión, de plenitud, simbolizado por la Luz Divina en el corazón. Cuando expresó esto se le preguntó: “¿Cuáles son los signos de ello, Mensajero de Allah?”. Respondió: “Apartarse de la mansión de la ilusión (del mundo), volverse hacia la mansión eterna (el más allá), y estar preparado para la muerte antes de que suceda”. Tres características de aquellos que pretenden llamarse “fuqará”, “gurabá”, “siiahún”, “shakfatíah”, o “sufís”. La característica principal por la cual llegaron a la plenitud espiritual es al-Nur, la Luz de Allah en el corazón, vivir la Presencia Divina, apartarse de la ilusión del mundo, de lo vano, estar entonces continuamente dirigidos hacia el más allá, y por último, estar preparados para la muerte, preparación espiritual por la cual se supera el miedo a la muerte, y se predispone el alma con los actos buenos, las virtudes, las actividades espirituales, arrepentimientos, contriciones, conocimientos, sabidurías, etc., para que la muerte no sea más que un paso breve, y en realidad, hacia algo mejor que este mundo.

Hárizah, uno de los compañeros del Profeta (BPDyC), fue interrogado por éste sobre el estado de su fe, a lo que Hárizah respondió: “Estoy hastiado interiormente del mundo, por lo cual detesto estar de día, y velo durante las noches. Es como si viera el Trono de mi Señor elevarse ante mis ojos, y como si viera a las gente del Paraíso visitarse mutuamente, y a las del fuego hostilizarse entre sí”. De este seguidor dijo el Profeta (BPDyC): “Él que desee ver a un siervo al que Allah iluminó su corazón, que se fije en Hárizah”.

Otro de los nombres por los cuales los sufís han sido conocidos en el pasado es el de “nuríiah”, “los de la Luz Divina”, porque ellos pretenden la categoría espiritual de la plenitud del corazón, de su iluminación por la Luz de Allah. Los sufis son “los creyentes” a los que se interpreta que el Sagrado Corán alude cuando dice al Profeta (BPDyC): Y no repulses a los que invocan a su Señor por la mañana y por la tarde deseando Su Rostro: Tú no tienes en nada que juzgarlos, ni ellos tienen en nada que juzgarte a ti, pues si los repulsaras serías uno de los inicuos (6:52) Y le agrega sobre ellos: Persevera junto a los que invocan a su Señor mañana y tarde, deseando contemplar Su Rostro (18:28)

Hay un versículo en el libro que expresa: En ese lugar [los templos verdaderos] hay hombres que aman purificarse, y Allah ama a los que se purifican (9:108). La purificación que anhelan los sufís no es solamente la purificación externa, que también practican, pues el sufí no abandona lo exterior, pero más importancia le da a la purificación interior, la del corazón: purificar los pensamientos, vencer las ocurrencias inferiores, independizar la conciencia de los susurros inmundos, pedir perdón por las malas ocurrencias, pensamientos, e ideas que se tienen, y de este modo ir obteniendo la purificación interior, y llegar a ser digno de la iluminación divina. Es la vía del auto-conocimiento en la que se niega al ego y se lo combate en uno de sus reductos más protegidos y de difícil acceso, el de los pensamientos e intenciones. Entonces el sufí es nurí, iluminado.

Bandar Ibn Al-Husein decía: “El sufí es a quien el Real (Allah) elige para Sí mismo, lo purifica y de su ego, lo aparta, y nunca más lo deja dirigirse hacia una acción o una iniciativa nociva”. Estas palabras tan importantes definen la condición del sufí con precisión, como luego veremos en otra descripción del Imam Al-Yunáid, que la Misericordia de Allah sea con él. El sufí es un elegido para la amistad con Allah, un purificado, que vence al ego, y que nunca más se dirige hacia una iniciativa o una acción perniciosa, sea para sí mismo, sea para la humanidad.

Abu Alí Al-Raudhabari fue preguntado acerca de qué es el sufí, y respondió: “El que se viste de lana sobre la pureza, ofrece comida de hostilidad a sus pasiones, el mundo a su respecto está por detrás de sus espaldas, y sigue el sendero del elegido Muhammad (BPDyC)”

De allí, pues, que otra de las características del Tasáuuf como doctrina de la purificación, es la de seguir el Sendero de Muhammad (BPDyC), no solamente en el aspecto de la conducta externa, sino sobre todo de los conocimientos que se obtienen gracias a su modelo (1).

Sahl Ibn Al-Tústari fue interrogado sobre quién es sufí y respondió: “Sufí es quien se hubo purificado de su suciedad [interior], esta asqueado de la impiedad reinante, se aparta de la gente hacia Allah, y para él es igual el oro que el heno”. Abu Hasan Al-Nuri, otro gran sufí, fue interrogado sobre el sufismo y contestó: “Es dejar todo goce del ego”. Esto es bastante sintético, y puede constituir el lema de toda vida espiritual, la actividad de toda una existencia, sin que se alcance a concretarlo totalmente. Pero, ¿cuántas palabras tiene la frase “dejar todo goce del ego”?: Cinco palabras que el hombre quizás en toda su vida no logra realizar.

Sobre el mismo tema contestó el Imam Al-Yunáid, la Misericordia de Allah sea con él, uno de los grandes maestros de los tiempos iniciales del Tasáuuf: “El sufismo es purificar el corazón de pretender complacer a los seres, es apartarse de una conducta de acuerdo a la naturaleza [animal], la cesación de las cualidades meramente humanas, alejarse de las motivaciones del ego, y adoptar las cualidades espirituales, apegarse a los conocimientos verdaderos, emplear lo que es preferible y meritorio [espiritualmente] por siempre jamás, y ser sincero con toda la comunidad de los musulmanes. Es armonizar con Allah en la Haqíqah [la Realidad, el conocimiento interior], y seguir al Mensajero de Allah (BPDyC) en la Sharí’ah [la ley revelada y la Súnnah]”. Esta es una descripción exhaustiva de la condición del sufí por parte del Imam Al-Yunáid, un gran sabio, y hombre culto de su época, natural de Bagdad.

Tal descripción nos da varias indicaciones: Por ejemplo, purificar el corazón, que hemos repetido reiteradamente, pues el sufismo es un camino de purificación; apartarse de la conducta animal, es decir de toda compulsión instintiva, poder superar esa debilidad del carácter humano y dominarla. Hay en el hombre cierta naturaleza animal, así como hay por debajo de ella una naturaleza vegetal, ambas junto a su naturaleza psíquica y espiritual. Por lo general, las naturalezas animal y vegetal son instintivas o automáticas, proceden por sí mismas sin intervención de nuestra voluntad. Pero constituyen una condición ineludible del estado del ser humano en este mundo.

Por otra parte, la naturaleza psíquica constituye un estado intermedio, por el cual el hombre experimenta las pasiones, deseos y goces que el animal no tiene, o lo tiene en menor medida. La naturaleza psíquica está por encima de la del animal, y además se destaca por tener auto-consciencia respecto de su individualidad. La expresión máxima de la naturaleza psíquica humana es que el hombre sea un sujeto, alguien que se reconoce a sí mismo como ser autónomo.

Por último, la naturaleza espiritual todavía es algo más elevado, es el conocimiento de la eternidad del ser, es saber que uno está vinculado a Allah Exaltado de tal manera que no puede independizarse de Él en absoluto, que somos una Luz única procedente de Allah, y aunque seamos una pequeña Luz, tan pequeños como una chispa (3), no dejamos de pertenecer a la Luz de Allah. Tal es el espíritu, que tiene gradaciones. Es imposible independizarse de Allah pues Él es Absoluto y “abarca todo con Su Misericordia y Su Conocimiento”, dice el Sagrado Corán.

El hombre consciente de su ser espiritual, como grado de luz de la Luz divina, sabe que los hombres no pueden diferenciarse esencialmente entre sí. Los Profetas (P.) poseen los grados mayores de la luz, aunque entre ellos y el hombre común de este mundo hay una diferencia de grado, no de esencia. También entre el Espíritu Santo (P) y el hombre común existe esa misma diferencia de grado, y en última instancia, toda luz se remite a Allah Exaltado. Dice el Imam Al-Yunáid, que en el sufí deben cesar “las cualidades meramente humanas”, también, no solamente las animales, y así lograr una experiencia espiritual elevada, “alejarse de las motivaciones del ego y adoptar las cualidades espirituales”. “Apegarse a los conocimientos verdaderos”, a la sabiduría del Profeta (BPDyC) y de los Imames impecables (P), y “emplear lo preferible y meritorio”, ir más allá de lo que cumple el resto de los musulmanes, y emplear lo que practicó el Profeta y todos los Profetas, con todos ellos sea la Bendición y la Paz, más allá de lo que Allah obliga como mínimo a un creyente común, realizar lo excelente no lo simplemente bueno.

Por último, se refiere a dos términos importantísimos dentro del Tasáuuf: “Armonizar con Allah en la Haqíqah”, es decir en la Realidad o el conocimiento interior. Lo que pretenden alcanzar los sufis es la “Haqíqah”, la Realidad, o como dijo el Profeta (BPDyC), “la Realidad tal cual es”, que determina un conocimiento interior elevado. “Y seguir al Mensajero de Allah (BPDyC) en la Sharí’ah”, la Ley revelada para todos los musulmanes, pero además seguirlo en los actos meritorios de la Súnnah. Así el sufismo, dentro de las enseñanzas del Islam, es la única doctrina que trasmite esta distinción entre Sharí’ah y Haqíqah. Sharí’ah, Ley revelada, y Haqíqah, conocimiento interior.

Sulúk

“Sulúk” en árabe significa “comportamiento”, “conducta”, “viaje espiritual”, y es tener el gobierno de algo, la conducción, ser capaz de disponer de los propios actos, siendo esto resultado de cierta conducción. Continuamente los sufis reiteran que el hombre debe ser dueño de sí, y que el sufí es “el que no posee ni es poseído”, el que tiene gobierno sobre sí mismo. Allah hace lograr al sufí su grado espiritual como si este por sí mismo lo obtuviera, pero en realidad es la Voluntad de Allah la que le ha dado todo el poder y la fuerza espiritual para obtener tal grado. A pesar de ello, Él es tan Generoso que le atribuye todo el esfuerzo al siervo. Pero para comprender estas sutilezas hay que esforzarse para vencer la soberbia, la presunción de poseer el mayor conocimiento, renunciar a saber antes de saber, defecto propio de la ignorancia. De lo contrario la persona estará incapacitada para el sufismo, aunque hable eruditamente, y cuando pretenda ser más erudito será más confuso, y no entenderá nada de la realidad verdadera.

El conocimiento intuitivo de las personas

Dijo el Profeta (BPDyC): “Cuidaos de la fisonómica del creyente porque él mira con la Luz de Allah”. “El creyente” es el que ha llegado a la purificación, a un grado más elevado que el “múslim”, musulmán, y se ha hecho amigo de Allah. Como dijo Jesús (P.): “Para que no seáis llamados siervos sino amigos” (Juan 15:15). La era de la amistad o Uiláiah, como se dice en árabe, es la era del Islam. Esto dicho en especial respecto de la vida espiritual, en la que hoy por hoy se alcanza la amistad con Allah o Uiláiah solo dentro del Islam. Por eso dijo Jesús (P.) que hasta Juan el Bautista (P), “el Reino se obtuvo a la fuerza, de ahora en más el Reino no se obtiene por la fuerza”. Es la era de la Uiláiah, que empieza con el amado Muhammad (BPDyC) y continúa dentro del Tasáuuf con los espirituales de alto rango.

El hecho de que el creyente mire con “la Luz de Allah”, significa que no necesita analizar los actos para conocer la condición psíquica y espiritual de los seres, simplemente la intuye de inmediato. Se cuenta de Uáis Al-Qárni, uno de los mayores seguidores del Profeta (BPDyC), que saludó a Harán Ibn Haiián, otro de los grandes sufís de la primera época, diciéndole: “¡La Paz sea contigo, Harán Ibn Haiián!”, pero es que nunca se habían visto personalmente antes. Y luego agregó Uáis Al-Qárni: “Mi espíritu conoció al tuyo”. De la misma manera, el Imam As-Shádhili, la Complacencia de Allah sea con él, que como un sol dio vida a tantas comunidades sufís del norte de África, después de una búsqueda espiritual que lo había llevado hasta Bagdad, retornó a su país natal, Marruecos, se encontró con el Sheij Ibn Mashísh, que vivía retirado en la montaña Al-`Alam. Pero antes de ascender a verlo comenzó a hacer la ablución ritual al pie de la montaña, mientras el Sheij Ibn Mashísh, al que nunca había visto, bajaba hacia él saludándolo y nombrando su genealogía hasta sus antepasados más lejanos, el Profeta (B.P.D), Alí y Fátima (P).

Dice uno de los sufís, Ibn Abdallah al-Antáqi (el de Antioquia): “Cuando os sentéis con la gente de la veracidad [los sufís], sentaos con ellos con la verdad, porque por cierto son espías de los corazones. Ellos penetran en vuestros secretos, y conocerán vuestra categoría espiritual”.

Los grandes espirituales del pasado

Entre los grandes espirituales que dieron inicio al sendero del Tasáuuf o sufismo está indudablemente Alí Ibn Abi Tálib (P.), que es el origen de todos los senderos espirituales profundos del Islam. Alí (BP) es la “puerta de la ciudad de la sabiduría”, como dijo el Profeta (BPDyC), y de quien también dijo que Allah dio a Alí nueve veces más conocimiento que al resto de la humanidad, y que de la otra décima parte Alí es el más sabio. Este pues es el origen de las vías profundas del Islam, como depositario de los secretos del Profeta, depositario tanto de la herencia espiritual profunda como de la responsabilidad del Profeta (BPDyC) en este mundo respecto del resto de los seres. Lo mismo dijo Jesús (P.) sobre que Pedro era quien poseía “las llaves del Reino”. (“Llaves” son las que abren las puertas, y simbólicamente son los secretos, las “claves”, su sinónimo. Por eso Jesús hablaba en secreto a Pedro solamente).

En segundo lugar, el verdadero sufismo reconoce después de Alí (P.), a su Descendencia, primero al Imam Al-Hasan, luego a Al-Husein, a Alí Záin Al-Abidín, a Muhammad Al-Báqir y a Yá’far Al-Sádiq. Los sufís verdaderos se remiten a estos seis descendientes del Profeta (BPDyC), aunque el resto de los Imames (P.) no dejen de ser fuente de conocimiento para ellos, pero no los citan con frecuencia. Esto se debe a que en la época de Yá’far Al-Sádiq (P) ya el sufismo se había expandido tanto que salió del núcleo primigenio, y por ello Yá’far significó la culminación final de los primeros maestros para esta vía de profundización.

Uáis Al-Qárni y otros grandes sufís

Otro de los grandes maestros de la primera época, cuando todavía el Profeta (BPDyC) estaba en el mundo, fue Uáis Al-Qárni. Era de Yemen y tenía una madre anciana a la que sostenía. Vivían en el campo y él se dedicaba al pastoreo, pero no tenía ganado propio, sino hacía de pastor, como es tradición de los Profetas, con ellos sea la Paz. Si alguien merece haber tenido la categoría de los Profetas, fuera de Muhammad (BPDyC), son Alí y su Descendencia, y seguramente Uáis Al-Qárni, Salmán Al-Farsi y Al-Miqdád. Ellos tenían una categoría elevadísima y de hecho tan importante como la de los Profetas (P), pues como dijo Muhammad (BPDyC): “Los creyentes de mi comunidad tienen la categoría de los Profetas descendientes de Israel”, es decir de Jacob (P). Uáis no podía trasladarse a la Meca o a Medina para conocer al Profeta (BPDyC) personalmente, por lo que entonces Allah hizo que lo conociera en visión o en sueños, aprendiendo así el Islam y la Sabiduría. Poco importa al respecto la gran distancia. Y cuando el Profeta (BPDyC) falleció dejo su capa como herencia para Uáis Al-Qárni, a quien él no conocía físicamente. La tradición cuenta que el Profeta dijo a Alí: “Cierta vez estarás en Kúfa, y vendrá gente de Yemen en gran cantidad. Tú pregunta por Uáis Al-Qárni, y cuando lo veas dale esta capa de mi parte”. Efectivamente, en la época del califato de Omar, habiendo pasado varios años del fallecimiento del Profeta (BPDyC), Alí y Omar fueron a Kúfa, una ciudad del sur de Irak, y vieron gran cantidad de gente del Yemen. Alí (P) llevaba la capa consigo, y preguntó por Uáis, pero nadie dijo que lo conocía. No podía ser que el Profeta (BPDyC) se hubiera equivocado, entonces alguien exclamó: “¡Ah!, ¡El que hace de pastor, que se aparta de la gente todo el tiempo!” Era desconocido a pesar de ser espiritualmente el más grande entre su gente, que lo desconocía porque se apartaba de ella. Alí y Omar fueron a entregarle la capa, y Omar aprovechó la ocasión y le pidió: “Tú que eres santo ¡Ruega por mí!”. Uáis Al-Qárni le contestó: “Si tú eres creyente, ruega por ti mismo”. Según es tradición cada oración de Uáis Al-Qárni era presenciada por 70 mil ángeles.

Otros de los grandes sufís de la primera época fueron: Háriz Ibn Haiián, Al-Hasan Ibn Abi Al-Hasan Al-Básri, conocido maestro, Abu Hazim Súlmah Ibn Dinar Al Mádani, Málik Ibn dinar, Abu Uáhid Ibn Záid, Utbah Al-Gulam.

También Ibrahim Ibn Ádham, quien era de origen persa o turco, pero murió en Siria, y se le conoce como “Al-Sultán Ibrahim”. Abandonó todos sus bienes, siendo sus padres gobernantes de su país, y salió en la búsqueda espiritual. Se hizo musulmán y llegó a los más altos grados de Tasáuuf. Otros fueron Al Fudáil Ibn Aiiad y su hijo Alí Ibn Al-Fudáil, Daúd Al-Tai, Sufián Al-Záuri, otro conocido maestro. También Abu Sulaimán Al-Dárani, su hijo Suleimán, Abu Al-Fáid Dhu Al-Nun Ibn Ibrahim Al-Mísri (citado con frecuencia Dhu Al-Nun “Al-Mísri”, es decir “el egipcio”), y su hermano Dhu Al-Kífil Al-Mísri.

Sari Ibn Al-Muqallis Al-Sáqati fue discípulo directo del Imam Muhammad Al-Báqir (P), de padres cristianos, que siendo niño todavía pasaba junto a las mezquitas y escuchaba el Sagrado Corán, quedando encantado. Entonces pidió a sus padres adoptar el Islam. Él padre le prohibió salir de su casa, lo encerró, pero como pudo se escapó y fue a ver al Imam Muhammad Al-Báqir (P), y le pidió adoptar el Islam. El Imam testimonió su Shahádah (testimonio de fe), y el muchacho retornó a la casa de sus padres, que a la larga tuvieron que aceptarlo.

Otros grandes sufís del pasado fueron Bishr Ibn Al-Háriz Al-Háfi, Ma’rúf Al-Kárji, otro discípulo de los Imames (P.), Abu Hudháifah Al-Mar´ashi, Muhammad Ibn Mubarak Al-Suri. Todos los anteriores fueron grandes maestros de los inicios, muy ligados a los Imames, con ellos sea la Paz. Por otra parte en Jurasán, en la frontera actual entre Irán y la ex URSS, se destacaron grandes sufís, entre ellos Abu Iazíd Ibn `Isa Al-Bastámi, Al-Haddad Al-Tústari, Al-Rázi, y otros.

Ual-Hámdu lil-Láhi Rabbi –l-‘Alamín ua bihi nasta’ín.

 

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