¿Tomó Lutero del Profeta Muhammad (BPDyC) su idea de salvación?
Dijo el Profeta Muhammad (BPDyC): «¡Obrad, sed sagaces y perfeccionad vuestras obras!, pero sabed que no entraréis en el Paraíso sino por la Misericordia de Allah [no por las obras]!». Le preguntaron: «¿Y tú Profeta?». Respondió: «Incluso yo, si Allah no me sumergiera en su Misericordia».
Si comparamos este hadiz 1 con la idea de Lutero de que “el hombre no puede alcanzar su salvación por las obras sino por la gracia de Dios”, encontramos una analogía evidente. La influencia del Islam en Europa Occidental durante la Edad Media es algo que ya no se discute, pero ¿Conocía particularmente Lutero el pensamiento islámico?
Los primeros que indicaron públicamente su relación con el Islam fueron contemporáneos del reformador alemán; Johannes Cochläus, conocido antiluterano, en un escrito en respuesta a su “Sobre la guerra contra los turcos” afirmaba que Lutero coincidía con las doctrinas coránicas. El humanista católico Johann Albrecht (von) Widmanstetter 2 y el orientalista francés Guillaume Postel 3, expresaban 4 “la aspiración teológica de mostrar afinidades entre la nueva «herejía luterana» y la vieja de los musulmanes.”
Podemos señalar otros vínculos de Lutero con el Islam: El teólogo reformista suizo Theodor Bibliander (1504-1564) publica en Basilea “Machumetis Saracenorum principis ejusque succesorum vitae, doctrina ac ipse que Alcoran” una obra de 3 tomos que contiene en su primera parte la primera traducción latina del Corán junto a otras fuentes islámicas, supuestamente auténticas, traducidas al latín. Dicha publicación se realiza mediante el auspicio de Lutero. ¿No resulta significativo además que el propio Lutero haya realizado las primeras traducciones del Corán al alemán?
Antes de intentar responder estas preguntas enfocaremos uno de los principales aspectos del pensamiento luterano, su doctrina de la justificación.
Convencionalmente se indica como fuente de inspiración de Lutero a las palabras de Pablo en su Epístola a los Efesios (Ef. 2, 4:9) que figura en cuadro anexo. Para comprender cómo fueron interpretados por Lutero estos versículos tomaremos el comentario que él mismo realizó de la Epístola de Pablo a los Gálatas:
“Podemos apreciar claramente el Versículo 3: “Gracia a vosotros y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”. Gracia y paz son términos comunes que usa Pablo y ahora se entienden más o menos bien. Sin embargo, ya que estamos explicando esta epístola, no se ofenderán si repetimos lo que hemos explicado con tanta frecuencia en otras partes. El artículo de la justificación tiene que sonar incesantemente en nuestros oídos porque la fragilidad de nuestra carne no nos permitirá apropiarlo a la perfección y creerlo con todo nuestro corazón. El saludo del apóstol es refrescante. La gracia remite el pecado y la paz tranquiliza la conciencia […] Estos dos términos, la gracia y la paz, constituyen el cristianismo. La gracia incluye la remisión de los pecados, la paz y una conciencia alegre. El pecado no se quita llevando una vida según la ley, porque nadie es capaz de vivir como la ley lo exige…”5
Lutero se expresa en un lenguaje simple y pensamos que no es necesario remitir su utilización del concepto “gracia” a diversos sentidos semánticos o disquisiciones teológicas6 sino a la idea sencilla de “favor divino”, acorde con el significado etimológico del vocablo original griego. Para Lutero la salvación no se logra por mérito propio sino por un don o favor de Dios, expresión de su Misericordia o “compasión” por el hombre, incapaz de llevar su vida “como la ley lo exige”.
Al sostener que las obras humanas no aseguran la salvación, Lutero reeditó nuevamente en el seno de la Iglesia el conflicto de las observancias que mostró a Pablo negando el cumplimiento de la Ley. Aun cuando el aspecto más visible de la reforma protestante fue la crítica de Lutero al Papado por el escándalo de la venta de indulgencias, se puede apreciar también el replanteo de otras prácticas de la Iglesia Católica como quedó reflejado posteriormente en el rechazo y supresión de algunos sacramentos, tanto como por el cuestionamiento del celibato.7
No debemos sorprendernos del contraataque de algunos católicos dirigido a descalificar al reformador alemán por su relación con la monja Katharina von Bora8, con quien contrajo matrimonio luego que la misma abandonó sus hábitos; el conflicto no afectaba solamente cuestiones teóricas sino prácticas. ¿Cómo suenan hoy estas polémicas éticas cuando hay sacerdotes de la Iglesia Católica condenados judicialmente por abuso sexual de niños?
Así como Pablo proclamó superada y caduca a la Ley Judía que era observada fielmente por los discípulos de Jesús (P) que residían en Jerusalén, aparece luego Lutero, todavía dentro de la Iglesia Católica Romana, poniendo en cuestión la importancia de las obras en lo que atañe a la salvación de las almas, la infalibilidad del Papa, algunos sacramentos, etc.. Pero el desenlace del conflicto es distinto: las epístolas paulinas se convirtieron en patrimonio de la Iglesia mientras que Lutero fue excomulgado y su figura despreciada hasta la actualidad como podemos leer por ejemplo en este fragmento del eminente filósofo católico Jacques Maritain9:
“Vehemente evocador de las fuerzas que dormitan en el corazón de la criatura carnal, Martín Lutero poseía un temperamento lírico y a la vez realista, poderoso, impulsivo, valiente y doloroso, sentimental y de una impresionabilidad morbosa. Este hombre violento tenía bondad, generosidad, ternura. Y, con eso, un orgullo indomado, una vanidad petulante. La parte de la razón era en él muy pequeña. Si llamamos inteligencia a la aptitud de asir lo universal, de discernir la esencia de las cosas, de seguir dócilmente los meandros y delicadezas de lo real, Lutero no era inteligente, sino más bien estrecho y sobre todo obstinado.”10
Apartándonos por un momento de esta semblanza de Lutero nos preguntamos “¿Cuál era el conocimiento que tenía del Islam y de las enseñanzas del Profeta (BPDyC) en particular?” y podemos afirmar que no era muy distinta de la que se tiene hoy en día en Occidente en general; una mezcla de prejuicios e ignorancia. La primera traducción del Corán en lengua latina (Robert de Ketton, 1142), así como la información sobre el mundo islámico que la acompañaba en la collectio Toletana compilada por instancia de Pedro el Venerable, abad de Cluny, contiene tantos prejuicios contra el Islam que demuestra que el discurso antimusulmán se fundamentaba en muchas ocasiones en una información elaborada, cuanto menos, sin rigor, por no decir en una información destinada a la destrucción del enemigo musulmán.
Transcribimos a continuación la opinión presentada por Pino Valero Cuadra, Profesor de la Universidad de Alicante, en su ensayo “Lutero y el Islam en tiempos de Carlos V”:
“En la época de Lutero el Corán se asociaba con algo negativo a pesar de conocerse apenas el texto, pues la única traducción latina, del siglo XII, tuvo una «tirada» limitada y sólo conocida por eruditos, uno de ellos Lutero, que accedió a ella en 1542. Trece años antes, éste había manifestado su deseo de traducir al alemán los extractos coránicos que habían llegado a sus manos, pero en lugar de ellos tradujo un libro de polémica antiislámica, la citada Confutatio de Ricoldo, que fue publicada ese año. Dicha traducción muestra mejor que todos sus textos sobre los turcos, su interés en la «enseñanza» que aportan las fuentes islámicas, pues, para él, la «religión turca» no es un fenómeno al margen de la Iglesia que hay que conocer para poder evangelizar mejor a los musulmanes, sino que vincula Iglesia romana e Islam al igualar a Papado y turcos como líderes del Anticristo, lo que no es una simple afirmación polémica, sino el núcleo de su teoría sobre la «Escritura». El Reformador cree en el fin del mundo (la amenaza turca sería una señal de ello) y, por eso, para él, la función del buen cristiano es reconocer al último enemigo (el «Endchrist»), que actúa tanto dentro como fuera de la Iglesia.”
Todo lo anterior nos permite concluir que de ninguna manera tomó Lutero de Muhammad (BPDyC) su idea de salvación y que no conocía probablemente el hadiz que mencionamos al principio ni el pensamiento islámico en profundidad. No resulta imposible que Allah inspire en el corazón de una persona conocimiento verdadero, pero no vemos en este caso sino un alma con un fuerte conflicto interior en medio de una institución como la Iglesia, en evidente decadencia, que se aferró para superar su dilema ético a las palabras de Pablo, aquel que concretó el mayor desvío que padeciera el cristianismo primitivo, desafiando la autoridad de Pedro y apartándose de las enseñanzas de Jesús (P).
Cuando el Profeta (BPDyC) habla de Misericordia (en árabe Rahma) dice acrecentamiento del ser, y nunca indica el abandono o desvalorización de los actos, ya que enseñó que este es un mundo de acción y de prueba para el hombre. Inevitablemente el pensamiento de Lutero, más allá de la intención que tuviera, condujo a las futuras iglesias protestantes a un equívoco que se iba a evidenciar a lo largo de la historia moderna; tema que por su extensión no trataremos en este pequeño opúsculo. No dejaremos de mencionar, sin embargo, un ejemplo ocurrido en la propia vida de Lutero: la rebelión de los campesinos.
Cuando estos actuaron contra una sociedad injusta, inspirados por las mismas ideas que los reformistas habían proclamado, Lutero instó a los nobles:
“Matad cuantos campesinos podáis: hiera, pegue, degüelle quien pueda. Feliz si mueres en ello, mueres en obediencia a la Palabra divina”.
Más de cien mil labriegos perecieron; Lutero realizó las primeras traducciones del Sagrado Corán al alemán, es cierto; pero no llegó a entender su mensaje ni comprender la categoría espiritual del Profeta Muhammad (BPDyC).
En las fuentes imamitas Bihár Al-Anuár (Océanos de las luces), y Al-Irshad (La buenaguía, esta última del autor Al-Dailami), una tradición qudsí11 del Profeta (BPDyC) dice:
“El que actúa según Mi Complacencia obtiene tres cualidades: Le daré a conocer un agradecimiento no mezclado con ninguna ignorancia, un recuerdo no confundido con ningún olvido, y un amor al que no incida el de ninguna otra criatura en el amor a Mí. Y cuando él me ame, Yo le amaré, y abriré el ojo de su corazón a mi Majestad, y no le ocultaré a lo selecto [a los seres selectos] de Mi Creación. E intimaré con él (le confidenciaré) en la oscuridad de la noche, o a la luz del día, hasta que su conversación con las criaturas, y su tertulia con ellas, cese. Y le haré oír Mis Palabras y las de Mis ángeles, y le daré a conocer el secreto que Yo velé a Mi Creación (o a Mis criaturas), y lo revestiré de pudor al punto que todas las criaturas tengan pudor ante él. Y marchará por la tierra perdonado de todo, y haré de su corazón perceptible, visionario, y no le ocultaré nada del Paraíso, ni del Fuego. Y le daré a conocer lo que le sucede a la gente de calamidad y sufrimiento en la Resurrección, y lo que Yo sentenciaré al respecto, sean ricos o pobres, ignorantes o sabios. Yo le haré reposar en su tumba, y haré descender a Munkir y a Nakir [los dos ángeles del juicio de la tumba] para que lo interroguen, y no padecerá la angustia de la muerte, ni las tinieblas de la tumba y sepultura, ni el espanto de la resucitación. Luego le instalaré su balanza, y le expondré sus registros, y tomará luego su libro [de las obras] con la derecha [como los bienaventurados], y lo leerá, siendo [ese libro] exhaustivo. Luego no pondré entre Mí y él ningún intermediario, y tal es la condición de los amados. ¡Ahmad [uno de los nombres del Profeta (BPDyC)]!: ¡Haz de tus preocupaciones una sola [la del más allá], y de tu lengua solamente una [sincera], y haz de tu cuerpo activo [para la devoción y el bien] sin abandonarse nunca! El que de Mí se descuida, Yo no me intereso en qué hondonada se aniquila”. (T, VI, pp. 175-176).
¿Podemos hoy en día pensar que Lutero actuó según la complacencia divina?
Notas
(1) Literalmente narración, relato. Designa a la tradición proveniente del Profeta (BPDyC) o los Imames (P). Se encuentran recopilados por millares en multitud de obras antiguas y modernas, constituyendo la segunda fuente (luego del Sagrado Corán) de la doctrina, el pensamiento y la legislación islámica. En la escuela shi’ita el término se extiende también a los dichos y hechos de los Imames (P) de la descendencia profética.
(2) Johann Albrecht (von) Widmanstetter (1506-1557) publica en Nuremberg “Mahometis Abdallae filii Theologia dialogo explicata. Alcorani epitone”
(3) Guillaume Postel (1510-1581) publica en Paris “Alcorani, seu legis Mahometi et Evangelistorum concordiae liber, in quo de calamitibus orbi Christiano imminentibus tractatur”.
(4) Esta es la opinión del teólogo alemán Hartmut Bobzin, presentada en un reciente estudio sobre el Corán en la época de la Reforma.
(5) Comentario del Dr. Martín Lutero sobre Gálatas, capítulo 1 (1516-17)
(6) Como ejemplo de este tipo de análisis transcribimos a continuación las acepciones de caris según sus usos: (a) objetivo, aquello que otorga u ocasiona placer, delicia o causa una actitud favorable; se aplica, p.ej., a la belleza o a la gracia de la personalidad (Lc 2.40); sus actos (2 Co 8.6), o manera de hablar (Lc 4.22: «palabras de gracia»; Col 4.6); (b) subjetivo: (1) por parte del otorgador, la disposición amistosa de la que procede el acto bondadoso, gracia, bondad, buena voluntad en general (p.ej., Hch 7.10); especialmente con referencia al favor o a la gracia divina (p.ej., Hch 14.26). Con respecto a ello se destaca su libre disposición y universalidad, su carácter espontáneo, como en el caso de la gracia redentora de Dios, y el placer o gozo que Él se propone para el que la recibe; así, se pone en contraste con deuda (Ro 4.4,16), con obras (11.6), y con la ley (Jn 1.17); véase también, p.ej., Ro 6.14,15; Gl 5.4; (2) por parte del receptor, una conciencia del favor recibido, un sentimiento de gratitud (p.ej., Ro 6.17: «gracias»); con respecto a esto en ocasiones significa ser agradecido (p.ej., Lc 17.9: «¿Acaso da gracias al siervo?», lit.: «tiene él gracias al»; 1 Ti 1.12); (c) en otro sentido objetivo, el efecto de la gracia, el estado espiritual de aquellos que han experimentado su ejercicio, bien sea: (1) un estado de gracia (p.ej., Ro 5.2; 1 P 5.12; 2 P 3.18), o (2) una prueba de ello en los efectos prácticos, actos de gracia (p.ej., 1 Co 16.3: «donativo», rv: «beneficio»; 2 Co 8.6,19; en 2 Co 9.8 significa el agregado de las bendiciones terrenales); el poder y provisión para el ministerio (p.ej., Ro 1.5; 12.6; 15.15; 1 Co 3.10; Gl 2.9; Ef 3.2,7). Tener favor con es hallar gracia ante (p.ej., Hch 2.47); así, se halla en este sentido al inicio y al final de varias epístolas, donde el redactor desea gracia de parte de Dios para los lectores (p.ej., Ro 1.7; 1 Co 1.3). A este respecto se relaciona con el modo imperativo del verbo cairo, gozarse, una forma de saludo entre los griegos (p.ej., Hch 15.23; Stg 1.1: «salud»; 2 Jn 10, 11: «bienvenido»).
(7) “Como causa inmediata de la reforma protestante hay que mentar los abusos en clero y pueblo, una enorme oscuridad dogmática y exteriorización de la vida religiosa. Cuando se habla de desórdenes en la Iglesia en vísperas de la reforma, se piensa en primer término en los «malos papas», entre ellos, sobre todo, en Alejandro VI. Pero tal vez fue más peligrosa aún la descomposición bajo León X […] No mejor que las del papa, andaban las cosas del clero, alto y bajo. Tampoco aquí debiéramos fijarnos exclusivamente en las deficiencias de orden estrictamente moral, por ejemplo, el concubinato de los sacerdotes. En muchas regiones estaba tan difundido, que los feligreses apenas si se escandalizaban, en este punto, de la vida de sus pastores.” Erwin Iserloh, “Martín Lutero y el comienzo de la Reforma (1517-1525)”
(8) Nació en Lippendorf en el año 1499 y murió en Torgau en el 1552. Esposa de Lutero y madre de sus seis hijos. Entró muy joven en el convento cisterciense de Nimpsch. Durante la Pascua de 1523, Catalina con otras once monjas más logra huir del convento y encuentra acogida en la casa del pintor Lucas Cranach el Viejo en Wittenberg.
(9) Maritain, Jacques “Tres Reformadores (Lutero, Descartes, Rousseau)”. Club de Lectores, Avenida de Mayo 624, Buenos Aires, Argentina. 1986. pg 12
(10) Esta delicada descripción nos hace recordar a la siguiente, que expresara el historiador Marcel Simon en su obra “Los primeros cristianos” EUDEBA, Buenos Aires, 1977 Pg 27. al referirse a Pablo: “… un temperamento apasionado y combativo; una sensibilidad vibrante, suspicaz, siempre viva, que le lleva a proferir vehementes invectivas o que se desahoga mediante efusiones de caridad fraternal o de piedad extática [… ] un pensamiento difícil, tortuoso a veces, desconcertante si lo juzgamos por las normas de la lógica cartesiana, paradójico, duro como la elocuencia con que se expresa, pero arrebatador como ella porque el hombre se entrega totalmente…”
(11) Las tradiciones llamadas qudsí, sacras, son aquellas en las que Allah Exaltado habla en primera persona, y que fueron transmitidas por el Profeta (BPDyC) sin que sean parte del Sagrado Corán.
(12) Eleei: Gr. Piedad o Compasión
(13) Misericordia: Lt. Compasión
(14) Cariti: Gr. Favor o Hacer grato o bello algo.
(15) Gratiae: Lt. Donaire, belleza/Favor, beneficio
Cuadro Comparativo Epístola de Pablo a los Efesios (Ef. 2, 4:9)