Un bello ejemplo de amistad islamo-cristiana
Entre las tradiciones que se refieren a las relaciones que tuvieron cristianos y musulmanes en época del Profeta (BPDyC), existe la siguiente: «Cuando Yá`far Ibn Abi Tálib [primo del Profeta] y gente de los compañeros del Profeta emigraron hacia tierras de Abisinia [actual Etiopía que fue uno de los primeros países cristianos del mundo] y allí se establecieron, y después que el Profeta (BPDyC) también emigró a Medina y aconteció el suceso de la batalla de Badr [la primera victoria del Islam contra los impíos de La Meca], entonces se reunieron los de Quráish [la tribu que dominaba Meca y que habían sido derrotados] en el lugar de las asambleas y sostuvieron: `Nosotros debemos tomar venganza contra los compañeros de Muhammad que están en lo del Nayáshi [así se llamaba al que tenía la función de gobierno de Etiopía] por los que de los nuestros fueron muertos en Badr. Juntemos, pues, dinero y regalémoslo al Nayáshi, quizás nos entregue a los [musulmanes] de nuestro pueblo que hay allí. Deleguemos a dos de nuestros hombres que tengan buen criterio’. Enviaron entonces a Amru Ibn Al-As [que luego se haría musulmán y sería el primer gobernante de Egipto después del ingreso allí del Islam], y a Ammara Ibn Abi Mu`it, llevando los regalos. Ambos se embarcaron y llegaron a Etiopía entrando en lo del Nayáshi, se prosternaron ante él y lo saludaron. Le dijeron: `Nuestra gente desea aconsejarte y agradecerte, y es afectuosa de los tuyos. Nos enviaron aquí para advertirte contra esos que llegaron a tu presencia [es decir los musulmanes emigrados], porque son seguidores de un hombre mentiroso que surgió pretendiendo ser Mensajero de Allah, pero nadie de nosotros lo siguió sino los inferiores. Nosotros los habíamos hostilizado reduciéndolos en una zona de nuestro país para que nadie tenga contacto con ellos. Les acosó el hambre y la sed y cuando la situación se hizo insoportable envió aquí [Muhammad -BPDyC-] a su primo Yá’far Ibn Abi Tálib para que corrompa tu religión, tu gobierno y a tus súbditos. Así pues, ¡ponte en guardia contra ellos y entréganoslos, te descargaremos de ellos!. Tendrás una prueba de lo que decimos porque si vienen a tu presencia no se prosternarán ante ti, ni te saludarán como te saluda la gente, siendo esto un rechazo de tu religión y de tu práctica’. Entonces el Nayáshi convocó a los musulmanes y cuando estuvieron allí, Yá`far exclamó desde la puerta diciendo: `Te pide permiso para entrar la facción de Allah Exaltado’. Respondió el Nayáshi: `¡Ordeno al que clama así que repita sus palabras!’. Lo hizo Yá’far y dijo el Nayáshi: `Bien, que entren con la protección de Allah y bajo Su amparo’. [La lengua de Etiopía es similar a la árabe, es una lengua semítica donde los términos en general son parecidos, y algunas palabras que están en el Sagrado Corán son de origen etíope]. Entonces `Amru Ibn Al-`As, miró a su compañero y dijo: `¿No ves cómo se atribuyen ser la facción de Allah y qué responde a ellos el rey?’, y eso los apesadumbró. Luego los musulmanes entraron pero no se prosternaron ante él, y `Amr Ibn Al-`As exclamó entonces: `¿No ves cómo se engrandecen de prosternarse ante ti?’. Preguntó el Nayáshi a los musulmanes: `¿Qué os impide prosternaros ante mí y saludarme con el saludo de los que me visitan de todas partes?’. Respondieron: `Nosotros nos prosternamos sólo ante Allah, El que te creó y te dio el reino. El otro saludo era sólo lo que nosotros realizábamos en adoración a los ídolos, por lo que Allah envió a nosotros un Profeta veraz que nos ordenó saludarnos con un saludo que complace a Allah: la Paz sea con vosotros, el saludo de la gente del Paraíso’. Entonces el Nayashi supo que eso era verdad y que estaba en la Torá y el Evangelio. Preguntó el Nayáshi: `¿Quién de vosotros es el que clamó diciendo: Te pide permiso para entrar la facción de Allah?’: Respondió Yá’far: `Yo fui’, y agregó: `Eres un rey de los que hay en la tierra perteneciente a la gente de la Escritura [cristianos y judíos], y ante tí no es buena la abundancia de palabras ni la injusticia. Yo deseo responder por mis compañeros, así que ordena a estos dos hombres [es decir los impíos de La Meca] que uno de ellos hable y el otro se calle, para que tú escuches nuestra conversación’. `Amr [el impío] respondió a Yá`far: `Habla tú’, pidió Yá’far a Al-Nayáshi: `Interroga a estos dos hombres si nosotros somos siervos o libres, si fuéramos siervos que hemos escapado de nuestros dueños’. Respondió `Amr: `Son libres y nobles’. Dijo Nayáshi: `Están a salvo pues de la servidumbre’ [o sea de ser apresados y reenviados a sus dueños]. Pidió Yá`far: `Pregunta si hemos derramado sangre injustamente y ellos desean vengarse de nosotros’. Respondió `Amr: `No, ni una gota’. Pidió Yá’far: `Pregunta si estafamos riquezas de la gente injustamente y debemos compensarlo’. Dijo el Nayáshi: `Si fuera un quintal a mí me corresponde su compensación’ [es decir, están bajo mi protección y yo debo responder por ellos]. Respondió `Amr: `No, ni un pelo’. Dijo el Nayáshi: `¿Qué es lo que exigís de ellos entonces?’. Respondió Amr: `Eramos con ellos de una sola religión, la religión de nuestros padres, y ellos la abandonaron siguiendo otra. Por eso nuestra gente nos mandaron a que los entregues a nosotros’. Preguntó Nayáshi: `¿Qué es lo que vosotros creíais y la religión que ellos siguieron luego?’. Respondió Yá’far: `La religión en la que estábamos era la de Satanás, éramos impíos a Allah y adorábamos las piedras. Y hacia lo cual nos volvimos es la religión de Allah, el Islam, que nos trajo de parte de Allah un Mensajero con una Escritura como la de Jesús, el hijo de María (P), y que está conforme con ésta’ [es decir, el Sagrado Corán está conforme con el Evangelio de Jesús (P), o bien con éste]. Exclamó Nayáshi: `¡Yá`far!, has dicho cosas muy graves’. Luego Nayáshi ordenó que se tocara la campana y se reunieron así todos los sacerdotes y monjes. Y cuando estuvieron ante él dijo Nayáshi: `Os pido que juréis por Allah, Quien reveló el Evangelio a Jesús, si es que sabéis si habrá entre Jesús y el Día de la Resurrección algún Profeta enviado’. Respondieron: `Si, por Allah, ello nos fue transmitido. Dijo Jesús: El que crea en él [es decir en el próximo Profeta] habrá creído en mí, y el que sea impío a él lo será a mí’. Preguntó el Nayáshi a Yá’far: `¿Qué os dice este hombre?, ¿qué os ordena y qué os veda?’. Respondió: `Nos recita la Escritura de Allah [el Sagrado Corán], nos ordena el bien y nos veda el mal. Nos ordena la buena convivencia, mantener el lazo de parentesco, respetar al huérfano. Nos ordena adorar sólo a Allah sin copartícipes’. Le pidió el Nayáshi: `Recítame algo de lo que él os recita’, y Yá’far le recitó la sura de La araña y de Los bizantinos [29 y 30 respectivamente del Sagrado Corán] y los ojos de el Nayáshi y sus compañeros fluyeron en lágrimas. Insistieron diciendo: `¡Acreciéntanos de esa exposición tan bella!’, y Yá’far les recitó la sura de La caverna [18 del Sagrado Corán]. Entonces quiso `Amru indisponer al Nayáshi en contra de los musulmanes y dijo: `Ellos injurian a Jesús y a su madre’. Preguntó en seguida el Nayáshi: `¿Qué decís de Jesús y de su madre?’, y Yá’far les recitó la sura de María [19 del Sagrado Corán], y cuando llegó a mencionar a María y a Jesús tomó el Nayáshi de su palillo dental una astillita y exclamó: `¡Por Allah!, el Mesías no aumentó sobre los que vosotros decís ni esto’. Luego se volvió hacia Yá’far y sus compañeros y les dijo: `¡Partid!, vosotros sois libres de pasear en mi tierra’, quiso decir `estáis a resguardo, quién os injurie o dañe será penado’. Luego agregó: `¡Albriciaos y no temáis!, ¡no habrá atropello hoy contra la facción de Abraham!’. Preguntó ‘Amru; `¡Nayáshi! ¿quiénes son la facción de Abraham?’. Respondió: `Estos pocos y su conocido [Muhammad] del cual provinieron, y quienes los sigan, pero esto lo niegan los idólatras pretendiendo sostener la doctrina de Abraham’. Luego de ello el Nayáshi devolvió a ‘Amru y su acompañante el dinero que le traían y les dijo: `Vuestro regalo es para soborno, ¡tomadlo de vuelta!, porque Allah me entronizó sin aceptar de mí soborno alguno’. Contó Yá’far: `Partimos de allí y estuvimos en la mejor protección. Y Allah Majestuoso y Poderoso reveló sobre ello a Su Mensajero (BPDyC), estando este en Medina, respecto de la polémica [del Nayáshi y los dos idólatras] acerca de Abraham: `Por cierto que los más propios de Abraham entre la gente…’ [3:68]]» (T., III, 269-271).
En otra tradición expresa Alí (P): «Los más propios de los Profetas son los que más se dedican a lo que ellos trajeron». Luego Alí (P) recitó el versículo: Por cierto que los más propios de Abraham entre las gentes son los que lo siguieron, y este Profeta [Muhammad]… (3:68), y expresó: «Los amigos [los propios] de Muhammad son los que obedecen a Allah, aun cuando sean apartados en parentesco [con él], y sin duda que los enemigos de Muhammad son los que desobedecen a Allah aún cuando sean inmediatos [a él] en parentesco» (T, III, P 272).
El método del diálogo
Los vínculos entre cristianos y musulmanes de los primeros tiempos del Islam eran afectuosos, como se puede evidenciar en la tradición anteriormente citada. Esto se debe a que pertenecen como dos alas a un mismo movimiento espiritual, a pesar de todas las fricciones, inclusive los enfrentamientos de hecho que haya habido. Son la gente de la Misericordia, de la universalidad de la tradición abrahámica, de la creencia en el Mesías y en su madre, con ambos sean la Bendición y la Paz, como milagro para la humanidad, como dice el Sagrado Corán. Por eso, la discrepancia no debe ser tomada como motivo de destrucción mutua, y según creo en la actualidad el mundo cristiano por tradición cultural está en condiciones, después de haber renunciado al fanatismo religioso, de comprender al Islam.
Pero se debe aprender a exponer nuestras creencias ante cristianos y judíos de dos maneras diferentes: Una conciliadora y otra que no deje ningún lugar a transacciones indebidas, a conciliaciones contrarias a los principios, la flexibilidad en lo que corresponde, y la rigidez también cuando corresponda, pero debemos llegar a la conciliación y al acuerdo en aquello que nos une, y rechazar en nosotros mismos todo prejuicio.
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